En realidad, la famosa frase, “la política es el arte de lo posible” se le atribuye, tanto al griego Aristóteles, como al Italiano Maquiavelo, inclusive al alemán Otto Von Bismarck y recientemente, hasta al inglés Winston Churchill.
El enunciado expone que siendo el diálogo y la tolerancia valores fundamentales y universales de la política, entonces, utilizadas con prudencia y serenidad, proveen de escenarios optimistas para llegar a acuerdos sensatos y así, instituir la paz y equilibrar los intereses que se suscitan entre los actores sociales y políticos que sostienen diferencias.
La urgente necesidad de contar con un “Estadista” en la presidencia es un imponderable, y más allá, necesario, urgente y vital para consolidar el futuro de la República, una vez que las fuerzas políticas se pusieron de acuerdo al firmar el Pacto por México.
La gran interrogante es ¿quién llena los requisitos para conducir a más de 120 millones de seres humanos que aspiran a vivir con la tranquilidad de antaño y con la sensación de felicidad en familia?
Todos sabemos que el escenario en la inmediatez se antoja complicado, toda vez que los actores principales de la política partidista están enfrascados en una rivalidad que les emociona a ellos, pero que nos molesta a todos los demás.
Y si, nos molesta porque es decepcionante enterarnos que el presidente del PAN, el joven Ricardo Anaya, aprovecha su cargo para favorecer a sus familiares, que vivió o vive una vida de lujo en una ciudad de los Estados Unidos y que atesora en sus cuentas bancarias, propias y de prestanombres, cantidades exorbitantes de dinero. Y que con la desfachatez que lo caracteriza, pregona que es víctima de una guerra de medios para perjudicarlo.
Y sí, molesta también enterarnos que el Jefe Delegacional en Tláhuac, en la Ciudad de México, que por cierto pertenece al partido MORENA, anda vinculado con personajes del mundo delincuencial y que inclusive, está a punto que lo retiren del cargo.
Bueno, y para cerrar la pinza, ni qué decir del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, del PRI, presionando con una huelga de hambre porque no le dan tratamiento especial, como él siente que lo merece ahora que está en la cárcel.
Esa razón nos obliga a reflexionar en alguien congruente, sencillo, de trato amable, humano, de comprobada eficiencia profesional, sin mácula social, ¡ah!, y con el carisma necesario para reunificar a los tantos grupos que coexisten en México, sin desdeñar lo más importante: que sea honrado.
Es una realidad que la carrera por la sucesión presidencial ya comenzó. Al margen que el jefe de las instituciones le guste o no, es un proceso que ya nadie detiene, porque ya estamos en esos tiempos y bien se dice, que no hay plazo que no se cumpla.
El secretario Meade es bien visto por la sociedad civil, incluso la apartidista. Es bien recibido en sus giras y bien arropado por las diversas corrientes al interior del PRI. Su asistencia a la Asamblea Nacional del tricolor y de la Confederación Nacional Campesina en Zacatecas, lo acercaron aún más al partido que le brindaría sus siglas para la próxima contienda del 2018.
A partir de esos encuentros, la gente asegura a lo largo y ancho del territorio que si no es Meade, el PRI no tiene nada que hacer o lo que es lo mismo expresan que “sin Meade no podré vivir jamás”.
Luego dicen que “hay que sumarse, para no sumirse””.