2 julio, 2025

2 julio, 2025

Crónica urbana

Horacio Terán deja el cargo

Crónica Urbana

«Terán no teme a la guerra/luego que te meterán…»

Si mi mente no me falla. En 1957,  El Lic. Horacio Terán deja el cargo de gobernador al Dr. Norberto Treviño Zapata.

Por nuestra cercanía al flamante Palacio de Gobierno (dos cuadras y media). asistimos al festejo de entrega en el patio de Palacio. Obviamente un agasajo, viandas y alegría que para nosotros pelones de hospicio era un buen relajo.

Horacio Terán, de traje, hombre blanco y güero, y el doctor alto y con su gesto y nariz aguileña.

Recuerdo a los políticos de la época que no traían guardaespaldas, ni andaban muy trajeados, sólo de corbata. De manteles largos, mucha botana para nosotros párvulos glotones. Junto al Lic. Terán su hermana, que vestía de blanco. Se decía que era la que mandaba. Porque el licenciado no tenía muchos pantalones. Y era común comentar, en pláticas de barrio nocturno cuando nuestras mamás jugaban a la lotería, que al licenciado pues no más no. 

O sea, nomás no pelaba la mazorca.

Nosotros, mozalbetes poco entendimos de eso y todo era de oídas.

Circulaba a voces un estribillo

Que decía:
«Terán no teme a la guerra/
Luego que te meterán..»,
Aludiendo en juego de palabras
A los gustos del gobernador.

Horacio Terán fue tal vez el último gobernador posrevolucionario. De esos que se bajaron del caballo para perfumarse y trajearselos.

No se sabe, no lo sé, de los niveles de corrupción. Porque en tiempos de Miguel Alemán se iniciaron las fastuosas fiestas de la mermelada de piña y tamarindo.

Y de los gastos extremos en que se fincaron extraordinarias fortunas que abrieron cauce a la libre empresa más próspera de todos los tiempos de este México Lindo y querido si muero lejos de ti.

El traje del gobernador Terán lucía austero, un verde pálido y corbata en rayas diagonales.

El estribillo fue un festejo por varios años. Claro, eran otros tiempos. Vinieron los sesentas, la época del despegue revolucionario del partido tricolor. Las fanfarrias presidenciales, lo que decía el presidente era la verdad escrita en piedra y los gobernadores obedientes al paso del caballo de la revolución. Algunos brillantes, otros opacos y floridos. En fin.

Facebook
Twitter
WhatsApp