Hace algunos días escribí que si el Presidente decidía en función de la genética sexenal, el más favorecido con dicho escenario no era precisamente el multicitado José Antonio Meade, sino Aurelio Nuño. Hoy, con lo que acaba de decir EPN, mis sospechas aumentan.
Parece que Peña Nieto está molesto, y el tono de sus frases directas lo atestiguan. El Presidente no es de los que le quieren jugar al inteligente. Es pragmático de última generación, y no se anda por las ramas.
Peña Nieto, el dueño del dedo, disfruta sus últimos momentos de poder incompartido. Pero los aprovecha para hacer declaraciones que aumentan el suspenso.
Como en su tiempo, lo hizo Salinas con aquel “no se hagan bolas”, Peña sigue jugando con la angustia de la clase política. La atmósfera de la confusión acaba de alcanzar su punto más alto, cuando al emitirse la convocatoria para destapar al abanderado presidencial del tricolor, EPN asegura ante la concurrencia nacional que andan despistados. Y sentencia que el candidato no se elegirá entre elogios ni aplausos.
¿Será entonces un acto frío, seco, sin la emotividad acostumbrada, inusual y atípico, al más puro estilo tecnocrático?
Y ante todo, ¿entonces quién va por fin…? ¿Meade, quien por cierto acaba de recibir elogios de su amigo Videgaray? Las palabras del presidente tienen un destinatario concreto, en su Secretario de Relaciones Exteriores, que ya se siente, o se sentía, el verdadero factor de decisión?
En esta columna también lo he dicho: si el candidato es Meade, los mexicanos nos quedaremos con la sensación de que, el candidato no lo, puso él, sino Videgaray. Pero nada está escrito aún.
Recuerden que el factor pudo haber pesado, pero si el TLC ya fracasó, entonces, me parece que la Casa Blanca, como factor de decisión, no va a pesar tanto, como en cambio sí sucedió en los casos de Salinas y de Zedillo, por ejemplo.
Por ese precipicio, podría caer la esperanza del todopoderoso Videgaray y de su grupo.
Pero, aun y cuando suene a lugar común, la verdad es que en la lucha por el poder, nada puede darse por seguro.
Le adelanto que, en caso de ser Nuño, el ungido, es muy probable que Enrique Ochoa Reza, siga en el CEN del PRI. Ya comentaremos después, lo que se derivará con ello para el priismo de Tamaulipas.
Si la frase de Peña Nieto, esa que cabecean ya desde ayer los periódicos nacionales: “andan despistados”, le salió del corazón, ganó Nuño, el hijo. Si en cambio, la dijo calculadoramente, y nos está engañando con la verdad, y sigue siendo Meade.
Ya no falta mucho para saberlo.