La necesidad de endurecer el reglamento municipal en relación con el medio ambiente es imperiosa. La única manera es aplicar multas a los infractores e infractoras, esto incluye a gatos y gatas y perros andarines que circulan despachando sus revoltijos en jardines y andadores, esto, plazas y banquetas.
Porque está muy bien la terapia animal, esto es buen lenguaje, que se trata de sacar a pasear al perrito por tanto uso, pero no es justo que repartan mojones que después son mancillados por nuestros pies.
Miren, lo que vulgarmente se dice: aplastar mierda.
En tóxicos se cuecen habas. Los automóviles son los extremos contaminantes. Una verificación básica cada año, para que no fumiguen en sus rondas callejeras. Nos ponen el mofle a todo lo que da, sacudiendo con su smog nuestras testas.
Endurecer el reglamento es vital para la Ciudad y los autos tiraaceite y repartidores de muerte deben ser multados.
La Operación Monki es mi propuesta, contra todos los lanzadores de cáscaras de plátanos, chicles, chocolates, pastillas, condones, bolsas de alimento chatarra, en cada alto o en velocidad extrema. No hay respeto al espacio público. Multar y multar es la palabra. Así se mete buena harina al costal y hacemos una Ciudad mejor.
Primero anunciar una breve campaña de concientación y luego, después de una quincena, comenzar con la operación contra los Monkis urbanos.
Por eso mi General Morelos, Regidor citadino, debe complementar su propuesta para hacer severo y no Severa.
Pero cuente con nuestro apoyo, prometo no lanzar ni el pétalo de una rosa por los aires.