Tamaulipas es desacreditado en el ámbito nacional, por su inseguridad
Una movilización social, pero pacífica, mañana podría paralizar labores
Primer debate exhibirá la fortaleza de cada uno de los ocho candidatos
Baltazar con clara ventaja sobre Francisco García y Gustavo Cárdenas
Duro le han tupido a Tamaulipas los políticos antagónicos al tricolor y los medios de comunicación masiva (cuyos feudos se localizan en la Ciudad de México), por los cruentos sucesos registrados en los últimos días que, consecuentemente, sembraron el terror entre la población –estimada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 3 millones 441 mil 698 habitantes–, pese a observarse en las calles un nutrido patrullaje de militares, marinos y efectivos policiales.
Y esto obliga al Gobierno federal a poner más atención en la entidad por tratarse de delitos inherentes a su propia incumbencia.
Sobre todo porque hasta hoy, incluso, la incursión de sus fuerzas ha sido poco productiva, ya que en lugar de disminuir aumentan las muertes de inocentes –como el niño masacrado en la colonia Mariano Matamoros hace apenas cuatro días; los dos jovencitos muertos en el 16 Veracruz; y al púbero acribillado junto a su madre, en la colonia Mainero (todos estos en Ciudad Victoria)–, atizando así la irritación social que exige seguridad y justicia, por su hartazgo de estar indefensa ante la ola de secuestros, la extorsión y toda práctica de ilícitos cometidos por la complicidad, omisión o
incapacidad de quienes son responsables de combatir el delito.
Mañana por ejemplo, está programada una magna concentración en la calle ocho, justo frente a la Casa de Gobierno, para exigir seguridad. Y aunque los convocantes no dan la cara, la invitación se ha vuelto viral en las redes sociales.
Ese llamado incita a no presentarse a trabajar, ni llevar a los niños a la escuela, como una muestra de la irritación social que clama ¡ya basta!
En su argumento, los promotores del paro de labores destacan, que: “Ya es justo hacer algo por nuestras familias, los comercios y hospitales. ¡Queremos seguridad y eso vamos a exigir! Ya estuvo bueno. Creen que el pueblo no nos podemos manifestar, porque hemos estado agachados. Ya es hora de despertar… ¿Qué vas a esperar? ¿Qué maten a tus hijos? No hay que esperar el día de las elecciones…”
Lamentablemente, hay candidatos a la gubernatura que el problema buscan politizarlo en beneficio particular –sobre todo en este proceso por creer que la población se traga sus promesas–, ofreciendo soluciones ‘al botepronto’, como lo consignan puntualmente las notas periodísticas, pero no opinan igual quienes gustan del análisis.
Usted ha escuchado o leído hasta ahora, que los rivales ocasionales de Baltazar Hinojosa Ochoa en su proselitismo ofertan el compromiso de restablecer la seguridad pública en Tamaulipas, pero ninguno, hasta hoy, ha mostrado un proyecto convincente a la sociedad, pues (seguramente) aplican la vieja frase de que ‘prometer no empobrece’.
Como fuere, el asunto de la movilización social ¿espontánea?, claro que atrapa la atención.
Sobre todo ahora, cuando la sociedad empieza a ganar la calle.
Más para bien que para mal, según lo creo.
Cara a cara
El sábado venidero, en el Teatro Juárez de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) tendrá lugar el primero de los dos debates obligatorios entre los ocho candidatos a la gubernatura.
Sin embargo hasta hoy, sólo Baltazar Manuel Hinojosa Ochoa (PRI-Panal-Pvem), Francisco Javier García Cabeza de Vaca (PAN) y Gustavo Adolfo Cárdenas Gutiérrez (MC), han mostrado (públicamente) interés en la discusión (frente a frente), que, por vez primera, en Tamaulipas ofrece una contienda de tal envergadura.
En cambio, los otros cinco abanderados soslayan tocar el tema aún, según aprecio.
Quizás porque hasta ahora las condiciones les son inapropiadas por la notoria desigualdad en cuanto a su posicionamiento.
De cualquier forma es un buen momento para aclarar que un debate es el encuentro entre pares (basado en la discusión y controversia), cuya intención busca desde el inicio exhibir dos o más posiciones encontradas en torno a un tema, programa o proyecto.
El objetivo principal consiste en hacer que las partes antagónicas en ideología, doctrina, militancia política o posición social, de cara al público defiendan y/o critiquen (con argumentos consistentes) los supuestos que sustentan a través de la confrontación verbal.
Pero regidos por un moderador que se supone debe ser un individuo neutral, equilibrado y profesional.
La importancia de esta lid estriba en presentarle a la audiencia todas y cada una de las ofertas de los candidatos, en torno a una realidad, a fin de permitirle asumir su propia postura tras reflexionar sobre lo expuesto.
Objetivo útil
En este proceso electoral, es indudable que el debate podría resultar un ejercicio saludable para nuestra incipiente democracia.
Sobre todo, si se busca una contienda altamente competitiva, donde los ocho abanderados en verdad quisieran convencer al votante, sobre la viabilidad y justeza de sus propuestas.
