Me imagino que en estas fechas donde se inicia el movimiento de la sucesión presidencial y los aspirantes a dicha candidatura mueven sus fichas de manera inteligente y discreta para no inhabilitarse ante el jefe de las instituciones, al residente de la casa presidencial no le resulta nada halagador que le toquen el asunto donde inevitablemente algo tiene que ver con su salida y que al contrario, me imagino que lo repele.
Aunado a esa condición, los colaboradores se esmeran por ni siquiera aproximarse al tema y a ni tocarlo entre ellos para no poner de malas al señor. De esta
manera, fingen que trabajan en lo suyo, siendo exactamente lo contrario, pero lo hacen para no meterse “entre las patas de los caballos”.
Esta conducta ha sido y es la forma en que el tema se ha manejado desde que se creó el sistema político fundado por el PRI.
Sin embargo, el tema tiene que ir saliendo a flote poco a poco. El mismo residente de Los Pinos se va dando cuenta, a pesar que no le agrada, que el imaginario colectivo, las mesas de café y en los lugares donde se hace la política por excelencia, el tema central es la sucesión presidencial del 2018. Esto lo pone de malas y hasta le quita el apetito.
Ya en la soledad de su recámara, después de un arduo día de trabajo y de fastidiosos asuntos que tuvo que atender, él mismo se permite pensar en el escabroso tema. En su mente piensa en los suyos… ¿Osorio, Narro, Nuño, Meade… quién más? se pregunta atribulado. En Videgaray ni pensar, me lo rebotan en el acto, se dice.
¿De los azules, sólo Anaya, Moreno o Margarita? Los demás, no pintan, piensa para sí. Pero aún así, piensa que los 3 son negociables.
Bueno, de los de izquierda, solo el eterno aspirante la está jugando. Sabe que le puede ganar y eso lo serena. Piensa que es una lástima que el partido del sol azteca se haya vaciado porque de lo contrario, le hubiera servido mucho.
Pero lo que lo inquieta son los de su grey. Le preocupa que se vayan a despedazar antes de tiempo. Está convencido que Osorio ya dio de sí y que el problema de la inseguridad lo neutraliza. Narro, está y se ve demasiado mayor de edad y no está seguro que logre conectar con el segmento joven, además, que no es del círculo rojo. Se pone a pensar que Nuño no alcanzó la mayoría de edad, pero aún así, siendo un hombre bien parecido cree que podría incidir en el voto femenino y por qué no, quizás atraer el voto de la juventud. Entonces reflexiona en Meade, que le reconoce habilidades para crear seguridad y confianza en el sector financiero nacional e internacional. Piensa que su mayor fortaleza es su eficacia como servidor público, su lealtad y capacidad de hacer amigos y sobre todo, su honradez.
Antes de meterse a la cama, se trata de convencer que el tema de la sucesión lo tiene que ir abordando sin que le afecte anímicamente. Frente al espejo y con el cepillo de dientes en su mano derecha predispuesto al aseo bucal, reconoce que 6 años son muy pocos para consolidar un verdadero programa de gobierno. En ese momento entiende por qué a don Luis y a Carlos les dio por poner en la agenda pública nacional, la opción de que el presidente de la república se pueda reelegir.
Pero pronto él mismo se quita esa tontería de la cabeza. Se infringe en la mente la necesidad de analizar a los candidatos de su partido y de las oposiciones para ir creando la coyuntura para que su partido gane el 2018.
Ya entre las cobijas, piensa en los resultados de su estado natal y al menos, piensa que aunque le fue mal en los números, al menos en lo político, no.
Piensa que al final de cuentas, la gente no recuerda los resultados de la votación y que si se aplica, puede repetir la dosis el próximo año, aunque le inquieta que las encuestas que le llegan, proyecten que de cada 10 mexicanos, 7 no creen en él.
Antes de dormirse, sin quererlo cruce en ceño, porque sabe que si su partido no gana el 2018, puede ser más que difícil, dormir con las comodidades que aún goza.
@cassmig