La oposición perredista-morenista se engolosinó y adelantó las vísperas con la apertura del caso del fiscal contra delitos electorales y su efecto en la renuncia de Raúl Cervantes a la PGR. Por tratar de pescar al ex director de Pemex Emilio Lozoya, esa oposición ya perdió esas posiciones que iban a ser fundamentales para el tiempo político de Peña Nieto después de entregar la presidencia a su sucesor el próximo primero de octubre de 2018.
El fiscal cesado Santiago Nieto había sido una posesión opositora sembrada para acotar las posibilidades de fraude electoral en las presidenciales del 2018, pero por alguna razón se ancló en la vertiente mexicana del caso Odebrecht. Como en política lo caro suele ser barato cuando se toman las decisiones estratégicas con timing exacto, el cese de Nieto lo sacó de la jugada electoral del próximo año.
Los indicios que ha dejado el caso Nieto no son desdeñables: la oposición prepara una vasta persecución judicial contra Peña Nieto ya como ex presidente. De ahí la fuerte batalla por el fiscal general y el fiscal antifraudes electorales. De haber tenido paciencia, Nieto pudo haberse quedado embozado en la PGR hasta julio próximo. Sin embargo, hay posibilidades de que los dos nuevos fiscales sean nombrados hasta después de las elecciones, en el entendido también estratégico de que Los Pinos está apostando no sólo a la victoria presidencial, sino a la conquista de una mayoría absoluta priísta –sin alianza– en las dos cámaras.
En este escenario, la renuncia “irrevocable” de Cervantes a la PGR habría de formar parte del escenario. Nieto no se aguantó las ganas de reventar el caso Lozoya-Odebrecht y precipitó los acontecimientos… en su contra. En los perredistas-morenistas que lo habían sembrado en la fiscalía electoral hubo irritación porque lo sacaron de la jugada para el 2018 y después. Y ante la inseguridad de lograr la mayoría absoluta en el Senado para regresarlo a su cargo, PRD-Morena y su aliado forzado el PAN han asaltado la tribuna legislativa.
Al PRI se le acomodaron los astros cuando se supieron las filtraciones de Nieto a Reforma y la salida de Cervantes y el cese de Nieto tienen una correlación política. El costo del escándalo mediático por el desplazamiento del fiscal contra delitos electorales ha sido menor a la esperada, de acuerdo a las primeras estimaciones en grupos políticos operadores de Los Pinos.
Eso sí, el caso Nieto prendió un foco de alerta en el tablero sucesorio de Los Pinos porque dejó muy en claro que el principal problema priísta para el siguiente gobierno será político y no económico. El presidente Peña dejará un sistema político priísta achicado por la movilidad social. El próximo presidente priísta de la república no se preocupará por la política económica, sino que tendrá su principal desafío en una oposición en pie de guerra contra Peña Nieto y una sociedad cibernética que ya sentenció al actual gobierno.
La estabilidad del sistema priísta –cuando menos de las elecciones presidenciales a las de mediados de sexenio en 2021– va a depender de un sucesor que tenga la capacidad de control de los instrumentos políticos, porque el próximo presidente tendrá una precaria base electoral de menos de un tercio de los votos. Una posible alianza opositora podría juntar el 51% de las bancadas y por tanto, la crisis en la PGR debe tener, también, una lectura sucesoria.
Política para dummies: La política es la habilidad para cerrar puertas, antes de que otros las abran.
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