Poco antes de las 6 de la mañana el responsable de las carreteras de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes del Gobierno Federal, debió sentir que le caía un balde de agua fría cuando recibió la llamada a su teléfono celular donde le comunicaban que había sucedido un hundimiento en la autopista a Cuernavaca.
Al percibir el sonido que provoca el celular al chocar contra el buró, sin despegar los párpados estiró la mano derecha con torpeza hacia el aparato. Se lamentó la ligereza de su proceder porque estuvo a punto de tirar la lámpara.
– Señor, le habla el delegado de la Secretaría en Morelos, le pido una disculpa por el atrevimiento, pero es urgente que sepa lo que acaba de suceder.
– No me pida disculpas, delegado, mejor ofrézcamelas.
– Tiene razón señor, le ofrezco mis disculpas.
– ¿Qué pasó, que se atreve usted a despertarme?
– Pues se abrió un socavón de 12 metros en el Paso Exprés…
– Pues que cierren la carretera e inicien las obras para taparlo, no sé por qué hace tanto escándalo.
-Es que se cayó un automóvil con dos pasajeros y no se han podido rescatar a la gente que iba en el carro. Al parecer, los rescatistas no quieren bajar, luego la gente se arremolina alrededor del hoyo y los medios empiezan a llegar por la noticia.
– ¿Ya le avisó al Secretario?
– No señor, no me atrevo, además, no tengo su número celular.
El encargado de las carreteras vio del reflejo de su figura ataviada en una piyama de seda contra el espejo ubicado en una lado de la cama, donde se aseguraba que los trajes marca Ermenegildo Zegna que usaba con mucha frecuencia, le hicieran juego con los zapatos Louis Vuitton y con las corbatas Hermes que tanto le gustaban.
Se restregó el pelo hacia atrás con ambas manos y exhaló una bocanada de aire caliente de sus pulmones. En ese momento se acordó que hacía unas cuantas semanas “alguien” le había comentado que se estaba hundiendo un tramo de la recién inaugurada carretera, pero también se le vino a la mente la magnífica ceremonia de inauguración del Paso Exprés y de lo contento que estaba el señor Presidente y su jefe, el Secretario del ramo.
“En qué problemón estamos metidos”, pensó mientras se acercó un cigarro para que le bajara el estrés que le comenzaba a invadir. Sin pensarlo mucho, tomó el celular y antes de marcar, leyó varios mensajes en el WhatsApp y le llamó al Secretario.
– Gerry-, le dijo después de escuchar las palabras: no jodas, ¿por qué me llamas a estas horas, qué pasó? -Tenemos un asunto delicado. Se produjo un socavón en el Paso Exprés.
– Pues empiecen a taparlo, rápido, que se vea que reaccionamos. Llamen a la empresa para que se meta de lleno en el asunto.
– Todo eso ya se hizo, pero se cayó un automóvil con 2 personas. No sé si a estas horas aún estén vivos, porque nadie quiso meterse a rescatarlos.
– Cuelga, deja le aviso al señor Presidente.
El Secretario nunca se atrevía a llamar al mero Jefe de las instituciones al celular y menos a esas horas, pero ese asunto lo ameritaba. Mientras esperaba, se arrepintió de no haberse dirigido primero a su amigo, el coordinador de los medios de comunicación para que echara a andar al equipo de reacción y crisis.
– Ya me avisaron Gerry- escuchó a su Jefe. -Te van a llamar para que te indiquen qué deberás contestar a los medios. No te preocupes, hay que aguantar.
– Aguantaré lo que venga, señor Presidente. Estos de los medios no saben lo socarrón que yo era de chico y que no se me ha quitado.
Al colgar, el Secretario soltó la bocanada de aire caliente que tenía atrapado en sus pulmones, como antes lo había hecho su subordinado, en señal de que había pasado lo peor.
Después de voltearse para dormir la última media hora que le quedaba antes de levantarse a hacer un poco de ejercicio, el Señor pensó que si las cosas seguían en el mismo tono, no vacilaría en prescindir de su Secretario.
Ya en la ducha, el Secretario le daba vueltas a una frase de Joseph Goebbels, esa que dice que: “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras para que las distraigan”.
“Al rato hablo con mi amigo, el coordinador de medios para que pronto termine esta pesadilla”, pensó al cerrar las llaves del agua.