CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- La antigua ruta terrestre conocida en Tamaulipas como carretera Victoria – Tula, vuelve a ocupar la memoria de los victorenses al convertirse en paso obligado por los viajeros durante la transportación de grandes calderas rumbo al estado de Hidalgo.
El camino nacional Victoria – Tula que ahora volverá a ser la experiencia visual para los conductores está plagada de historias de gloria y lágrimas.
El doctor Octavio Herrera Pérez, narra en su artículo El Camino Real a Tula la necesidad de un camino que uniera al Nuevo Santander con el centro de la Nueva España, ya en la época independiente continúan los intentos por evitar la Sierra Madre Oriental, buscando otras rutas por «Las Reja», «El Huizachal» y a través del cañón San Marcos.
Durante la administración del gobernador Fernando Vital Fernández, se inicia el camino de «Las Minas», los presos de la época trabajaron en ese proyecto y parte de esas ruinas históricas aún son visibles en la zona de «El Huizachal», más tarde por esa ruta se trazaría el Camino Real y quedaría inconcluso.
En el Periódico Oficial del Estado, junio del año 1900, se publica el inicio de los trabajos de la carretera en tramos como Victoria – Tula, Ocampo Tula, Victoria – Matamoros y otras rutas que treinta años después verían su culminación bajo las órdenes del ingeniero José Duvallón.
Su construcción se dividió en seis tramos y para ello cooperaron también hombres que aún cuando no eran las familias acaudaladas de Victoria, si tenían generosidad para participar en la obra, pues veían en la carretera una posibilidad comercial y la modernización de Victoria y otros puntos a su alrededor.
El Periódico Oficial del Estado registra al mes dos donaciones, la primera del ex Obispo Eduardo Sánchez Camacho propietario de la Quinta del Olvido en el Huizachal y don Blas Walle con su Hacienda en La Maroma, quien aportó la mano de obra de 68 trabajadores de su Finca, ya que en aquella región se decía hacían falta brazos para continuar el camino. Por su trabajo, el ingeniero Duvallón le extendió un certificado pues vigiló que se cumpliera el trazo del «Camino Carretero Nacional C. Victoria a Tula de Tamaulipas», tal como se había proyectado.
El primero de los tramos carreteros de Victoria – Progreso, construído durante la administración del General Manuel González y reparado durante el gobierno de don Guadalupe Mainero, el segundo tramo iba de Progreso a La Cumbre de la Sierra, el tercer tramo iba de La Cumbre a el Rancho de La Joya, el cuarto de Joya Verde al Campamento de La Unión, el quinto tramo de la Unión a la Mula, en el Valle de Jaumave y el sexto tramo eran 32 kilómetros planos en la Cordillera de El Zorrillo.
El camino se inauguró en el año 1900 antes de ser concluído en su totalidad, pero sin detener la afluencia de los vehículos de la época y animales de carga.
Del año 1900 a 1901, los trabajos se dedicaron a ensanchar el camino, para proyectar terminarlo en el año 1904.
El camino se hizo otorgando gastos mensuales de 125 pesos y ajustando recursos sobre la marcha al despedir trabajadores del municipio de Palmillas y la manutención de 20 presos menos en la cuadrilla de La Unión.
Ese viejo trazo quedó en el olvido con la construcción de un nuevo sistema carretero en 1925, cuando el presidente Plutarco Elías Calles, concedió la construcción de nuevas vías de trasporte terrestre.
Este trazo llegó a Victoria hasta el año 1928 y el ansiado enlace con la Ciudad de México se logró hasta el año 1936, pero el proceso no acabó hasta el año 1964.