No sé si sea el mejor oficio del mundo como lo defendía Gabriel García Márquez, lo que sí sé, es que para quienes intentamos hacerlo en serio, es tan apasionante como estresante, tan divertido como peligroso, tan respetable como desprestigiado.
Así es mis queridos boes, hoy se conmemora en México el Día del Periodista, con muy pocos motivos para celebrar, porque en un país como el nuestro en el que hay más muertos que en una nación en guerra, los periodistas también ponemos nuestra cuota de sangre.
Según Reporteros Sin Fronteras, México fue junto con Siria en el 2017 el país más mortífero para los periodistas con 12 asesinatos, el último apenas el 19 de diciembre.
Antes de escribir está colaboración lo pensé más de tres veces, porque no quería caer en la tentación de algunos colegas de martirizarse, muchas veces para llamar la atención del poder público, otras para ganar lectores, pero decidí arriesgarme a la crítica por defender desde ésta, mi trinchera, al oficio que me ha dado tantas satisfacciones como golpes a lo largo de más de 23 años de hacerlo formalmente.
No, no ha ido tan mal como a las decenas de compañeros que han muerto en las casi dos docenas de años en la que he militado en este oficio.
Sí, un día 15 de septiembre el ex gobernador Manuel Cavazos Lerma, enojado por lo que le preguntaba, allá en el Palacio Municipal de Reynosa, me empujó tan fuerte que si no me detiene un soldado voy a dar al suelo.
También, un día el ex gobernador preso en Europa me acusó de pertenecer a un grupo que complotaba contra su gobierno ante ElNorte y casi logra que me despidieran, antes me había recordado el 10 de mayo.
Un día el gobierno del panista Fernando Canales, me demandó por falsificación de documentos y tuve que ir a declarar por horas ante el Ministerio Público de Nuevo León.
Al mismo tiempo el gobierno de Ernesto Zedillo y José Woldenberg me denunciaron por delitos electorales y pasé horas en la PGR declarando ante el MP federal.
Una vez, hace ya muchos años, un grupo de raza armada me retuvo por horas en la madrugada en la frontera.
Hace también varios años, el papá de una senadora panista de Tamaulipas me denunció ‘quesque’ por espionaje y tuve que ir varias veces a declarar a la delegación de la PGR.
No, reitero, no me ha ido tan mal como a muchos compañeros que a lo largo del país han sido asesinados en este sexenio, el peor para el gremio en décadas.
Insisto, hoy quiero defender esta profesión, porque además de los enemigos naturales que trae consigo y que son obviamente los poderes fácticos y los políticos corruptos, muchas veces, la mayoría de las veces coludidos, ahora enfrenta la competencia de quienes se ostentan como periodistas sólo porque todos los días publican pedazos de hechos noticiosos o emiten opiniones en las redes sociales.
Porque, si bien para mí son respetables quienes se consideran ‘los nuevos periodistas’, no es lo mismo ejercer esta profesión por vocación, como quienes lo hacemos desde que se usaba la libreta y se ejercía el periodismo de géneros, que lanzar improperios en Facebook o Twitter o hacer el ridículo por los mismos canales para ganar seguidores tras la máscara de un personaje.
Porque hacer periodismo no es lo mismo que alimentar un blog con información ‘chistosa’ o popular que genera morbo, pero no opinión pública o discusión seria o de fondo.
Porque no es periodista el que va y amenaza a un político o lo hace perder la compostura para que le manotee la grabadora o el teléfono mientras le graba o transmite en vivo, eso es sólo un provocador disfrazado de reportero.
Es cierto, hoy la libertad de expresión le permite a cualquiera publicar noticias, opiniones, pero eso no lo vuelve periodista. Es periodista al que sus lectores le dan ese crédito o al que una universidad le acredita como tal y su trabajo en un medio le otorga ese beneficio profesional. Hoy, unos conmemorarán el día con una misa en Victoria, otros con algún almuerzo patrocinado, 12 ni una ni otra, fueron asesinados por ejercer su profesión en el último año, para ellos el descanso eterno y el reconocimiento que hoy de poco sirve. Otra vez, una disculpa por hablar de mí. Tal vez me ando haciendo viejo.
Comentarios: meliton-garcia@hotmail.com