Los candidatos presidenciales buscan el poder mediante la confrontación
¿Existe apertura democrática o sólo se le da al pueblo atole con el dedo?
Hay recelo por las encuestas que achican ventaja de AMLO sobre ‘Ricky’
Quehacer municipal de Óscar Almaraz Smer anima confianza ciudadana
Ale Cárdenas le da un plus a su campaña porque no promete imposibles
Los políticos que directa o indirectamente participan en el proceso electoral para la renovación de los poderes Ejecutivo y Legislativo federales, juegan con un ‘barril de pólvora’, merced a su codicia de alcanzar o retener el poder por el poder mismo.
Eso pone en serio peligro no sólo la justa, sino también la estabilidad del país.
Sobre todo porque la inconformidad social no aminora.
Por el contrario, ésta aumenta en frecuencia e intensidad, conforme se acerca el día de los comicios (1 de julio).
Pero a ellos poco les importa por su terquedad de querer resolver las diferencias por el camino de la calumnia y la confrontación.
Cotidianamente aparecen en el escenario auténticas bataholas, donde interviene la mayoría de los actores que aspiran ser parte del relevo sexenal, amparados en su dizque militancia partidista.
Las mujeres y los hombres de conciencia buena que enarbolan un noble ideal, por su parte, son cooptados por intereses facciosos que a toda costa tratar de asumir el control ciudadano, en claro atentado contra el pueblo que es ajeno a tanta tenebrosidad.
Así, los grupos de interés pervierten la política más cada día; lo que en realidad significa que los procesos electorales se han convertido en instrumentos de dominio e imposición, pues se insiste en aplicar la receta maquiavélica de que el fin justifica los medios.
Los conceptos de armonía y unidad no pasan de ser retórica barata para los políticos –usted lo ha visto–, mientras que la moral se convierte en algo raro y fuera de moda, ya que la hipocresía y el cinismo son ahora los principios con que se manejan quienes buscan arribar a la administración pública federal o Congreso de la Unión.
Esa expresión concreta de la lucha intestina que se libra a lo largo y ancho de nuestro país, retrata a los políticos de cuerpo entero.
Los exhibe como entes cargados de vicios e imperfecciones, tanto como enfermos de poder, y, lo peor, deshumanizados.
A diario somos testigos, cercanos o lejanos, del surgimiento de nuevas confrontaciones entre la clase política en su disputa por trepar el andamiaje estructural de dominación,
sin que nada les importe lo que ocurre abajo, donde está el pueblo, que a su modo busca se le tome en cuenta.
Prueba de ello es que entre los candidatos a la Presidencia de la República, al Senado de la República y al Palacio Legislativo de San Lázaro, subyacen posturas encontradas
que, al paso del tiempo, se han vuelto fundamentalistas sin que exista poder humano que logre conciliarlas; o al menos procurar el diálogo en aras de que aminoren de cara a la sociedad.
Entonces, tenemos que el desacuerdo, la descalificación y la estéril confrontación seguirían brotando por doquier.
Hay o no democracia
Los teóricos e investigadores de la ciencia política, tienen como norma el estudio y análisis transnacional, pues uno de sus objetivos es identificar los rasgos que distinguen a los países cuyos sistemas de gobierno ostentan la democracia, o bien se encuentran en vías de adoptarla.
En su caso, Robert A. Dahl, catedrático de la Universidad de Yale, establece algunos elementos que utiliza en sus indagaciones: cargos públicos electos, fuentes alternativas de información, elecciones libres e imparciales, respeto del poder hacia la ley, libertad de expresión y participación ciudadana.
Una vez recopilada la información, los estudiosos proceden a su evaluación, cruzamiento y análisis, para determinar hasta dónde un país puede ondear la bandera de la democracia.
