Como la vida pasa el arte. Es un objeto en tránsito que se detiene en nuestros ojos para contemplarlo.
Nuestra vida común se clarifica con el arte. El arte como parte de los pliegues sociales. El arte no solo es lo real, también lo irreal transformado y que incide con lo real.
Entender el arte, al arte, es modificar las conductas de los ojos.
Los que miran desde adentro con el cerebro humano y los que miran desde afuera con el cerebro capaz de convertir a las cosas en arte.
El arte no solo es el caballete del pintor, es la tela que se complementa con el pintor mismo. Juntos hacen la “instalación” tan motivante en nuestros tiempos estéticos pero tan antigua como el pintor mismo.
Un curso de Arte Contemporáneo continente varias aristas de un poliedro simbólico cuyos caminos y dimensiones no podemos definir pero sí “sentir”.
El arte se contempla así de dos instancias reales, “lo tangible y lo visual” que hacen al objeto una dinámica de lo extraordinario en lo inédito.
El objeto da a la palabra pero hay palabras que hacen objetos.
El arte está íntimamente ligado al espacio poético. Crea una atmósfera. Atmósfera que aprecia y conduce, nos conduce a una realidad apoyada en la creación, en la empatía de las emociones, los testigos que necesita el arte: el público.
Esta experiencia que compartimos con talleristas del curso en Matamoros es vital para desarrollar lo social del arte.
Gracias al MACT, de Matamoros por las facilidades brindadas para impartir este curso y al ITCA por apoyar la posibilidad de convertir propuestas intelectuales en sueños tangibles. Nos lleva a propuestas que podemos aterrizar en obra pública en la ciudad Heroica, Matamoros.