Es cierto que las diferencias económicas entre los partidos grandes y los chicos pueden pesar mucho, pero cuesta entender por qué en los primeros días de campaña, pareciera que sólo hay dos o tres fórmulas en la competencia cuando en realidad hay once, una cifra histórica por donde se le vea.
Seguramente el 90% de la población no podría mencionar el nombre de algún candidato que no sean Jesús de la Garza y Ramiro Salazar. Y eso no puede atribuirse solamente a la falta de recursos, también hay una evidente escasez de imaginación entre quienes abanderan a la chiquillada.
Para ellos -uno podría aventurar- ni siquiera ha empezado la campaña. Como si el arranque los hubiera tomado por sorpresa, durante los primeros cinco días lo único que han presumido es una increíble falta de organización.
Esta conducta errante de la llamada chiquillada, alimenta la opinión de quienes aspiran a tener un sistema bipartidista. ¿Para qué tanto gasto en partidos que no tienen la más mínima posibilidad de trascender?, preguntan con algo de razón los más críticos.
Porque si bien, lo que traen en la bolsa los candidatos de dichos institutos políticos pueda resultar una miseria si se compara con el presupuesto de los grandes, cuando se visualizan las cifras globales, cobran sentido los cuestionamientos.
Los partidos recién creados, por ejemplo: Encuentro Social, Humanista y Morena, recibieron para este proceso electoral 120.9 millones de pesos cada uno.
De los tres, sólo Morena parece perfilarse para trascender, los otros dos batallarán mucho para conservar su registro.
Los que siguen en el escalafón y que podrían pelear por quedar en media tabla, obtuvieron más de 350 millones de pesos.
Por eso, es inevitable cuestionar la falta de seriedad con la que, al menos en Matamoros, están encarando este proceso los candidatos y equipos de los partidos chicos.
Poco o mucho, el que manejan es dinero público y por esa razón, la población tiene todo el derecho del mundo de cuestionar su destino.
Y conocer los desfiguros en los que han caído durante el inicio de las campañas, le da valor a la pregunta: ¿vale la pena gastar en ellos?
INE, censor
A los principales actores de la democracia mexicana les da miedo el debate. La confrontación ríspida de ideas y conceptos los pone nerviosos.
Por eso, en las últimas reformas dieron al INE facultades para involucrarse en el contenido de los spots, a tal grado que ahora los consejeros tienen la posibilidad de decidir lo que la ciudadanía mexicana está “preparada” para ver.
Es a fin de cuentas, como cualquier censura, una forma de menosprecio para el gran público.
Ahora es el PRI el que exigió que se bajaran del aire los spots panistas en su contra.
Pero si la circunstancia hubiera sido al revés, puede apostar, el PAN hubiera hecho exactamente lo mismo. Porque tienen la piel delgada.