Sin embargo, creo pertinente aclarar que no todo debate es viable ni constructivo para los actores involucrados; o la sociedad que en menor o mayor nivel está pendiente de las diversas expresiones,
manifestadas en torno suyo.
Pero de que los intercambios de ideas son sanos, ¡claro que así es!, pues de entrada los participantes exhiben su madurez o inexperiencia; la debilidad o fortaleza de sus proyectos; su humildad y/o arrogancia; como el oficio político y su falta de tablas, en algunos casos.
Golpeteo estéril
Para que el primer debate pueda concretarse exitosamente, primero hay que procurar que existan las condiciones propicias de equidad, en todos los aspectos.
Máxime cuando se pone en juego el destino de Tamaulipas.
Es decir, antes de alentar una discusión pública de tal naturaleza, se requiere analizar si los personajes invitados son merecedores al debate y tienen similares posibilidades de triunfo en esta contienda; aparte de otro esencial atributo: haber dado muestra de responsabilidad, ecuanimidad y compromiso hacia la población que aspiran representar.
Empero, por ley debe realizarse éste y en puerta está un segundo.
Consigno lo anterior porque de nada valdría que se llevaran a cabo encuentros desiguales y estériles, donde algunos personajes exhibieran falta de trabajo político, credibilidad y propuestas sensatas, mientras que otros asomaran prendas totalmente opuestas, como se observa a las dos semanas de haber iniciado las campañas proselitistas.
Entonces, resulta obvio que toda discusión pública, en torno a una problemática o proyecto, sólo sea admisible entre pares. Ello como un acto de elemental justicia, que además significaría para el espectador la posibilidad de enriquecer su percepción en torno a los adversarios y su capacidad.
Falta de cultura
En lo personal convencido estoy que en la geografía estatal la cultura del debate es incipiente.
Y cuando éste se ha dado (al través de los medios de comunicación masiva) no ha sido porque así lo haya determinado la Ley Electoral –hay ejemplos–, sino porque los escenarios en que desarrollan campañas los candidatos, han sido adaptados como pancracios que nada tienen que ver con el ejercicio de la democracia.
Por ejemplo, en esta etapa electoral, a diario vemos cómo al través del spot los monopolios televisivos aparentan pluralidad al dar entrada a los puntos de vista encontrados de dirigentes partidistas y los ‘líderes’ de opinión, forzando así el debate, sin que esto traiga mayores beneficios a los destinatarios del mensaje que, de una u otra forma, esperan con más pena que gloria los encuentros frontales de los ocho candidatos.
Inclusive, los amos de la pantalla chica, al igual que los hombres del poder político tienen intereses y preferencias ideológicas que exhiben en forma implícita, al descalificar a quienes no comulguen con la visión que defienden; o no paguen en forma puntual sus servicios de imagen.
Por tanto, creo que las polémicas públicas, ya en forma abierta y/o directa, debieran realizarse cuando existan condiciones adecuadas y no haya posibilidad de que uno de los contendientes se monte en la fama de otro, al omitir pronunciar seriamente sus posturas para dar paso a la agresión verbal.
De cualquier forma, por ley, se llevarán a cabo.
Recomendación
Lo mejor, entonces, sería coadyuvar a que los ciudadanos eleven su capacidad de reflexión y análisis (en torno a los temas de interés público) de manera sistemática desde los lugares donde estudian, viven, trabajan y votan, mediante esquemas y propuestas serias, que frenen la tentación de aventureros, aprendices de brujo y falsos profetas, que suelen faltar a la verdad en toda oportunidad y sin el menor remordimiento ni pudor.
Lo que viene
En cuanto a los debates municipales y/o distritales, que por ley no son obligatorios, considero que la oposición, más que debates, lo que ya prepara son trampas mediáticas –como lo acostumbra en todo proceso–, mientras para los priistas esos choques les resultarían insulsos e inútiles, porque podrían convertirse en verdaderas ‘cenas de negros’, pues si algo distingue a sus pares, es, precisamente, su baja proclividad a la confrontación propositiva.
Además, otro motivo por el que debieran cancelarse los debates, en los 22 distritos y 43 municipios, es que hay una evidente distancia en las preferencias electorales, como claramente lo confirman las estadísticas más recientes.
De ahí que la postura del alto mando priista de mantenerse callado sobre la posibilidad de que participen en debates sus candidatos a las 43 alcaldías y al Congreso, en lo particular, me parezca correcta.
Y más cuando sus abanderados no han iniciado campaña, pero sí dialogan todos los días, libremente, con la sociedad, tanto en las ciudades como en el campo y con sus diferentes sectores, a fin de analizar la problemática en distintos rubros y tratar de alcanzar acuerdos para solucionar lo prioritario una vez instalados en los ayuntamientos y la legislatura que viene.
Medición periódica
En los últimos nueve meses el Gabinete de Comunicación Estratégica se ha ocupado de medir las preferencias electorales en Tamaulipas. Pero el resultado periódico de esas encuestas lo mantuvieron oculto (la empresa y sus contratantes), hasta que surgió el documento apócrifo que coloca a Francisco Javier García Cabeza de Vaca como favorito.
