La vitalidad de la llamada liturgia priista para la selección de su candidato presidencial ha hecho que algunos se cuestionen en qué fecha estamos, dado que ese ritual, tan propio del siglo XX, goza hoy de cabal salud en la comentocracia, la clase política y en los medios de comunicación.
El PRI ha contagiado a muchos de su ansiedad. Y por más que en columnas se advierta que a diferencia del pasado, hoy Enrique Peña Nieto sólo elegirá candidato, y no necesariamente presidente, no son pocos los no priistas que sudan calenturas ajenas en la duda de si será melón o sandía el elegido por el dedo presidencial.
Que la sociedad política juegue al ‘tapado’ es un triunfo cultural del PRI, momento mediático que no le cae mal a un partido que apenas en enero, Trump y gasolinazo por medio, se antojaba imposible que se levantara de la lona.
Hoy se discute más del PRI que nunca, ello a pesar de los esfuerzos del llamado Frente, ansioso por consolidarse en la mente del electorado como el indiscutible segundo lugar.
Sin embargo, el juego del tapado no es lo único que por estos días huele a viejo, a rancio. Hay en el ambiente otros signos de tiempos que parecían idos.
Hace un par de semanas se supo que el juicio contra un exgobernador de Tamaulipas podría complicarse, dado que cuatro de los cinco testigos habían muerto o desaparecido. Imposible no recordar, en este caso de Eugenio Hernández, el antecedente de Manuel Muñoz Rocha. Ah, los turbulentos años noventa.
Y qué decir de la corrupción. Cuando en cualquier mesa surge la discusión sobre si hoy somos en México más o igual de corruptos que antes, casi nadie cae en cuenta de que la duda misma ya encierra un fracaso generacional.
Qué más da si somos igual o más corruptos que hace 70, 50, 30 o 20 años. El punto es que nadie se atrevería a decir que hoy somos sustancial y notablemente menos corruptos que en el siglo pasado.
Aderecemos lo anterior con noticias como la de las cajas de seguridad de Cancún. Ya no existirá la DFS (Dirección Federal de Seguridad), pero quién podría darla por sepultada o echarla de menos, cuando la Procuraduría General de la República revienta mil 500 cajas de seguridad y, tras ello, durante semanas, esos fiscales prestan oídos sordos a los reclamos de clientes violentados.
¿Qué te espiaban en el pasado si te oponías al gobierno? Qué mejor que un nombre antiguo como Pegasus para bautizar la renovada práctica del espionaje a activistas a través de teléfonos celulares.
Que la ley no era pareja antes, pues que le digan a Santiago Nieto qué tan pareja es ahora, que a él lo echaron a patadas acusado de soltar información… la marca de la casa de casi todos los juicios relevantes.
Que antes todo lo manejaba Gamb… wait. Mucho lo sigue manejando Gamboa.
Que antes a la gente le ardía que el PRI ni se inmutara cuando era exhibido por sus excesos, pues ahí está otra vez Gamboa, nula congoja tras ser pillado usando un helicóptero oficial como taxi particular para ir al golf.
Y que antes los medios de comunicación se plegaban al poder para que éste hiciera y deshiciera honras y elecciones. Tomen su lugar, que la elección traerá de eso y a pasto.
Ah, pero mientras, híjole, qué nervios, ya, señor presidente, apiádese de nosotros, no ve que no puede uno ni lavarse los dientes sin que le pregunten, ¿y tú quién crees que sea el bueno?
Twitter: @SalCamarena