«Tenemos al menos 23 sistemas de grupos sanguíneos»… ¿Cómo? ¿De dónde salieron todos esos que la doctora Sheena Cruickshank asegura que existen? ¡La mayoría de nosotros sólo hemos oído hablar de cuatro!
A, B, AB y O. Pare de contar.
«Es cierto, ABO es sólo uno de los grupos y nos es más familiar porque es el que más nos preocupa, en términos de reacciones a las transfusiones y la donación de sangre», explica la experta de la Universidad de Manchester, Inglaterra.
Para no confundirnos, mejor recordemos lo básico.
Hablar de grupos sanguíneos implica hablar de glóbulos rojos o eritrocitos, que son los que transportan el oxígeno por el cuerpo.
Pero no toda la sangre es igual.
Las diferencias las descubrimos gracias a los semiexitosos experimentos de un obstetra británico llamado James Blundell.
Él fue quien hizo la primera transfusión de humano a humano que se haya registrado, en 1818.
Su paciente era una mujer que estaba sufriendo una hemorragia después de dar a luz; el doctor le sacó sangre a su esposo y usó una jeringa para transferírsela a su esposa.
Además de esa, hizo otras 10 transfusiones, la mitad de ellas con éxito… lo que quiere decir que la otra mitad, el resultado no fue bueno.
La razón probablemente fue la incompatibilidad de los grupos sanguíneos.
Qué es exactamente
La incompatibilidad surge porque no todos los glóbulos rojos son iguales.
Adentro, todo es hemoglobina, pero afuera las proteínas y carbohidratos que cubren las células varían ligeramente.
De ahí vienen los diferentes tipos de sangre.
«Hay 4 grupos principales: A, B, AB y O», explica la doctora Jo Mountford, del Servicio Nacional de Transfusión de Sangre de Escocia.
«Si eres tipo A, tendrás el antígeno A; B, el B; AB tiene ambos; O no tiene ninguno».
«Esos antígenos son básicamente proteínas con azúcar pegada que sobresalen de la superficie de los glóbulos rojos».
«La clave ahí es que tu cuerpo está acostumbrado a tus glóbulos rojos con o sin las proteínas en la superficie, así que si le das a una persona el mismo tipo de sangre, no hay problema, porque el cuerpo la ‘reconoce'».
«Pero si eres tipo A y te dan sangre tipo B, tu cuerpo nunca ha visto algo así, de manera que lo interpreta como la introducción de algo extraño, y el sistema inmunológico responde».
«Eso es lo que tenemos que evitar: las reacciones a las transfusiones».
En términos poco técnicos, los leucocitos o glóbulos blancos se espantan y empiezan a atacar a los rojos desconocidos.
La incompatibilidad fue la clave
Ahora, como el tipo O no tiene ninguna de esas proteínas antígenas cubiertas de azúcar cubriendo las células, no hay nada extraño que excite al sistema inmunológico. Por eso quienes tienen sangre tipo O son donantes universales.
Además, ese es el tipo de sangre que tienden a mantener en las salas de urgencias y otros lugares en los que no tienen el tiempo para examinar qué tipo de sangre necesitan los pacientes.
El otro tipo universal es el AB: como conoce los antígenos A y B, nada lo sorprende, así que es conocido como el receptor universal.
¿En resumen?
Hay decenas de tipos diferentes de sangre, pero aún no sabemos por qué los tenemos.
Algunos podrían estar defendiéndonos de parásitos como la malaria.
Si le das a alguien el tipo equivocado de sangre, su sistema inmunológico pensará que entró algo extraño al cuerpo y reaccionará contra los invasores.
Incluso si es tu bebé.
Con información de BBC.