TAMPICO, Tamaulipas.- Un trabajo obligado por una amenaza, una ayuda «generosa» o simplemente un cruce en la jornada laboral. Las experiencias de profesionistas tamaulipecos que viven en los municipios con alto índice de inseguridad o trabajan en poblados rurales son un botón de muestra del peligro que azota al estado. En algunos casos, el riesgo aumenta por la naturaleza de la profesión de las mujeres y los hombres.
La ola criminal, con epicentro en la entidad, transformó la vida cotidiana: taxistas, médicos, ingenieros, maestros, notarios, los cuales enfrentan hechos u observan escenas violentas. Los protagonistas de los testimonios recogidos por EXPRESO/LA RAZÓN saben que la suerte estuvo de su lado. Ellas y ellos coinciden en que sus historias son «anécdotas», pues no murieron o desaparecieron.
De vendedor a taxista
El coche avanza por la calle Matamoros. El pelo canoso de Juan N. se mueven por el aire que entra por la ventana. El hombre de 60 años conduce a 50 kilómetros por hora. El sol se desparrama por la sierra hasta la zona urbana de Victoria. Es la hora laboral en la capital de Tamaulipas, pero la mayoría de los 321 mil 953 habitantes no salen a caminar a la intemperie a mediodía.
-¿De dónde viene? -dice el chofer.
-De Tampico.
-Allá sí está canijo. Yo conozco por allá.
-¿Vivió en el puerto?.
-No, era vendedor de productos variados. Me sabía toda la ruta del sur, Mante y el cuarto distrito.
-¿Y qué pasó?
-Ya no se pudo circular los últimos años. Ya ve cómo se puso.
Desde los 30 años Juan salía de Victoria con un camión lleno de pedidos de artículos de limpieza, que repartía en zonas rurales del sureste tamaulipeco. El área con más venta era El Mante y los ejidos y congregaciones cercanas. Empero, un día empezó a cambiar el ambiente tranquilo y campirano de los viajes. Primero vi mucha vigilancia para entrar a algunos pueblos. Luego ya eran más güercos armados, de’a tiro chamacos, cuenta.
Eran los últimos meses de 2010; el chofer de camión todavía recorría la ruta. Sin embargo, en los viajes a El Mante los compradores le advirtieron del peligro de circular en los caminos ejidales después de las 18:00 horas. Juan afirma que a partir del asesinato del excandidato priista Rodolfo Torre Cantú escuchaba de la violencia, pero nunca se imaginó que llegara a afectar su fuente de subsistencia.
El día fatal fue un martes. Juan enfiló hacia Los Aztecas. —Cuando la cosa se puso fea, dice sin dar detalles, no pude entrar a dejar el producto. No avancé a los otros pueblos, mejor me volví a Victoria. Llegué, le dije al patrón que ya dejaba el trabajo porque no se podía entrar. Porque sí llegaron a revisar el camión unos chamacos con armas. No pasó nada feo.
A partir de 2011 Juan conduce un taxi por las calles de la capital. Evade a la pregunta si el poder adquisitivo de la familia bajó. En cambio, reconoce que también ha visto situaciones violentas y ante la alerta prefiere quedarse en la rampa o guardarse en su casa. Esperamos todos que se calme ya, porque hay días que ni trabajar se puede, ni pasaje, ni los de gobierno salen, comenta y sonríe.
Trámite obligado
Tampico es la ciudad de Tamaulipas con más notarías públicas, aproximadamente 60. Decenas de notarios abren sus oficinas a las 9:00 horas. Pocos laboran después de las 17:00 horas. Sin embargo, a pesar de que era viernes y casi las 20:00 horas, Jesús N. junto con su secretaria y una asistente trabajaban para alistar un trámite al día siguiente.
La secretaria habló para decir que un conocido me buscaba. Vi —señala la pantalla de monitoreo del sistema de video vigilancia— que venía con otra persona. Le pedí que les dijeran que los atendía el sábado. Insistieron en pasar varias veces hasta que accedí que entraran a verme, recuerda el abogado.
El hombre que conocía el notario planteó el trámite que necesitaba. El segundo solamente escuchó. El notario aconsejó que volvieran otro día. Trató de convencerlos con el argumento de que el trámite se prolongaría hasta la otra semana por el cierre de las oficinas gubernamentales. Ambos clientes presionaron; la lucha se prolongó hasta que el varón que permanecía callado habló.
—Lo necesitamos para ahorita, dijo el hombre con voz fuerte. La exigencia fue acompañada con la aparición de una pistola que colocó sobre el escritorio. —Eso me hubiera dicho, ahorita hacemos el papeleo, respondió obligado el fedatario. Después de media hora concluyeron el trámite. En la siguiente semana los implicados pasaron por los oficios. Nunca más regresaron a la notaría.