La referencia surge a propósito de la guerra sin cuartel que juntos, pero no fusionados aún, libran Ricardo Anaya Cortés (alias ‘El Cerillo’), Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón (alias ‘El Bronco’) y José Antonio Meade Kuribreña, en contra del mentado ‘Peje’ (Andrés Manuel López Obrador), mostrándose ésta más escandalosa a sólo 35 días de los comicios.
Sin embargo la arremetida presidencial también pega fuerte a través de las instituciones federales –merced a los golpes bajos que alientan la burocracia más cercana al señor de Los Pinos y los delegados que a lo grande se despachan en las entidades federativas–, amenazando incluso con desestabilizar a la nación entera, pues los actores principales de tal acción ya cavaron su trinchera y se aprestan a destrozar al enemigo por cualquier vía de cara a la sociedad, que, por cierto, hoy es presa de la confusión.
Y es aquí, precisamente, donde se evidencia vive la fragilidad de una incipiente democracia.
Cerrazón de los actores
No obstante que el juego sucio por parte de la Federación está más que detectado y las identidades de sus promotores han sido exhibidas con nombres y apellidos, cada una de las partes en conflicto esgrime de manera pública sus alegatos y habla a nombre del mandato conferido, pero el problema central se ha vuelto crónico y pone en riesgo el proyecto democrático del país.
El ejemplo más claro lo podemos ubicar en la incapacidad de los políticos, autoridades y grupos de interés para ponerse de acuerdo; en la incongruencia de algunos de ellos, y, por supuesto, en la falta de respeto hacia nuestra Carta Magna donde la legalidad no tiene dobleces.
No obstante el señor de Los Pinos sí acostumbra practicar un doble juego, pues en la práctica hace todo lo contrario de lo que promete, como bien lo demuestran sus mismas palabras pronunciadas con relación a la tan mentada y violada cuarentena (veda electoral, le llaman ahora).
Ante esas evidencias –salidas del ronco pecho presidencial–, y las pruebas de la incongruencia con que hablan en sus campañas los cuatro candidatos presidenciales, las autoridades del Instituto Nacional Electoral (INE), los dirigentes partidistas y el grueso de los aspirantes al Congreso de la Unión, empieza a decrecer nuestra capacidad de asombro merced a la mentira y el cinismo con que se abordan los asuntos trascendentales.
Y es que parece increíble que el propio Enrique Peña Nieto sea quien esté poniendo al país en la antesala de una crisis profunda, debido a su falta de tacto, carencia de oficio político, y, lo que es peor, por su terquedad a meter mano en un asunto que no le incumbe, como es el proceso electoral.
Merced a lo anterior, vale la pena reiterar que nadie puede estar por encima de la ley, así se trate del Presidente Constitucional de México.
Ello es una condición mínima de respeto a los principios de convivencia y orden que deben privar en la Nación entera.
De este modo hoy nos encontramos ante la encrucijada de refrendar el Estado de Derecho o arrastrar al país hacia escenarios nada deseables.
Hostilidad doméstica
En el ámbito estatal, hay ejemplos excelsos y potenciales escenarios que en lo cortito ya dan mucho de qué hablar.
Sobre todo en esta etapa de elecciones.
Por eso desde ahora le puedo adelantar que la contienda por los dos escaños uninominales del Senado de la República y las nueve curules de mayoría relativa de la Cámara de Diputados (federal, por supuesto), habrá de convertirse en una verdadera cena de negros en los próximos días, ya que los dirigentes partidistas y los candidatos han empezado a soltarse de la lengua, sin el menor ánimo de respetar al adversario o generar un clima propicio para que el ciudadano se exprese en las urnas como le venga en gana.
Es decir, sin presiones, amenazas ni compra de voluntades, aunque los políticos suelen avivar el fuego a la menor provocación; o sin que exista reto, vertiendo declaraciones y juicios cargados de perversidad.
Como la versión de que se daría una elección de Estado, expuesta en las redes sociales por los partidos Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC) –que van coaligados–, así como Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y los partidos Encuentro Social (PES) y del Trabajo (PT) –que también forman otra alianza–, bajo la presunción de que el Presidente le impediría a las instituciones electorales cumplir a cabalidad su encomienda.
