1.- Cada sexenio de instala una sombrilla para cubrir los errores y travesuras de los funcionarios malcriados y protegerlos de las inclemencias de los medios, de la “mano negra” y del “fuego amigo”. La sombrilla es chica o grande, según el gusto o la generosidad del cliente. Nunca ha sido estática o fija, y siempre se mueve y hasta camina. A veces se ve y a veces no.
2.- Los individuos que quedan fuera de la sombrilla sufren de inmediato todos los impactos del pensamiento crítico y, generalmente, caen acribillados por los personeros de la opinión pública. Algunos caen tarde, y con cierto honor, mientras que otros son noqueados de inmediato y ruedan por la lona, quedando con la cara frente a las lámparas.
3.- La sombrilla se regula conforme a cierta “línea” que se imparte en un lenguaje oblicuo, sino de una orientación, consejo o razonamiento de amigos. De estas charlas amistosas entre los jefes de comunicación y los periodistas, quiero destacar aquellos comentarios y reflexiones que más se escuchan en dichas conversaciones, y que son las siguientes:
a) Cálmate.- El sexenio es largo y apenas está empezando. Entre nosotros no puede haber química a primera vista. Todo a su tiempo. ¡Gáname!.
b) No me hables del pasado, ni de cifras ni de convenios. Si fuiste muy feliz el sexenio pasado me da mucho gusto, pero hoy empieza una etapa distinta.
c) Tú y yo nos conocemos demasiado y por eso no se vale que le digas mentiras a un mentiroso.
d) No te preocupes, conmigo vas a empezar la mejor etapa de tu vida. Vamos a cambiar todo para que todo siga igual.
e) Sólo te encargo al señor y a diez de sus discípulos. Los demás te los dejo a tu criterio, porque sé que nos van a traicionar.
f) Te perdono lo que piensas, pero no lo escribas. Recuerda que los efectos de una mala comida o una mala columna nunca se reponen.
g) Si sigues escribiendo con tanta osadía, te vas a partir el corazón. ¿Qué acaso renunciaste al viaje a Las Vegas del que tanto me hablaste?
h) Si sigues comentando sobre las personas que te he dicho, no tenemos futuro como amigos.
i) ¿No has pensado en dejar de escribir?. Nos ayudaría mucho con tu silencio.
j) Móderate. Los columnistas no son guerrilleros, aunque mata más gente una mala pluma que una buena pistola.
k) Contigo no se puede mi gurú. Tú no escribes, defecas.
l) En Tamaulipas existe toda la libertad de expresión que se te antoje. Ahí tienes al presidente Obama para que te lo acabes. ¿O acaso prefieres a Felipe Calderón, Betty Parades, Elba Esther Godillo o Enrique Peña Nieto?. Todos son tuyos, atízales. ¿Qué esperas plumífero?.
m) No nos culpes de tus tonterías. Aquí no hay censura, ni línea, ni sombrilla, ni consignas. Sólo hay puro corazón para querer a los buenos amigos.
n) Tú no eres el más “chipocludo” de los columnistas, ni el gurú de redova, ni “Juan Camaney” y mucho menos el “rey”. Tus exigencias son ofensivas e inmorales. Si te gusta tanto Ninel Conde, Belinda y Niurka, pues consíguelas por tu cuenta. Tus caprichos son vulgares e inaceptables. Considérate fuera de nuestros planes y afectos. ¡Hasta nunca, piscachero!