31 marzo, 2025

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La pedrera … luz y sombra de una empresa

En los inicios de 1900, fue la empresa más importante de Victoria,  la cual producía el 60% de la grava que se usaba en el noreste del país; gracias a la pedrera, Victoria  tuvo luz y fuentes de empleo, así como un deslave en el lugar provocó una inundación que costó muchas vidas

CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Un cerro rebajado, rieles hundidos en el agua y ruedas oxidadas de tren, es todo lo que queda de la antigua Pedrera Tamatán a 100 años de su apogeo, después de haber ocupado un lugar central en la economía de Victoria, hacia 1900, cuando sus minerales proporcionaban el 60 por ciento de la grava al norte del país.

Como muchas otras historias empresariales, el dueño de la pedrera, Manuel González Mantecón, pudo obtener contratos y ganancias gracias a su parentesco con el entonces presidente de México, Don Manuel González Flores, quien era nada menos que su padre.

De la ex hacienda se extraía roca tipo grava que se enviaba a estados del norte del país, como Nuevo León, Sonora y Coahuila, a pesar de que dichas entidades eran ricas en minas y yacimientos de ese tipo, pero su lazo con el poder político de entonces le daba ventajas.

Además de su importancia económica, la Pedrera Tamatán influyó en la llegada de la electricidad a Victoria y en el uso de alumbrado público con esta energía.

A propósito del tema, Juan Antonio Lugo Mancilla, cronista adjunto de Victoria, explicó que al ser la única concesión de su tiempo, la ex hacienda de
Manuel González Mantecón logró trascender no sólo en la región noreste sino a nivel nacional.

Con cinco años en la presidencia, de 1880 a 1884, militar de formación y apasionado de la política, don Manuel González Flores supo aprovechar su tiempo en la silla mayor para otorgar a su primogénito la única concesión del material utilizado para construir vías de tren, en aquel entonces principal y casi único medio de transporte para largas distancias.

“Sólo que en ese entonces existía una concesión y la tenía Manuel González Mantecón, por lo que todas las vías del norte del país utilizaron material de Victoria”.

Los trozos de grava se ocupaban principalmente en la base de los durmientes del ferrocarril y el espacio entre ellos, debido a que en ese tiempo no existían carreteras.

La mina se localizaba en lo que actualmente se conoce como “cerro mocho”, y se fracturaba mediante explosiones de dinamita, para después llevar los bloques a una trituradora que la deshacía en pequeños fragmentos.

Como la Pedrera contaba con su propio sistema de rieles, la grava se subía a los trenes y se enviaban los vagones cargados con el material a la estación de Victoria.

“El ferrocarril los llevaba desde la estación de Tamatán hasta la de Victoria, y de ahí cargaban más hasta llevarla al norte del país”.

La Pedrera funcionó más de 30 años y produjo millones de toneladas de rocas, pero en 1922 provocó una inundación que mató a peones y otras personas en el lugar.

“El material extraído taponeó el lecho del río San Marcos, un día se vino la corriente fuerte durante la temporada de lluvia, la cual inundó parte de lo que es la hacienda de Tamatán, costando vidas humanas”.


Parte de un negocio autosuficiente
La Pedrera se localizaba al margen derecho del río San Marcos, dentro de lo que era la Hacienda de Tamatán, cuya superficie abarcaba más de 6 mil hectáreas.

La ex hacienda tenía suma importancia en Victoria por ser un negocio autosuficiente, al tener plantaciones de aguacate, limón, henequén, y hasta ganado, disponía de adelantos como luz eléctrica, que casi nadie disfrutaba.

El generador de Tamatán se situaba en los patios y viejos almacenes de la Comisión Federal de Electricidad, y a partir de ahí, Manuel González Mantecón dotó de luz eléctrica a Victoria.

“Mediante una fiesta a principio de 1900 ya que era el inicio de la energía en Victoria, y remplazaron los candiles de aceite de la calle Hidalgo por farolas eléctricas”. Fue un acontecimiento para los capitalinos, que sintieron viajar al futuro con esa nueva tecnología.

Sus propietarios, además, fueron pioneros en el uso de tranvías de tracción animal, que iniciaban su recorrido en el panteón del Cero Morelos, cruzaban por el Camino Real (hoy calle Hidalgo) y terminaban en la estación del ferrocarril.

Fierros oxidados

A causa de la Revolución, la hacienda fue hipotecada a una familia norteamericana y cuando el general César López de Lara llegó a la gubernatura decidió rescatarla, pagar la hipoteca y fundar la escuela rural de Tamatán.

Sin embargo, la concesión terminó y la Pedrera, como fábrica de grava, se extinguió.

Actualmente solo quedan vestigios de su anterior prosperidad. “Encontramos algunas rieles de los trenes que quedaron, incluso están en exhibición en los jardines de la ex Hacienda de Tamatán, pero el río tiene enterrado los rieles, las ruedas de ferrocarril.

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