Empezaré esta colaboración, si me permite, con una pregunta cuya repuesta no conoce una gran parte de los mexicanos:
¿Sabe usted cuánto cuesta realmente una campaña electoral para elegir Gobernador de un Estado?
Tomemos el caso de los comicios más cercanos de Coahuila, en donde la anulación del proceso para definir su nuevo mandatario estatal parece una posibilidad cercana. De acuerdo al INE, el tope de gastos de esa campaña para ese puesto fue de 19 millones 242 mil pesos y tanto el PRI como la Alianza Ciudadana (el PAN y comparsas) rebasaron ese límite. El primero con un 7.86 por ciento y la segunda con un 4.56 por ciento.
Lo anterior abre la puerta, en el juicio de su servidor, a un mar de especulaciones. Le diré por qué.
Para empezar, es inaudito que el Instituto Nacional Electoral maneje esas cifras, tanto en el tope de gastos como en los presuntos desbordes del mismo.
Fijar un poco menos de 20 millones de pesos para una campaña que busca una gubernatura es una mezcla de burla hiriente, simulación, complicidad y ganas del INE de jugar al Tío Lolo. Es decir –disculpe la crudeza– hacerse pendejo solo.
Y peor aún. Si en alguna mente cupiera una pizca de credibilidad a esos números, significaría que el rebase fue de poco más de un millón y medio de pesos en el caso del PRI y de menos de un millón de pesos en el del PAN y asociados. Ni los dementes deberían aceptar que por esa presunta nimiedad se deba repetir todo un proceso electoral.
En el INE, en los partidos, en los gobiernos y especialmente en los candidatos, existe en las campañas un tácito e histórico acuerdo de hacer como que cumplen los topes y hacer como que creen que los demás los respetan.
La realidad es brutalmente diferente. Una campaña por una gubernatura en cifras actuales no cuesta menos de 800 millones de pesos y en el caso del Estado de México por citar un caso similar, con seguridad se fue –en un cálculo austero– arriba de los mil millones cuando el límite fue de 285.5 millones, el rango más alto autorizado hasta ahora en México en unos comicios locales.
Los consejeros del INE saben esto perfectamente. Aceptan participar en ese juego perverso y asumir de principio a fin de esos procesos el papel de tapaderas y por lo tanto de cómplices. ¡Y después se desgarran las vestiduras!
Algún día, con un poco más de tiempo y espacio, tal vez podré desmenuzar las causas de ese gasto estratosférico, pero como dato al aire le podría decir que un acto de cierre de campaña puede llegar a costar esos 19 millones y pico de pesos. Sólo para medir, como asienta la voz popular, el agua a los camotes.
Y el INE, por un millón y medio de pesos o por menos de un millón, tiene en el filo de la navaja la elección coahuilense citada, cuando tiene muy claro que llevar a cabo nuevamente ese proceso el costo que se agregará al erario, si la campaña se acorta a un mes, será no menos de 300 millones de pesos si
se suman los recursos que erogarán el PRI y el PAN y patiños. Todo, por dos millones y medio de más.
En este escenario, el INE no despierta enojo. Provoca ganas de vomitar…
Cierre a todo vapor
El Ayuntamiento de Victoria empezará agosto con una actividad como si fuera el primer día de administración.
El alcalde Óscar Almaraz tiene en la agenda la pavimentación con concreto hidráulico de 125 cuadras de diversas calles, destinar un importante apoyo a la infraestructura escolar con comedores, bibliotecas y techumbres. También resaltan entre las acciones a corto plazo canchas de usos múltiples y un albergue de cuatro pisos para estudiantes de bajos recursos.
Le espera un excelente cierre de año a la capital tamaulipeca, al sumarse a esas actividades la continuidad de los programas sociales “Mis Lentes” y “Caravanas Médicas”. Un buen 2017, sin duda…
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