“Toda novela es un testimonio cifrado; constituye una representación del mundo, pero de un mundo al que el novelista ha añadido alguna cosa: su resentimiento, su nostalgia, su crítica”. Mario Vargas Llosa
– Cantinero, otro tequila- reposado blanco, el favorito de Lorenzo, era el quinto que pedía en menos de dos horas.
La cantina “El Gallo de Oro”, ubicada en la calle Herón Ramírez, se había convertido en su hogar, pasaba más tiempo ahí que en su departamento, casi diariamente asistía a alargar su melancolía, sus tragos de amargo licor le atenuaban el doloroso recuerdor, la muerte de Isabel aún estaba fresca en su corazón y mente.
Isabel no era la mujer más bella, pero para los ojos de Lorenzo siempre fue la más hermosa del mundo, la llamaba “mi perla blanca mexicana”, haciendo alusión a la canción Poli del grupo de rock mexicano Zoé, agrupación que ambos gustaban y que era la preferida de Isabel.
Habían pasado 5 meses, 22 días y 5 horas del fallecimiento de Isabel, sí, Lorenzo llevaba la cuenta del tiempo con mucha exactitud, creía que había sido su culpa; no fue una muerte normal, fue un asesinato despiadado e inescrupuloso. Para la mala suerte de Lorenzo, ese día tenía que realizar diversos trámites en el banco, por lo que no podía atender la ferretería, pidiéndole a Isabel que lo cubriera, ella estaba muy gustosa, pues le encantaba ayudar a su marido, Lorenzo por lo general no permitía que ella se acercara al negocio, le daba miedo que algo pasara y lamentablemente sus sospechas se hicieron realidad, ese
día algo pasó.
Dos vándalos irrumpieron al local, querían robar la caja, al parecer Isabel (como era una mujer de carácter) opuso algo de resistencia, a los jóvenes ladrones no les cayó en gracia la actitud de ella y, sin titubeo alguno, le dispararon a quemarropa. Existía video de la escena, un desgarrador acto, Lorenzo la vio un millar de veces, con la esperanza que algún día se encontraría con esos rufianes, con el anhelo que en algún momento la vida le permitiría lograr lo que todos los días le pedía a Dios: justicia.
Ese día en la cantina, la “suerte” (si se le puede llamar así) tocó la puerta de Lorenzo. Se le acercaron dos hombres mal encarados.
– Eres Lorenzo, ¿verdad?-
– Sí- contestó un poco sorprendido, pues desconocía a dichas personas.
– Si te dijéramos que sabemos quiénes son los asesinos de tu mujer, ¿tomarías revancha?-
– Sí- Lorenzo no titubeó ni un segundo – ¿qué tengo que hacer?-
– Nada, mañana a esta hora venimos por ti, estate listo-
Al otro día recogieron a Lorenzo en el bar, no sabía que esperar al respecto y no quería preguntar nada, lo único que reflejaban sus ojos era un sufrimiento transformado en rabia interminable, los dos forasteros únicamente le dijeron que los asesinos eran de un “grupo rival” y que tenían meses
ubicándolos, que la historia del asesinato de Isabel les había conmovido, le dijeron a Lorenzo: -nosotros no trabajamos de esa manera, no matamos mujeres-.
Para Lorenzo era claro todo, también eran delincuentes, pero no le importaba en lo absoluto, lo único en su cabeza era llegar con los cobardes que le arrancaron su alegría, su Isabel.
Arribaron a un almacén, estaba oscuro, se adentraron un poco más al lugar, vio a dos personas amarradas a una silla, encapuchadas, cuando les quitaron la capucha pudo ver sus rostros, eran dos jóvenes que no llegaban ni a los 18 años de edad, con mirada hundida, dañados por la droga y la descomposición social; inmediatamente los reconoció, eran ellos, los del video, los malditos sinvergüenzas que le arrebataron todo, que lo hicieron infeliz, su sangre ardía, energúmeno, no se podía controlar, todo el cuerpo le temblaba del coraje que sentía. Le dieron una pistola a Lorenzo, calibre .38 especial, pasaron por su mente mil cosas, la voz de Isabel le habló sutilmente, le decía que no hiciera eso, que él no es una mala persona, que su muerte no fue su culpa, pero su orgullo lo impulsaba de otra manera, su desconsuelo era tan grande que lo había vuelto ingobernable, nada lo iba a detener en ese momento, nada le quitaría su oportunidad de vengarse.
Salieron del lugar de los hechos, se subió a la camioneta con sus “nuevos amigos”, le preguntaron:- ¿a dónde te llevamos?-, Lorenzo contestó: -no tengo a donde ir, ni vida que seguir-. Dirigieron su rumbo hacia la carretera, Lorenzo a través del retrovisor observó un letrero que decía: “Gracias por visitar Reynosa, Tamaulipas”; Lorenzo sabía que había dejado atrás muchas cosas, que al jalar 7 veces el gatillo en contra de esos niños desalmados cerraba un ciclo e iniciaba otro, dejó atrás más que su venganza, había perdido la poca humanidad que le quedaba, iniciaba un camino que Isabel nunca hubiera deseado para él, un nuevo rumbo del que no había marcha atrás y, lo peor del caso, su dolor seguía anclado dentro, muy dentro de él. Al final no perdió únicamente la vida de Isabel, sino la suya también, se perdió a sí mismo.
FUERA DE LUGAR… Es impresionante como pasamos de un intento de democracia a una legislocracia, todo queremos arreglarlo con la modificación o creación de leyes.
RECOMENDACIÓN SEMANAL: Película “Song to song”, dirigida por Terrence Malick (quien hiciera El árbol de la vida”) y protagonizada por Natalie Portman, Ryan Gosling, Michael Fassbender y Rooney Mara; es una película muy buena, experimental y diferente a la que normalmente se ven, explora las emociones humanas.
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