Uno de los gestos positivos que se han dado con relación al Proyecto Alameda ha sido el interés por parte de una ciudadanía preocupada por los posibles modificaciones al boceto de la famosa Alameda que mi generación disfrutó “a todo dar”.
La convocatoria por redes sociales rebasó las expectativas por el número y calidad de la asistencia. Ante todo la cantidad de jóvenes profesionistas, amas de casa y personas estudiosas en política urbana.
Como artista me es grato participar en defensa de la ciudad como patrimonio de todos. En los sesentas, el Kiosco del Paseo Pedro José Méndez, que me dicen fue construido durante el gobierno del Ing. Marte R. Gómez, fue destruido.
El abandono de La Alameda a lo largo de 50 años es lastimoso. Banquetas desiguales, carencia de alumbrado y mobiliario urbano, y lo lastimoso no “arbolar”.
Se olvida el trazo primigenio que dio el esquema fundamental a la ciudad: la división oriente-poniente, que deslinda a “los que van para abajo con los que van
para arriba”, creó un lenguaje cotidiano: “gano para arriba” y “gano para abajo”.
Este sentido de “querencia” no lo entienden los políticos porque tocan fibras sensibles de la cosa social, de tal manera que en lugar de aclarar sobre un proyecto público sus amanuenses enrarecen con su silencio una cosa pública que debe ser transparente y de eficaz comunicación.
Lo positivo del collage de opiniones en contra de un proyecto hasta ahora “invisible”, abre la posibilidad de un Consejo Ciudadano libre de los amarres políticos y económicos que tanto daño han causado a la ciudad.
El 8 Bulevar es un ejemplo de una vialidad para las clases pudientes. Se trata de coronar al automóvil. Viajar a velocidad. Proteger a la ostentación del encanto de la pobreza. Son ellos los que usufructuaron, vendieron, y gozan de la alta plusvalía de una moral que ofende a los más.
La Alameda es un bastión de provincia. Una relación humana. La posibilidad de comunicar y sentir a la ciudad.
Clarificar, exponer ideas en un país de políticos sordos y corruptos es un rayo de luz que obliga a ser mejores. La autoridad está obligada a clarificar en bien de todos. Aunque dice mi amigo doctor en historia Carlos Mora “Que la Ley es la Ley”, que entiendo yo “que a palo dado ni Dios lo quita…”