Para desmentirlo el apoderado legal del consorcio, Jesús Rodríguez Díaz, se apersonó ante el Instituto Electoral de Tamaulipas (Ietam), pues éste ya circulaba profusamente al través de las redes sociales.
Y, ante la prensa, afirmó que han hecho levantamientos municipales para distintos partidos, “pero estatal para gobernador, no”.
Sin embargo a los pocos días se divulgó otro estudio avalado éste sí por la firma, donde Baltazar Manuel Hinojosa Ochoa surge como posible candidato ganador –con 19.8 puntos porcentuales sobre su contendiente más cercano–, al sumar el 42.8% de las preferencias, mientras que el 23 por ciento beneficia al abanderado albiceleste.
José Francisco Chavira Martínez (independiente), apenas alcanza el 1.2%; Gustavo Adolfo Cárdenas Gutiérrez (MC), el 0.5; y empatados con un 0.3 aparecen Héctor Martín Garza González (Morena), Abdíes Pineda Morín (PES) y Jorge Osvaldo Valdez Vargas (PRD).
Armando Vera García (PT), no pinta, aunque sí y con mucho peso la indefinición (que podría traducirse en abstencionismo), con un 26%.
La difusión del estudio como era de esperarse, ha incomodado a los rivales ocasionales de Balta, aún cuando sus resultados coinciden con la percepción ciudadana, a casi dos meses (53 días para ser exactos) de la jornada comicial.
Precisiones
En una interpretación serena de los acontecimientos –sin desestimar a la empresa, pues sus cifras empatan con la apreciación del electorado–, considero que el abogado se fue de la boca, ya que, en su
misma página electrónica, el Gabinete de Comunicación Estratégica confirma que sí ha realizado otras mediciones a nivel estado.
Y hasta eso, mensualmente.
Tan es así que describe la intención del voto por partido desde el 28 de julio del 2015 –ya había concluido el proceso federal–, cuando, según su propia gráfica, el PAN alcanzaba el 16.9 por ciento de las preferencias ciudadanas; hacia el 1 de septiembre se situaba en 17.3; en octubre 8 en 22.4; bajó en noviembre 13 al 21.2, y en diciembre 8 remontó al 23; el 14 de enero (ya del 2016) volvió a caer (21.8); el 16 de febrero logró 24.7; y, en abril 5 nuevamente bajó, situándose con 22 puntos.
En las mismas fechas, el PRI apareció con el 21 por ciento a favor y de ahí creció al 24.3; disminuyó al 22.2 y remontó al 23.9; nuevamente la intención del voto lo hizo perder puntos hasta colocarse con 22.3, pero al mes siguiente creció al 25.1; bajó de nueva cuenta al 23.3, en febrero del año que cursamos, y hacia los primeros días de abril se levantó (25.2%), como igual lo plasma el concentrado de la empresa.
De los otros membretes ni me ocupo por ahora, pues no cotizaron al seguimiento mensual que aparece detallado (puntualmente) en la página electrónica del corporativo.
Como fuere, el estudio de opinión buscarían desacreditarlo al menos Paco García y Gustavo Cárdenas, acatando la orden de sus promotores: Ricardo Anaya Cortés (a) ‘El Cerillo’ y Dante Delgado Rannauro ‘El joven viejo’.
¡Ah!, pero eso sí, con una estrategia bien marcada como sería tratar de convulsionar el proceso, bajo el infame argumento de que ésta podría ser una elección de Estado.
Por eso hay que recordarles a ‘El Cabezón’ y ‘La Guayaba’ que ellos y sus partidos son los responsables de su corto crecimiento –en el ánimo ciudadano–, ya que ambos han tenido tiempo y de sobra, para, igual que el candidato priista, recorrer el estado completo; tocar puertas y dialogar con el electorado.
Pero han soslayado desarrollar campañas intensas y propositivas en gran parte de los 43 municipios (hay constancia de ello), así como en los ejidos, donde quizá sus habitantes aún esperan tener un contacto directo con ambos y caminar a su lado sorteando surcos.
Quizá no lo han hecho a fondo por temor al calor, el polvo y la gente que ya nada quiere saber de políticos aventureros, según lo deduzco por los reclamos cotidianos del conglomerado.
Otros factores
Al resultado de la medición del GCE, bien sé que igual contribuyeron la desconfianza y/o pérdida de credibilidad, hacia Acción Nacional (PAN), Movimiento Ciudadano (MC), De la Revolución Democrática (PRD) y Del Trabajo (PT); el desconocimiento de que hay dos nuevos membretes: el Partido Encuentro Social (PES) y Morena; más el hartazgo hacia Nueva Alianza (Panal) y Verde Ecologista de México (PVEM), que siempre han jugado a las pegadas colgándose del Revolucionario Institucional (PRI), para cuando menos garantizar sus registros y prerrogativas económicas, pese a sus marcadas incongruencias y la poca seriedad con que se conducen en Tamaulipas.
¿O miento?
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