Por mucho que existan claras señales de crecimiento, el fútbol mexicano sigue dando bandazos, atrapado en las intermitencias y los altibajos.
Un mes y medio después de dejar una buena imagen en el Mundial de Brasil 2014, el fútbol mexicano era aplastado estrepitosamente en España. El Barcelona goleaba 6-0 al León pero lo peor no era el escandaloso marcador sino la forma en que el equipo esmeralda se asustaba ante los titanes de la Ciudad Condal. Y no estamos hablando de cualquier club, sino del que era campeón vigente del balompié nuestro.
Cinco meses y medio después de la justa mundialista, con idéntica timidez, el Cruz Azul intimidó ante el Real Madrid en el Mundial de Clubes en Marruecos. Volvemos a lo mismo. La derrota y hasta la goleada eran predecibles, pero otra vez faltó empaque y un mayor nivel competitivo para dar pelea. Ni el clavado de Pavone sirvió para que La Máquina se hiciera presente en el marcador. Gerardo Torrado falló el penal. Sí, Torrado, su buque insignia, un referente del fútbol mexicano en los últimos tres lustros. ¿Qué le puede esperar a un equipo si ni siquiera uno de sus jugadores más experimentados es capaz de aprovechar la ventaja que tiene todo cobrador desde los once pasos?, ¿le impuso la presencia de Casillas?, ¿en dónde quedó su proverbial determinación?
Me decepcionó ver a un hombre tan reconocido, que metió la pierna sin miramientos a lo largo de tantos años, cobrar un penal con la personalidad extraviada y la autoridad nula. El mismo Torrado se vio mal, literalmente al borde del retiro, cuando Isco lo dribló con lujo de facilidad antes de anotar el cuarto gol. No es lo mismo marcar a cualquier “tronco” extranjero pasado de edad que llega por puro negocio a la liga doméstica, que a uno de 22 años que significa una de las más grandes promesas juveniles del trabuco de la capital hispana. ¿Y qué me dicen de Corona, titular del Tri durante mucho tiempo, saliendo media hora tarde a cortar un centro rutinario que remató Sergio Ramos con el zaguán abierto?
Es cierto que en medio de estas dos humillaciones se registró un triunfo muy valioso de la Selección Nacional de visitante en Holanda, pero cuando apenas se empieza a saborear una victoria, llega la amargura de la derrota.
Se me dirá que no es lo mismo la Selección que los clubes, pero a final de cuentas, en ambos casos está en juego la imagen futbolística de México y Selección y equipos están conectados. No en balde, el representativo verde viene a ser un reflejo de su liga.
Ahora bien, no se podía esperar que el Cruz Azul representara un verdadero escollo para los blancos, en primera porque existe un abismo entre el fútbol mexicano y el español, y en segunda porque el conjunto cementero venía de tener un paupérrimo desempeño en los meses anteriores. A pesar de contar con un plantel multimillonario, ganó sólo 5 partidos de 17 posibles en el torneo, terminó en el lugar número 13 y no clasificó a la liguilla, a pesar de las grandes concesiones que brinda un sistema de competencia que fomenta la comodidad y la mediocridad.
Alejandro Vela dijo al final del partido ante los merengues: “Se te sale una sonrisa por el nivel del Real Madrid”. A mí se me sale una lágrima por el nivel del Cruz Azul (que es el del balompié mexicano). Y es que así es nuestro fútbol, eterno avance y retroceso, sin crecimiento sostenido.
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