Una estructura organizacional piramidal ha demostrado su agotamiento para la gestión de las instituciones educativas. Desde el inicio de la gestión, insistimos en que debe invertirse y contraerse; además, la gestión escolar propuesta requiere un nuevo liderazgo: que centre la atención hacia el propio líder, hacia los “otros” y hacia el entorno. Para ocupar los puestos de dirección es un requisito indispensable cierto grado de inteligencia y conocimiento del ámbito; pero, estas condiciones son sólo el “piso”. Es claro que Influir profundamente en la comunidad educativa, sólo es posible cuando alguien conoce de ella porque ha pertenecido al gremio, pero no basta. Saber quién somos, cómo nos podemos relacionar con los otros y en qué contexto se da el intercambio es fundamental. Un liderazgo socioemocional y ético es reclamado en estos tiempos.
Pero; ¿cómo ejercer un nuevo liderazgo en una estructura arcaica, y poco funcional?
No es imposible; pero genera muchos obstáculos que saltar. Más bien, nos pasaríamos la vida saltando como en una carrera con obstáculos. Se demanda paralelamente una nueva estructura organizacional para estos tiempos y sus exigencias:
• Gestionada más por los procesos que por las funciones. En nuestro caso, por ejemplo, el liderazgo de los CATET sólo será efectivo si nos centramos en lo que debemos hacer entre todos para generar el acompañamiento y la asesoría a las escuelas, por medio del SATET. Menos gerencia, más liderazgo socioemocional y ético: centrado en sí mismo, en los otros y en el contexto.
• Una estructura más horizontal, aplanada, en la que queden los puestos imprescindibles y más grupos de trabajo en colaboración y cooperación. Donde nadie sobra; pero todos tienen importante contribución que hacer al equipo.
• Pasar las funciones administrativas hacia los niveles más operativos y lograr las condiciones para que se genere eficiencia.
• Hacer caso a los que reciben nuestros servicios, ellos no entienden de jerarquías, nos empujan hacia la horizontalidad. Quieren ser escuchados, atendidos, que se cumplan sus expectativas. Hay que centrarse en los otros tomando en cuenta el entorno, que implica poder ver qué nos espera después de que tomamos las decisiones.
Con estas condiciones es posible hablar de un liderazgo socioemocional y ético. Vamos a aclararlo. Goleman y Senge hablan de un triple focus, es al que me he referido: yo, los otros y el entorno. Debe el líder conocerse emocionalmente para poder autogestionar sus emociones, es decir, debe centrar su atención en sí mismo. Si demandamos un docente reflexivo, es también importante un directivo reflexivo. Dirigir la mirada a los otros, ser empático, con ello podríamos entender los reclamos de los “más antiguos” de acercarse a sus zonas de residencia; cuestión que la Ley General del Servicio Profesional Docente no impide y que se ha malinterpretado. Para finalmente, en un marco ético y legal, tomando en cuenta las condiciones del contexto, los usos y costumbres, comprenderlos llegando las negociaciones que permitan el avance. Negociar con el otro no es vencerlo, habrá que ganar de ambos lados; pero también habrán de ceder en una negociación, lo demás es imposición.
En fin, primeramente es deseable un líder con atención vertical ascendente, que decida a dónde dirigir la atención y no dejarse llevar por las distracciones cotidianas, centrándose en lo importante y sabiendo delegar lo urgente. Que conozca sus fortalezas; pero que trabaje en sus debilidades.
En segundo término, con competencias emocionales de empatía, colaboración, trabajo en equipo, comprensión profunda del otro, porque se conoce a sí mismo y puede controlarse cuando es necesario. Que siempre esté dispuesto a negociar más que a imponer. Un líder que sepa medir el pulso del grupo y actuar en consecuencia. Un líder que comprenda la perspectiva del otro, que pueda entender cómo se siente el otro en ese momento, y que sienta como propias las necesidades de aquellos que lo rodean.
Una institución educativa es un sistema. Para que un líder pueda influir en una organización, debe ser capaz de leer el entorno y los tiempos. Un líder que lee el entorno puede prever consecuencias, no es brujo; pero, puede ver algo del futuro con las decisiones que va a tomar, por tanto, escucha.
Su imperiosa necesidad de saber, lo ubica como un ser humano en constante transformación para conectarse consigo mismo, con los otros y con el contexto.
¿Estamos listos para los vientos de cambio? Ya llegaron.
*Subsecretario de Educación Básica
Secretaría de Educación de Tamaulipas
julio.pimienta@tamaulipas.gob.mx