VICTORIA, Tamaulipas.- Hoy se celebra el día del pastelero en México y Jorge Eduardo Torres Flores es el pastelero más joven en La Camelia, la panadería victorense que hace 58 años fundó su abuelo Jacinto Flores.
Lalo, como le llaman en la familia, tiene sólo 21 años de edad y a los 14 años elaboró su primer flancake, el pastel que 7 años después es el consentido de los clientes.
«A mí nadie me quería enseñar a hacer pasteles porque decían que no me tenían paciencia, así que comencé a enseñarme sólo y luego de intentar cinco veces me salió el primer flancake… y no es por nada, pero es el que más se me vende», dice Lalo con una sonrisa de orgullo.
Para Lalo es relajante estar dentro de la panadería, además que trabaja en familia, se siente satisfecho cuando el cliente regresa y le hace buenos comentarios sobre el sabor de su trabajo.
Su tío Higinio fue el primer pastelero en la familia, la madre de Lalo, la profesora Leonor Flores, inició por hobby en su casa.
«Al principio, cuando la panadería comenzó con mi padre en el 24 Doblado, no teníamos pasteles, yo comencé a hacerlos cuando nos mudamos al 22 Doblado, yo fui el primer pastelero, pero no enseñé a Lalo, a él le surgió sólo la intención de hacer pasteles y echando a perder aprendió», dice el tío Higinio Flores.
Cuando cerraron la panadería de la calle 22 Doblado, con la construcción del Eje Vial, disminuyó la afluencia de los clientes en la panadería. Entonces Lalo decidió explorar en otras empresas.
Más tarde junto a uno de sus primos surgieron nuevas ideas y el tío Higinio aprobó las propuestas.
«Ahora nada más los asesoro, ellos ya saben llevar el negocio», dice el tío.
«Hace cuatro años volví con la familia y me convertí en pastelero y comenzó la venta, ahora adquirimos un refrigerador para exhibirlos y tenemos mucha variedad de minipasteles individuales, eso le gusta a la gente y se los lleva para regalo», tercia Lalo.
Los pasteles también han evolucionado, primero se disfrutaban con merengue encima; luego vino el betún de mantequilla, queso Philadephia y chantillí, ahora está en boga el fondant e incluso los pasteles en tercera dimensión, pasteles de imágenes casi reales.
«Cuando yo tenía 16 años, había una pastelera en Nueva York que dictaba la moda, y entonces hacer los pasteles lo más grade posible era lo que se usaba. Hacia pasteles de dos metros, pasteles de boda de 14 metros y hoy la moda son los pasteles de fondant con luces, fuego y hasta con movimiento. Es decir, se puede hacer un pastel de robot con movimiento o un dragón en fondant que arroje fuego. Hay muchas escuelas de pastelería que están enseñando eso», comenta Lalo.
Lalo estudia informática en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, es pastelero ahora por medio tiempo en la panadería de la familia, pero tiene mucho interés en lograr un día uno de esos pasteles reales.
«Mi mayor reto son los pasteles decorativos, es decir, aquellos que llevan figura. Yo me dedico a los pasteles por sabor, mi primo los decora. Pero yo hago los pasteles de plátano, guayaba y cualquier fruta de la temporada», agrega.
Hoy los pasteles más costosos son aquellos que se realizan en fondant y a pesar del precio no todos los fondant tienen un dulce sabor, advierte Lalo, el joven experto.
Con la llegada del invierno otra de las ventajas de realizar un trabajo cerca del horno, es la calidez del ambiente.
Y mientras el resto de los habitantes se quejan por el frío en el hogar, al interior de La Camelia se disfruta una temperatura de 30 grados.
Sin embargo, en época de verano, un horno que exhala vapor a más de 200 grados, en cada abrir y cerrar de puerta, logra mantener la habitación a 70 grados centígrados.
Mientras que en la calle los esperan 40 grados a la sombra.
Lalo, tiene la venia de la familia y junto su primo están cocinando una nueva etapa para La Camelia a 58 años de vida.
Y en el Día del Pastelero…»No nos resta más que agradecer a los clientes que vienen desde el lado norte de la ciudad a comprar nuestro pan y que ordenan nuestros pasteles», confiesa Lalo.