Correcaminos el viernes dio síntomas de mejoría, hizo lo que todos queríamos, lo que todos esperábamos, lo que según Aguinaga les pedía y con él nunca les dio resultado, pero ahora que ya no está, simplemente pegó.
Dirigidos ahora por la dupla Ricardo Cadena-Jorge Urbina, los jugadores del ave demostraron que en cuestión de días procesan una idea diferente a la del técnico anterior, que por más que se desgastaba dando discursos donde aseguraba que privilegiaba el balón al piso, el toque de primera y jugar en corto eran los fundamentos de su juego y simplemente las piezas dentro del campo no lo llevaban a efecto.
Si usted fue uno de los tres mil ochocientos cuarenta y ocho aficionados que acudieron el viernes al partido, no me dejarán mentir, pues nunca vimos a un Correcaminos alocado enviando balones largos sin ton ni son, brincándose líneas y mucho menos apático dentro del terreno de juego.
Dudo mucho que los jugadores del ave tengan algo que demostrarle a Cadena que los conoce y muy bien, por eso mismo muy pocos cambios vimos en el once inicial.
No nos hagamos, Aguinaga fue un caballero y jamás se refirió ni exhibió problema alguno con sus jugadores ni problemas de vestidor, aunque su salida y el cambio en obediencia y actitud de los jugadores denota otra cosa.
Al final no sabemos si Aguinaga sea bueno o mal entrenador, o simplemente no tiene control sobre el grupo, mismo que según trasciende tiene piezas que merecen mucha disciplina.
Ojalá que los jugadores del ave no le tomen la medida al nuevo entrenador al verlo joven e inexperto, que la dirección técnica en base a su trabajo se gane el respeto de los dirigidos y entiendan que el interés y el objetivo es común, si le va bien al entrenador le va bien al jugador, al equipo y por ende a la institución y a la ciudad, sería una pena que por caprichos se desaprovechara un extraordinario plantel y una gran oportunidad de trascender en resultados, llámese ascenso.
Orden, respeto y disciplina, es lo que hoy Correcaminos necesita y ese es el reto de Cadena.