24 abril, 2025

24 abril, 2025

Confesionario

Ayer fue un día soleado!!!

Confesionario

No me sorprendió que ayer Jacobo Zabludovsky fuera el tema del día, porque se murió, tampoco que hubiera una cascada de comentarios ensalzando su imagen como periodista, ícono del periodismo, maestro de maestros, el referente de la noticia y demás pude leer en las redes sociales y en los canales de televisión.

Así es mis queridos boes, en este país somos de memoria corta y padecemos un ‘síndrome de Estocolmo’ colectivo, por eso nos va como nos va, por eso nos tratan como nos tratan, por eso tenemos la televisión que tenemos, por eso estamos bien jodidos.

Y es que conducir casi 30 años el noticiero estelar del canal estelar vuelve a un hombre como lo fue Zabludovsky en casi un ángel, casi un dios a pesar de que esas casi tres décadas sirvió a lo peor del régimen priista del que hasta los tricolores de hoy se avergüenzan.

¿Y qué dijo Zabludovsky de la matanza de decenas de estudiantes en Tlaltelolco tras días de protestas previo a los Juegos Olímpicos en 1968?, pues nada, servil al sistema de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría la trágica noche en que el gobierno fusiló a los ‘revoltosos’ comenzó su noticiero diciendo: ‘hoy fue un día soleado’

Tampoco se inmutó de la matanza de 1971, de decenas de desapariciones forzadas o los cotidianos fraudes electorales durante los 30 años en que Televisa y el sistema lo convirtieron en el periodista de más influencia del país.

Para el numerito de ayer no existió la corrupción de personajes como El Negro Durazo, porque fue, como dicen los que lo defendían ayer, era un periodista de su tiempo. ‘Es que no podía decir nada, estaba amenazado’.

Lo vi por más de 15 años, Jacobo era un tipo que evidentemente disfrutaba su trabajo, sí disfrutaba manipular a un pueblo un poco menos culto como el que ahora intenta manipular Joaquín López Dóriga y compañía.

Disculpar a Zabludovsky bajo el argumento de que era un periodista de su tiempo es como querer dispensar a los generales nazis los millones de muertos bajo su mando solo porque recibían órdenes de Adolf Hitler.

¿Maestro?, claro, tal vez sí lo fue, porque de los malos ejemplos también se aprende, Zabludovsky le enseñó a Dóriga, a Carlos Marín, a Adela Micha y Carlos Loret de Mola, a Lily Téllez a Javier Alatorre que arrastrarse ante los deseos del gobernante en turno deja jugosos dividendos.

Les enseñó que una mentira repetida diez veces ante un público incapaz de discernir, de formarse opiniones propias a partir de la lectura genera verdades colectivas.

El muerto del día soleado de ayer fue el maestro en el arte de ocultar, matizar, desviar la atención, servir de tapadera y entretener al pueblo entero mientras los poderosos saqueaban, mataban, transaban.

No, no todo en Zabludovsky es tan malo, era un excelente entrevistador cuando no se trataba de manipular al pueblo, le recuerdo exquisitos trabajos de sus encuentros con María Félix, Fidel Castro y Salvador Dalí.

Crónicas estupendas como las del terremoto de 1985, aunque también en aquella ocasión sirvió descaradamente al presidente Miguel De la Madrid ocultando la cifra de muertos.

También es cierto que en los últimos años, venido a menos luego de que en enero del 1998 dejara 24 Horas de la Noche en manos de uno de sus mejores alumnos en el arte de ocultar Guillermo Ortega Ruiz y en el 2000 renunció a Televisa junto con su hijo, Jacobo en la radio se convirtió en crítico del gobierno federal y su presidente. Claro, el presidente a partir de ese año y por los siguientes 12 no era del PRI.

El caso es que ayer se fue, murió el que para muchos fue el mejor periodista de este país, para mí y creo, por lo que vi en mi muro de Facebook, falleció una de las herramientas más letales que tuvo el viejo sistema político mexicano contra la democracia, dejó de existir el maquillasta del tirano.

Hoy seguro continuarán los homenajes, como los hubo ayer de parte del Presidente Enrique Peña Nieto y muchos gobernadores, no me extrañaría que muy pronto se instituyera un premio nacional de periodismo en su nombre, no me extrañaría que su nombre se instalara con letras de oro en el Congreso o que una avenida muy importante de la capital o en los estados sea llamada con su nombre.

De México y su pueblo, del que formamos parte, no me extraña nada, porque ayer se mostraba dolido por la muerte de quien manejó la memoria colectiva hacia donde el tirano quería. Bendito pueblo.

Ahora Jacobo no se vería obligado a rechazar los reconocimientos, ni a tener que pedir disculpas, como cuando hace unos meses tuvo que decir: no gracias, ante la presión de una comunidad universitaria que se opuso a que se le entregara un doctorado honoris causa, ellos sí con harta memoria.

En fin, una disculpa a los fans de Zabludovsky por referirme a él en los términos en los que lo he hecho, pero es lo que pienso. Para su familia mi pésame, para él: que Dios lo perdone y lo reciba en su gloria.

Comentarios: meliton-garcia@hotmail.com Twitter: @melitong

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