De acuerdo con el Colegio de Notarios Públicos de Tamaulipas en los últimos 4 años han desaparecido 5 titulares de oficinas. La versión que circula entre los colegas es que los abogados fueron presuntamente privados de la libertad por criminales para hacer trámites a su favor.
Vista especial
…Dígame si puedo o no, pa’ no tener esperando a mis muchachos en la puerta, le dijo un hombre de gorra, aproximadamente 45 años, al médico Gonzalo N. Él quería ver a su madre que recién habían operado de la columna en un hospital de Ciudad Madero. El hijo llegó por la noche; dos horas después de que terminó el horario de visita. El galeno pidió que volviera mañana en el periodo de horas fijado. El hombre insistió: —Es un favor, ahí tengo esperando a mis muchachos en la puerta se van a cansar.
Gonzalo N. miró hacia la salida del hospital: afuera de pie vigilaban dos jóvenes altos cerca de una camioneta encendida que bloqueaba la salida de las ambulancias. Adentro, en el área de espera, cuatro varones los observaban de lejos. Todos portaban gorras con viseras grandes. El médico consideró la prenda como un distinto. En unos segundos comprendí porque me pedía el favor de la visita nocturna.
—La mamá llegó recomendada al hospital. Se le atendió como a todos, bien. Creo que otros hijos llevaron el proceso previo y post operación. Le dije que esperara. Fui a preguntar el estado de la señora. Después salí para llevarlo al cuarto. El señor estuvo dos minutos viendo a la mamá dormir. Salió, agradeció, dejó su tarjeta y se fue junto con los otros hombres. Eran las 10, pasadas, de la noche, puntualiza el médico.
Un año después del hecho, Gonzalo N. y el hombre de los jóvenes con gorra se encontraron en un centro comercial. El médico confiesa que intentó esconderse, pero él le buscó la vista y lo saludó a lo lejos.
En México de 2009 a la fecha han asesinado a 66 médicos y pasantes de la licenciatura en medicina, de acuerdo a asociaciones de profesionales de la salud. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud denunció que tan sólo en 2015 500 médicos solicitaron su cambio de plaza de los estados de Michoacán, Tamaulipas, Sinaloa, Veracruz, Jalisco y Guerrero.
Alumnos «agradecidos»
De descendencia magisterial, Guadalupe N. siempre ha trabajado en escuelas públicas, exactamente en planteles ubicados en zonas rurales. El estreno de profesora fue en una primaria enclavada en uno de los ejidos de Villa
Manuel. Años después consiguió el cambio a una escuela cerca de su casa. Niñas y niños con padres analfabetas y que apenas contaban con el dinero necesario, era la situación común que observaba.
-Siempre han sido escuelas que carecen del mobiliario necesario o del material didáctico -recuerda- ni los papás de los chamacos tienen para comprarles los útiles de la lista-. Cada frase la acompaña con un gesto y un movimiento de brazos; tal parece que al contar su historia estuviera dando clases de español frente a uno de los cientos de grupos que ha atendido.
Guadalupe dice que hace 2 años parte de las carencias de los alumnos cambió. Un grupo ya cumplía con los materiales educativos, aunque los niños y niñas no se mostraban animados por aprender. -Andaban con el celular en las manos viendo vídeos y con canciones de banda y yo dando clase-. Los regaños se reprodujeron pero ninguno hacía caso.
Poco a poco el ambiente entorno al ejido y la escuela fue cambiando. En unos meses el vocabulario y las actitudes de los estudiantes exhibían un problema lejano a la educación. Para el ciclo escolar de 2013-2014 bajó la cantidad de inscripciones. -Luego ya veía a los niños de quinto o sexto en camionetas grandes que andaban en los caminos de aquí y en la carretera-.
La temporada de lluvia había dejado en pésimas condiciones los salones. En la mayoría se trasminaba el agua; el salón de computación era el más dañado.
El reporte de las afectaciones se envió a la Secretaría de Educación de Tamaulipas. La respuesta nunca llegó. Los que sí llegaron fueron hombres civiles en varias camionetas. El convoy se paró frente a la escuela. Eran varios ex alumnos que ofrecieron rehabilitar las aulas. No sabíamos bien a bien quiénes eran. Algunos sí los reconocimos. Al día siguiente llegaron los obreros con las herramientas y el material para reparar los techos. Hasta construyeron un aula nueva- acepta la profesora. De los alumnos «agradecidos» no tuvieron noticia. Los estudiantes que se inscribieron al siguiente periodo educativo gozaron de las mejoras que no pudo dar el gobierno.