CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- La Secretaría de Educación de Tamaulipas concursó 23 plazas de telebachillerato en 2015, desde entonces, los maestros que acreditaron ser idóneos se encuentran trabajando sin pago, ni plaza. Las actuales autoridades les informaron que no tendrán su base porque todo fue una farsa.
Uno de los afectados, Pedro Hernández, dio a conocer que tras ganar el concurso de oposición, él y sus compañeros fueron integrados a telebachilleratos de áreas rurales, donde se han encontrado sin sueldo, sin servicios básicos, e incluso a punto de ser linchados, como le ocurrió a uno de sus colegas en el ejido El Aguacate.
“Hicimos el examen de oposición para tener derecho a la plaza en telebachillerato, esto fue en 2015, nos dijeron que ganamos idoneidad, que se iban a crear plazas para telebachillerato, para pagarnos quincenalmente”.
“Yo estaba en Mante, me fui a Soto La Marina, pero sin pago, pasa el primer semestre, llega 2016 y cambia la administración, nos dicen los nuevos
administrativos que las plazas no existen, que todo fue una farsa, que todo fue un fraude, pero tenemos papeles que muestran lo contrario. Nos traen que sí existen, luego que no están, hemos ido como 20 veces al área de operatividad de telebachillerato, con Pedro Rodríguez”.
Hernández expuso que cada uno de sus compañeros cuenta con el papel que demuestra su resultado de idonéidad, aunque ahora son sólo 17 los profes que siguen luchando por su derecho, el resto desistió.
“En el concurso de oposición se abrieron 23 plazas, pero problemas con papeles algunos compañeros desistieron, ahorita somos 17, y los demás maestros de contrato, en total somos 120 de telebachillerato”.
Expuso que les realizaron un sólo pago, en agosto pasado, pero les adeudan el resto del dinero, que asciende a cinco mil pesos quincenales por cada uno de los 17 maestros, es decir, 850 mil pesos en total.
“El último pago que se nos dio fue en agosto, son cinco meses en los que tenemos que ver de dónde sacamos prestados, ya hasta el cuello de deudas, y seguimos cumpliendo”.
Además de la falta de recursos económicos, los maestros rurales se enfrentan a las carencias propias de las comunidades, e incluso el enojo de algunos habitantes al percibirlos como las autoridades que deberían resolver sus problemas.
“Estamos en zonas rurales, en ejidos que están demasiado apartados de la mancha urbana. En el ejido El Aguacate, entre la sierra, sin señal, sin agua, ni luz, una vez querían linchar a un compañero, le reclamaban de los problemas de la comunidad porque creían que era la autoridad municipal, pero no era así. El profesor estaba sin plaza, sin sueldo, y atacado por la comunidad”.