Leamos algunos motivos que alientan la hipótesis:
1) Existe la presunción de que los organismos electorales no actúan de manera imparcial y que inclinan su preferencia hacia un segmento de los contendientes, generalmente el considerado oficial. Es decir, los candidatos del Revolucionario Institucional (PRI);
2) Subyace la idea de que el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que se dicen imparciales, son una extensión del Gobierno Federal, y que por tanto defienden a ultranza los intereses que representan; y
3) Se presume que las modificaciones que se realizaron en materia electoral tienen por finalidad favorecer al partido que detenta el poder.
Lo señalado forma parte del sustento que algunos candidatos utilizan para acusar que está practicándose una elección de Estado, pues además presumen que el Presidente de la República utiliza la fuerza de la Federación y sus recursos a favor de José Antonio Meade Kuribreña.
Y en su demanda, los candidatos opositores al maltrecho tricolor piden que el señor de Los Pinos saque las manos del proceso.
La demanda es justa, como injusto es que Peña Nieto insista en manosear un evento que no le incumbe.
Recelo por encuestas
La percepción ciudadana discrepa de las estadísticas que ofrecen las empresas encuestadoras en relación al posicionamiento de los cuatro candidatos a la Presidencia de la República.
Sobre todo porque éstas, según se sospecha, podrían alterar sus resultados a capricho de los clientes ocasionales, con el fin de inducir el voto a favor o en contra de actores predeterminados.
Nunca antes, como en este proceso comicial, la mercadotecnia se hubo involucrado tanto en una justa; y menos los candidatos a la jefatura del Poder Ejecutivo Federal le dieron tanta importancia a los parámetros con que ahora se miden los escenarios, aunque hoy también son ellos, los candidatos, quienes se encargan de desacreditar los sondeos de
opinión.
Y más cuando aparecen con menos puntos porcentuales que su par mejor posicionado.
La danza de corporativos registrados o no ante el INE, es otra de las causas que estimula la incredulidad del pueblo ante las cifras divulgadas.
Y con justa razón, pues cada mes se publican al menos una decena de encuestas.
Las empresas (todas), por su parte, arguyen ser independientes, éticas; aplicar en su levantamiento una metodología probada con índices menores de error; practicar entrevistas aleatorias en todo el país –aunque hasta la víspera no sé de persona alguna que haya sido alguna vez consultada ex profeso–, hasta se disputan el derecho a anticipar el resultado de los comicios.
En otras circunstancias, como en 1988 o en el 2000, acertaron en sus pronósticos –es justo y responsable reconocerlo–, aunque hace 30 años Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano se vio
impedido para acceder a Los Pinos porque en lo individual se adjudicó más votos que sus contrincantes –cierto–, y en el hecho ganó, (como lo advertían las encuestadoras), pero no en derecho, ya que en ese proceso el sufragio de castigo en contra del PRI se dio a través de diversos partidos políticos y no a favor de una coalición que nunca fue registrada.
No ocurrió igual 12 años más tarde, cuando el voto de castigo en contra del PRI favoreció a Vicente Fox Quesada, como lo advirtieran los sondeos de opinión.
Por tanto, desconocer que realmente triunfó, resultaría estúpido e irresponsable, aunque se haya votado no a su favor, sino en contra del poder omnímodo de la mentada gran familia revolucionaria.
Refiero lo anterior pa’ que no crea que las encuestas siempre fallan.
No. Lo que ocurre en esta ocasión es que la percepción ciudadana difiere en mucho de la medición practicada en segmentos poblacionales con menos hambre que la que nos sobra.
Usted bien puede comprobar esta apreciación, si acaso se diera tiempo para preguntar en familia, entre amigos o conocidos, qué opinan al respecto.
‘El Cerillo’, triunfalista
Según los panegiristas de Ricardo Anaya Cortés, ‘El Cerillo’ ya remontó en las encuestas y se encuentra casi a la par del abanderado de Morena.
