19 abril, 2025

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Sierra Gorda … un hotel con historia

Al inaugurarse en 1938 era un edificio único en su época, una referencia del lujo, el cual incorporó el primer elevador que a sus 80 años, aún funciona; aquí se hospedaron el Che Guevara y Fidel Castro

CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- A principios del siglo XX inauguran en ciudad Victoria el Hotel Sierra Gorda, majestuoso y monumental como su nombre, un edificio único en aquella época, que a lo largo de la historia de esta capital se convirtió en uno de sus mayores referentes.

En su tiempo, un cronista de la Ciudad de México calificó a Victoria como ‘ciudad chiquita’ alrededor de un hotel lujoso en la carretera México-Laredo, que en esa época era la vía de comunicación terrestre más importante entre la frontera y el centro del país.

Fue inaugurado el 16 de septiembre de 1938, la próxima semana cumple 79 años el edificio que fue construido con una arquitectura bajacaliforniana a cargo de Enrique Luis Canseco González y que trajo a Ciudad Victoria el primer elevador marca “OTIS”, el cual aún es funcional.

“Fue fundado teniendo como una sensación porque tenía el elevador, que también cumple sus 80 años el próximo año y que ahorita también es un vestigio de generaciones pasadas y que en Tamaulipas posiblemente ya nada mas hay unos dos o tres (elevadores de su tipo), por eso lo cuidamos y ahí lo mantenemos”, mencionó
el señor Antonio Nava, quien el próximo mes de noviembre cumple 45 años laborando en el hotel y actualmente se desempeña como encargado del elevador.

El Hotel Sierra Gorda ha pertenecido siempre a la familia Benítez y actualmente lo administran sus propietarios Patricia y Mauricio Benítez.

“La ciudad ha avanzado mucho y seguimos manteniéndonos como uno de los hoteles tradicionales con una historia tremenda, es el ícono de la hospitalidad victorense, con 80 habitaciones, 20 por cada piso, son cuatro pisos”, expreso.

Importantes personajes de la vida política y del espectáculo se llegaron a hospedar en este importante hoteles, tales como: Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara durante su paso por Tamaulipas, el doctor Norberto Treviño Zapata, el ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, Porfirio Muñoz Ledo, Mario Moreno “Cantinflas”, Piporro, la ‘Prieta linda’, Ignacio López Tarso y Sasha Montenegro, entre otros.

Entrar a este emblemático edificio es como ingresar a un museo, en la recepción se pueden admirar obras del muralista Pedro Martínez, dos óleos de don José de Escandón y Helguera, quien fue designado Conde de Sierra Gorda y en su honor nombran así al hotel.

Junto al antiguo elevador, se encuentra una replica del escudo de armas de José de Escandón, al frente una exquisita mesa de madera tallada en forma de águila en la parte inferior, a la entrada, de lado derecho se observa un conmutador de los años setentas “es de cuando todavía nos comunicábamos a la central de teléfonos de aquí de Victoria para hacer llamadas nacionales e internacionales”.

Otra de las joyas del hotel fue su bar La Bodega, el cual dejó de funcionar hace seis años aproximadamente a consecuencia de la ola de inseguridad que se suscita en la ciudad. Durante 60 años abrió sus puertas al público desde el medio día hasta las cinco de la mañana, llamada por muchos ‘la cantina cara de Victoria’.

“Fue buena la decisión porque eliminamos un problema que pudimos haber tenido. Era la cantina cara de Victoria, aquí teníamos un show cada quince días que lo
traían de Guadalajara, era un lugar bohemio, teníamos las estrellas de todos los victorenses, había unas 50 estrellas, lo que hoy es el karaoke, venían, cantaban y se explayaban, los clientes ya estaban tan identificados que tenían su estrella en un mural”, recordó Antonio Nava.

Muchas novias aún llegan al hotel con la ilusión de realizar su boda en ‘Los Candiles’ del Sierra Gorda, donde sirven uno de los mejores banquetes de la ciudad.

Sus trabajadores son fieles a la empresa por la calidad humana de su propietarios, tal es el caso de Antonio Nava, quien se acerca a su jubilación, pero pretende continuar laborando hasta que su cuerpo se lo permita.

“Aquí la sobrevivencia es la atención al cliente entre más calidad y amabilidad tengas, mas propina te dejan. Gracias a Dios todos mis hijos, tengo cinco, fueron a la universidad con el salario de obrero y es gracias a las puertas que me abrió mi trabajo”, finalizó.

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