2 julio, 2025

2 julio, 2025

Un palacio en la colina

Hasta el día de hoy, nadie ha podido obtener una evidencia de lo que se cuenta de la casona abandonada del 38 Guerrero y Bravo, lugar de mitos y leyendas que han atemorizado a más de uno en Ciudad Victoria

CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Ciudad Victoria, entre las montañas se encuentra escondida. El relieve de su suelo va desde planicies, lomas, barrancos, cauce del río y pequeñas colinas. Un paisaje envidiable.

Amplios fraccionamientos y colonias con calles estrechas, vecindades, edificios multifamiliares, mansiones y casitas de carton.

En algunas zonas, la mancha urbana se extendió demasiado que las antiguas fincas y ranchos se volvieron parte del rostro citadino.

Hace décadas las familias pudientes invertían en casas de campo, alejadas del bullicio y la rutina diaria.

Hubo un caso, en el que un victorense decidió construir su propia mansión en una colina de la periferia para disfrutar sus días de descanso en una enorme propiedad

Pero algo salió mal.

La casa, que se edificó entre 1978 y 1981 repentinamente fue dejada a medio terminar.

Las razones por las cuales pudo ser abandonada se desconocen.

Muchos, en Ciudad Victoria saben de esa enorme residencia que se alcanza a divisar desde el libramiento Emilio Portes Gil.

El lugar se convirtió en semillero de leyendas y mitos urbanos, algunos de ellos son acompañados de relatos que apuntalan la idea de que sucesos paranormales suceden en su interior.

Historias de antaño cuentan que en esa zona abundan espíritus entre lo que hace cien años fueron sólo henequenales, pues en ellos se llevaron a cabo innumerables crímenes, ahí, al pie de la sierra, en despoblado, donde sólo el árido paisaje, fue testigo de asesinatos, violaciones, persecuciones, y balaceras a principios del siglo XX.

No es raro escuchar cómo los ancianos que aún viven, dicen que muchos de esas ánimas que vagan en lo que hoy son colonias y fraccionamientos, son fantasmas de peones que al intentar huir de feroces capataces, perdieron la vida atravesados por una bala.

Vecinos del lugar aseguran haber visto todo tipo de situaciones raras y extraordinarias.  Por ejemplo, cuentan que cuando hay luna llena, las brujas bajan en forma de aves y se posan en sus chimeneas, ahí los entes diabólicos realizan ritos y embrujos.

También juran haber visto luces brillantes que bajan desde el horizonte en medio de la madrugada y se posan sobre la casa.

El Caminante se aventó el tiro de ir hasta la colina del 38 Guerrero y Bravo, aunque debido a la inseguridad, decidió realizar la excursión a pleno mediodía.

Lo primero es adivinar por dónde diablos se puede acceder a la propiedad, ya que se encuentra completamente bardeada, además no está claro si entrar constituye un delito aunque se encuentre totalmente abandonada.

El Caminante pide información en un Tamul que se encuentra a un costado, y finalmente vecinos y peatones le indican el acceso original, pues descubre que la barda ha sido perforada en distintos puntos.

El portón se encuentra abierto de par en par y un camino empedrado de casi 200 metros se extiende hacia el oriente en el otro costado de la propiedad en lo que posiblemente fue la entrada principal pero que se encuentra clausurado.

Basura, ropa tirada, nopaleras y botes de pintura en aerosol colorean el caminito.

Luego, aparece imponente la casona, su fachada con altas columnas y los casi 10 mil metros cuadrados de construcción.

Bugambilias que ha crecido por un monstruo, henequenes, pinos y palmeras semi calcinadas forman lo que debio ser un magnífico jardín.

Luego al subir los primeros escalones se entra a un amplio recibidor, hacia la derecha a través de un larguísimo corredor se llega a una sala enorme, mientras que hacia la izquierda se encuentra un comedor con techos altos, un salón para banquetes, la cocina, lavandería y un acceso hacia una pérgola de concreto y más allá un arco que sostiene la cisterna elevada que proveía agua para sus inquilinos. Aquí hay chimeneas por todos lados

Al atravesar el recibidor hay una cochera enorme para albergar por lo menos doce vehículos. Al fondo se divisa el libramiento Emilio Portes Gil y algunos fraccionamientos de reciente creación. Tambien una pequeña casa con paredes empedradas habilitada para el o los vigilantes y porteros.

Al caminar por el corredor se llega a las escalinatas que llevan a la segunda planta.

Al acceder a lo que en Tamaulipas le llamamos “el segundo piso” (que en realidad es el primero, al “de abajo” se le conoce universalmente como planta baja) hay un nuevo corredor que conduce hacia dos habitaciones gemelas de más de 70 metros cuadrados desde cuyas ventanas se alcanza a apreciar una postal completa de la ciudad: la vista alcanza a mostrar desde el Centro Universitario con su gimnasio multidisciplinario, el hospital del IMSS, el Santuario, las torres del obispado, el Palacio de Gobierno, los hoteles del primer cuadro de la ciudad, la basílica, el estadio, las dos torres de gobierno y demás construcciones altas. Una delicia para observar en la más suave calma que sólo es interrumpida por los autos y camiones frenando “con motor” en el libramiento y el leve ruido del viento al entrar por las ventanas.

A unos pasos más están los baños, vestidores, y cuartos de servicio para enseres de aseo y el tablero de la instalación eléctrica. Al centro otro vestíbulo que al atravesarlo se llega a una magnífica terraza con balcones en una área que fácilmente supera los 100 metros cuadrados. Todo en este lugar es inmenso.

Al caminar en la segunda planta hacia el poniente se topa uno con varias recámaras de menor tamaño y lo que parece haber sido una capilla.

Al oriente de la propiedad hay una pequeña plazoleta con una fuente en forma de trébol y tras cruzar un pequeño arco aparece la casa de las visitas que posee ¡Cinco habitaciones!.

Sin embargo lo que fue la gloria y esplendor de esta mansión fue superada por el grafiti de tres décadas. La instalación eléctrica las ventanas, puertas y cualquier cosa desprendible de acero y piedra fue arrancada con violencia. Muchas de las habitaciones han sido incendiadas.

Bolsas de comida chatarra, botellas, cajetillas de cigarros y empaques preservativos forman una alfombra aquí y allá.

El piso está cubierto por una gruesa capa de polvo y lodo.

Tradicionalmente grupitos de estudiantes, aventureros en busca de lo paranormal y parejitas calenturientas acudían a esta casona a divertirse o dar rienda suelta a los placeres carnales.

Más, con la creciente vigilancia de la policía y las fuerzas armadas las visitas han disminuido.

Una patrulla de la policía estatal llega cuando el Caminante ha terminado la excursión. Los uniformados le solicitan identificarse y el accede. Luego agarran plática. Los oficiales comentan que el lugar se ha vuelto una escala en el rondín que realizan por la zona poniente de la ciudad. Incluso hacen parada aquí para almorzar o llenar informes policiacos.

Sin embargo, al hacer el recorrido todo aquello que se cuenta sobre entes diabólicos, fantasmas, fenómenos de ultratumba, ovnis y túneles secretos se disipan ante la calma que se respira. Por lo menos, mientras el sol brilla. Tal vez habrá que repetir la faena en otra ocasión, pero en la penumbra de la noche.

El Caminante se despide de los policías que tienen que hacer base un rato más para reafirmar su presencia y desalentar a posibles vándalos

El sol calcinante se eleva en todo lo alto y el Caminante da por concluida su excursión. Demasiada Pata de perro por este día.

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