“Sólo lo separan cuatro puntos”, aseguran, pero rehúsan revelar públicamente el nombre de la firma que hizo el sondeo, en clara violación a lo dispuesto por el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe).
De ahí que el INE deba requerir una explicación convincente a la empresa contratada por alguna de las partes que forman la coalición.
Sin embargo, ni así el queretano ha podido convencer al grueso poblacional en cuanto a su posicionamiento, por lo que el PAN recurriría a otras firmas para respaldar esta versión.
Pero eso no sería lo extraordinario, porque la percepción ciudadana real sería de incredulidad.
Es decir, tampoco creería en los nuevos resultados.
Y eso que al documento se le dio revuelo nacional. Y más allá de nuestras fronteras, a través de todo medio de comunicación masiva a su alcance.
Campaña insulsa
Aquí, en este mismo espacio, hace días le comenté que fuentes dignas de todo crédito me advirtieron que en Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros y Tampico –por citar sólo cuatro municipios de los más concurridos por los políticos antagónicos al partido tricolor–, se estructuraba una campaña de descrédito en contra de funcionarios del Gobierno estatal y los candidatos que juegan en los actuales hándicap federal y municipal, como parte de una maniobra electorera.
Igual le comenté que en circunstancias normales rumores como éste no impactarían negativamente en la opinión pública, por sólo ser tácticas recurrentes para mendigar espacios en la prensa.
Pero en un contexto de apertura democrática, me parece una atrocidad.
Sobre todo cuando hay retrógradas que buscan la descomposición del sistema, que quisieran ver a Tamaulipas hundido en la pobreza, el atraso, la anarquía y la inseguridad, cuando menos.
Sólo así podría entenderse la arremetida difamatoria, que, estoy seguro, no hará mella en el comportamiento político de los tamaulipecos, por conocer de antemano la procedencia del golpeteo, que seguramente habrá de arreciar al cierre de las campañas político-electorales.
No obstante la operación podría abortar, pues sus maquinadores principales empiezan a quedar al descubierto y en unos días más podrían ser blancos del escarnio provocado por su propia tenebrosidad.
En los últimos días, también, desde Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros y Tampico, se han hecho circular (vía internet) los más descabellados rumores en contra de la estructura albiceleste, con la única finalidad de ir preparando el terreno para la arremetida en serio y en serie. Y para ello, también, se valen de quintacolumnistas que por su misma falta de oficio no acostumbran confirmar la veracidad de las versiones tendenciosas, aunque hay otros colegas más profesionales que hacen caso omiso a ese juego sucio.
Por tanto, hay que abrir bien los ojos pa’ no hacer eco a mentiras.
Escuchar para legislar
La falta de información adecuada por parte del INE y de los nueve partidos políticos con registro oficial, es causa de que millones de ciudadanos desconozcan en qué consiste la responsabilidad de los legisladores.
Y esto lamentablemente da pie a que en todo proceso comicial surja una pléyade de aspirantes al Senado de la República y/o las cámaras de diputados (federal o estatales), prometiendo solucionar cuanta demanda social le sea planteada a cambio de su voto.
Lo peor del caso es que la práctica del engaño se mantiene vigente.
De ahí el mérito que tiene Alejandra Cárdenas Castillejos, candidata priista a diputada federal por el V Distrito, al advertir que, en su carácter de aspirante a una curul,
recoge y canaliza sus peticiones ciudadanas ante la autoridad respectiva, porque bien entiende su papel de gestoría.
Es decir, al pueblo le habla con la verdad.
Actitud que debieran emular el resto de los candidatos tamaulipecos que buscan formar parte del Congreso de la Unión.
Pero hasta ahora no sé de otro candidato a diputado que se atreva.
¿Acaso por temor a ser castigado en las ánforas en julio próximo?
E-m@il
jusam_gg@hotmail.com