Después que fuera el gobernador de Chiapas quien anunció la eliminación total del cobro de la tenencia en su estado, Ramiro Ramos Salinas, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso, reveló que aumentarán la cancelación de este pago a los dueños de vehículos que hayan pagado menos de 250 mil pesos por su unidad automotriz.
Con lo cual menos de cien mil contribuyentes dejarán de pagar este impuesto, el legislador priísta confía en que todas las Corrientes del congreso se decidan a apoyar esta decisión.
Y argumenta que el dinero que se recauda el 37 por ciento se destina a los municipios para la compra de semáforos, mejoramientos de vialidades y señalamientos en cruceros.
Me pregunto, qué afán de mantener el cobro, por qué unos cuantos deberán de seguir desembolsando dinero, mientras la mayoría de los tamaulipecos ya no pagan ese impuesto.
Se me hace de lo más injusta esta medida, y más porque las calles de los municipios presentan condiciones deplorables, no tenemos que irnos muy lejos, con recorrer Ciudad Victoria tenemos para saber que el dinero no se está empleando debidamente porque las calles y avenidas en muchos sectores están intransitables.
No entiendo qué espera el gobierno estatal de esta medida, ¿que se le agradezca? Seguro que no, si ya de por sí las condiciones de vida para los ciudadanos y ciudadanas es muy difícil, más lo será sabiendo que hay un pequeño grupo de contribuyentes que siguen atados al pago de un impuesto cuya razón de ser dejó de existir hace décadas.
Porque el dinero recolectado supuestamente serviría para financiar los juegos olímpicos del 68. Mucha agua ha corrido debajo de los puentes tamaulipecos para que continúen empecinados en mantener un cobro que es injusto y discriminatorio.
¿Cuándo entrarán en razón?
LAS TELEVISIONES COSTOSAS
Recuerdo un hecho que alguna vez escuché en Nuevo Laredo cuando la banda radiofónica se amplió de Amplitud Modulada a Frecuencia Modulada.
En esa frontera no existía ninguna radiodifusora que fuera FM, la primera fue XHNOE Stereo 91, que a la fecha sigue funcionando.
Cuentan quienes vivieron esa historia, que el dueño de la nueva radiodifusora Noé Cuéllar, padre del actual dueño, al ver las posibilidades que se abrían para su negocio decidió incentivar a la
audiencia regalando radios donde pudieran escuchar a su estación.
Esa acción permitió posicionar su estación y el negocio que representa ser concesionario de radio y mantener una fuente de trabajo que sigue tan vigente como hace décadas.
Pero fue el propio empresario el que decidió motivar a sus radioescuchas.
Hoy vemos un espectáculo deprimente encabezado por el gobierno federal de Enrique Peña Nieto que está “regalando” televisores que permitan seguir recibiendo la señal de televisoras abiertas como TV Azteca y Televisa, cuando llegue el apagón analógico.
Qué tristeza, el gobierno financiando a las empresas privadas para que sigan con un público cautivo de sus programaciones basura.
Hasta ahora no he visto ni Emilio Azcárraga Jean ni a Ricardo Salinas Pliego regalando televisores digitales a su público. Quién dijera, el propio gobierno peñista promueve que la población siga de espectadora de programas nada edificantes, de noticieros que no reflejan la realidad que se vive en el país.
Me pregunto qué pensaría Noé Cuéllar padre, de esta acción del gobierno federal, del contubernio que tiene con las televisoras que están llenas de dinero y no son capaces de contribuir con sus audiencias. Mientras que él, en aquellos momentos un modesto concesionario se atrevió a romper esquemas solidarizándose con sus radioescuchas.
Y a propósito, mientras la Secretaría de Comunicaciones afirma que el apagón analógico será el 17 de diciembre, Enrique Peña Nieto al entregar el televisor 8.2 millones dijo que esa acción será el 31 de diciembre. Ni en eso se ponen de acuerdo.
Además está claro que a la ciudadanía le resulta más provechoso vender los televisores recibidos que quedarse con ellos. Son diez millones de televisores que se repartirán, no han transparentado el costo de los mismos y a quién se los compraron. Pobre país nuestro.
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