Las imágenes de la antigua ciudad y sus vivencias desaparecen lentamente, al igual que una película que se vela con el tiempo. Si algo he sentido es la pérdida de la solidaridad con el vecino por una ciudad que se agranda y que desfigura. Las personas, nuestros vecinos se han diluido en la identidad de lo desconocido y con ellos los saludos, los buenos días y las buenas noches. Y lo más sensible, es la ausencia de la solidaridad y la amistad en quienes vivimos en una ciudad que perdió sus sanas actitudes.
Hace algunos días dejó de existir la señora Yolanda de la Garza Zuani, entrañable persona que forma parte del dibujo de generosidad de la vieja ciudad.
Ella como otras personas de su generación dejaron rasgos significativos de solidaridad y generosidad.
Madre de una numerosa familia, viuda del apreciado doctor Marianito González, persona que veló por muchos años por la salud
de nuestra comunidad. Un querido médico de pueblo, donde no escatimó días de lluvia y frío por atender a sus pacientes. No existía entonces una actitud
de lucrar con la salud, siempre solidario con la gente que menos tenía.
Doña Yolanda, Yolanda como siempre le dijimos pertenecía esa clase de gente altruista, que obraba de buena fe y se entregaba de corazón con sus vecinos.
Sus hijos, se perfilaron con esa entereza, bajo la imagen de sus padres, que por desgracia el Dr. Mariano, murió sumamente joven, dejando la tutela de la familia a Yolanda de la Garza Zuani, hermana de nuestra inolvidable vecina y amorosa madre, Cecilia de la Garza de Gojon, nuestra adorable «La Nena».
Es bien cierto que el cuadro mayor eje de nuestra ciudad se ha desdibujado,
pero bien vale hacer sentir a la gente de hoy la calidad humana de estas gentes que convivieron sin distinción de clases sociales en una delicada y hermosa actitud de vida.
Recordar lo que somos y de dónde venimos es una actitud de orgullo, de honradez, en una comunidad que abrigo valores y calidad de existencia.
Descanse en paz Doña Yolanda.




