MÉXICO. Seguro lo has pensado o lo has escuchado: un perro es más leal que un ser humano. Pero, ¿realmente es así?
Estos animales sí tienen la capacidad de generar vínculos fuertes con los seres humanos, quizás más que muchos otros mamíferos, en buena medida por su historia evolutiva que los hace muy sociables. Pero como las personas, hay perros más buena onda que otros, es decir, no todos son fieles o cariñosos por naturaleza.
Es lo que explica Laura V. Cuaya, psicóloga y maestra en neurobiología, quien ha realizado investigaciones sobre la relación de la cognición animal y la interacción entre humanos.
«Los perros y sus dueños sí se parecen debido a que la naturaleza de este animal es mimetizarse e imitar lo que ven», dice Cuaya. Es decir, si los hay simpáticos o tiernos, es porque su cuidador o dueño se comportan así o porque se han relacionado con alguien que tiene ese comportamiento.
Hay mucha controversia en el tema: se sabe que el lobo es su antepasado directo y que fue a través del proceso de domesticación que los lobos con menos agresión y miedo a los humanos dieron lugar a los canes; con el paso de los siglos, y su contacto con las personas, es que se fue ‘moldeando’ la personalidad de los perros, al menos como ahora los conocemos.
¿El ser humano echó a perder al perro?
Pero no todos ven la domesticación de los perros como algo positivo y cuestionan si realmente estos animales pueden sentir amor o ser leales y ser felices con el estilo de vida del hombre. Es el caso del biólogo Raymond Coppinger, quien explica en su libro «Dogs» que la idea de que el perro es el mejor amigo del hombre no es del todo acertada.
Él sugiere que los perros han accedido a la domesticación más por instinto y como una manera fácil de sobrevivir. «El perro domesticado en casa ha evolucionado como un parásito», dice en su libro, entendiendo como parásito la relación entre dos especies que viven juntas y en la que una obtiene beneficio, a expensas del otro
¿Qué tan natural es que un perro esté domesticado y apegado al ser humano? Hay alrededor de 1,000 millones de perros en todo el mundo pero sólo un cuarto de ellos (aproximadamente 250 millones) son mascotas, según estima un artículo del New York Times. En México, aunque no existen censos exactos del número de perros, diferentes ONGs coinciden que hay alrededor de 18 millones de canes, y sólo 30% de ellos tienen dueño. Y según lo investigado y observado por Coppinger, muchos de estos perros ‘libres’ son mucho más felices porque viven de acuerdo a su naturaleza.
Asimismo, recuerda que la domesticación del perro no data de más de 30,000 años y que no fue sino hasta el siglo 19, en Europa, cuando inició el boom por ‘humanizarlos’.
¿Entonces mi perro no me quiere?
Investigaciones realizadas por Cuaya, con perros domesticados, explican cómo estos animalitos interpretan nuestras emociones y gestos. «Sí pueden ‘entenderte’. Incluso, puede reconocerte con sólo ver tu foto y reaccionar a todo lo que hagas». No es de extrañarse entonces, que mucha gente se sienta más cómoda con un can que con una persona, pues al igual que un bebé, un perro no te incomodará con el lenguaje (no te juzgará, por ejemplo) y sí te hará sentir mejor.
Asimismo, asegura que por naturaleza, los perros están condicionados a generar lazos con los seres humanos y buscar a la gente feliz o hacer lo posible para dar felicidad. «Sólo bastan tres días de contacto ó 10 minutos de caricias para que un perro y una persona generen un lazo; y algo especial de los canes es que pueden formar lazos de apegos a cualquier edad», dice Cuaya.
Y según un estudio, este lazo hombre-perro libera la hormona de la oxitocina, conocida también como la ‘hormona del amor’, relacionada con la capacidad de construir relaciones de pareja y el cuidado materno.
¿De qué lado estás?
El tema es controversial y ha disparado las opiniones.
Cuaya es de quienes defienden el papel del perro en la vida del hombre: «así como nosotros no somos conscientes de las razones evolutivas, los perros tampoco. Es cierto que estos animales pueden sobrevivir en situación de calle, pero también los niños, y en ambas especies, el estado emocional de vivir en la calle sería negativo».
Mientras otros, como Coppinger, se muestran reacios a aceptar que un perro esté destinado a vivir a imagen y semejanza de una persona. «He estudiado y observado por años a perros que jalan trineos en Alaska, he estudiado a los que viven en las calles de muchos países latinoamericanos y los he visto salvajes en los campos… Un perro no puede ser feliz siendo como humano».
Y tú, ¿de qué lado estás?
Con informacion de huffingtonpost.