En un país más desarrollado y con mayor cultura democrática y política, un gobierno como el que encabeza Enrique Peña Nieto ya hubiera caído, sólo por las condiciones que se han dado en la última semana; el retroceso, la anarquía institucional y la vuelta al autoritarismo para cubrir la corrupción al más alto nivel.
Así es mis queridos boes, de pronto en este México convulso, una semana como la que corre, el Estado parece todo menos eso, frentes de fuego por todos lados, como si incendiando al país las evidencias que apuntan hasta Los Pinos se fueran a borrar.
Hasta hace dos semanas, México discutía varios pasos hacia adelante, el nombramiento histórico de un Fiscal General de la Nación por 9 años, con plena autonomía y sin la marca del partido político en el poder.
Se había vencido, porte de la oposición, izquierda y derecha, el intento de imponer al ‘fiscal carnal’, que no era más que dejar en el cargo al entonces titular de la PGR, priísta, amigo de Peña Nieto, lo que garantizaba impunidad, parcialidad y encubrimiento.
El procurador, Raúl Cervantes, no aguantó la avalancha de críticas de los líderes de oposición, organismos no gubernamentales, la iniciativa privada y hasta los editoriales de diarios de peso mundial y renunció, no solo a ser impuesto por el PRI y EPN, sino a su cargo en la PGR.
Se queda como encargado del despacho Alberto Elías Beltrán y se desata el caos institucional: se confirma lo que se sospechaba, que la empresa petrolera Odebrecht inyectó varios millones de pesos a la campaña presidencial de Peña Nieto y había que tapar el escándalo, no con pruebas, sino con más escándalo.
Y es que Carlos Fadigas, que en 2012, cuando la campaña de actual presidente, era director de Braskem, filial de Odebrecht, no dejó lugar a dudas cuando confesó en Brasil las aportaciones al priísta: “Acompañamos de tiempo completo toda la campaña del PRI, del partido PRI, y del actual presidente Enrique Peña Nieto. No sólo de él, sino también de su equipo”.
Para entonces quien fungía como titular de la Fiscalía Especial Para Delitos Electorales (FEPADE) Santiago Nieto ya investigaba el caso y tenía en la mira al ex director de PEMEX Emilio Lozoya, uno de los jefes de la campaña de Peña y a través de quien los brasileños habrían inyectado recursos ilícitos.
La caja china comenzó a operar, el encargado del despacho de la PGR Elías Beltrán, acusó a Santiago Nieto de violar la secretaría y el sigilo en la investigación contra Lozoya, tras una entrevista con REFORMA y sin siquiera derecho de audiencia lo cesó.
La evidente maniobra por parar la investigación enardeció a las oposiciones, y en particular a las del Senado, que había elegido por votación directa y abierta al titular de la FEPADE y salieron en defensa del fiscal electoral.
A la fuerza, porque tomaron la tribuna, obligaron al PRI a suspender las sesiones, desconociendo las atribuciones del encargado del despacho de la PGR para destituir al de la FEPADE.
Le rascaron un poco y encontraron que el encargado del despacho, ni siquiera cumple con el requisito de antigüedad en su profesión, para ser Procurador y que tampoco está facultado para comparecer ante el Senado.
Es decir ayer (y seguramente hoy y mañana) México era un país sin Procurador General, sin Fiscal Electoral, con un Senado en parálisis, con una Cámara de Diputados ocupada en pleitos internos y lo peor de todo es que estamos en pleno proceso de elección.
Pero más allá del tema electoral, el de fondo, el que los escándalos de ayer escondían, es el de la corrupción: la evidencia de dinero corrupto de Odebrecht en la campaña presencial del 2012.
Estamos hablando de que si se hubiera comprobado en aquellas fechas, el entonces la elección debía haberse invalidado. ¿Cuántas pifias nos habríamos ahorrado por esos 5 años?
Porque mientras este gobierno busca tapar la intromisión de Odebrecht tumbando al Fiscal que lo investigaba, este 2017 se perfila como el año con más violencia de los últimos 20 años.
Porque el actual presidente tiene la peor calificación de los ciudadanos en toda la historia del país. Porque su partido, que gobernó más de 80 años y que hace cinco retomó el poder tras 12 de la oposición, está en tercer lugar en todas las encuestas para la sucesión.
Porque este gobierno intenta curarse las espaldas con un fiscal electoral a modo, miles en Chiapas, Oaxaca y Puebla siguen durmiendo en las banquetas tras los sismos de septiembre, olvidados hasta por el morbo de los medios nacionales.
No le sirvió al gobierno la campaña de mentiras que desde ELUNIVERSAL le hicieron a Ricardo Anaya para detener a la oposición; ayer un juez ratificó que el periódico mentía, lo multó e indicó que tiene que publicar que lo que señalaba era falso.
No me queda la menor duda de que este gobierno está jugando con fuego, que se está jugando el todo por el todo y que no le importa ‘quemar las naves’ aunque muera en el intento. Usted y yo y todos sufriremos las consecuencias.
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