* El columnista es autor de las novelas: “Erase un periodista” y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo”, además Premio Nacional de Periodismo 2016.
Toda mi solidaridad para la familia del compañero Héctor González Antonio. El gremio está de luto.
Es evidente que México se prepara para el gran cambio. Ya no se trata de una “ocurrencia” mayoritaria sino la decisión de recobrar el valor de las instituciones. Es decir, la moral republicana, sea lo más limpio y generoso del legado que habrá que rescatar del obscuro rincón donde fue abandonado por la ambición y la demagogia.
Lo que políticamente estamos viviendo es lo más importante de los últimos setenta años tras de que el presidente Cárdenas decidió la expropiación petrolera y con ella la advertencia de que la soberanía nacional debía respetarse.
Después el sistema por sus excesos motivó la descomposición convertida ahora en enfermedad terminal. El fenómeno que observamos no se creó de la noche a la mañana. En este sentido el columnista está convencido de que rebasó “el hartazgo” para convertirse en algo más complejo que incluye la madurez de una sociedad que dejó atrás su presunta infancia política para caminar libremente en busca de su destino. (Es en serio).
Decir que viene el caos y el desorden con el probable triunfo de López Obrador es suponer que los mexicanos no aprendimos nada después de tan lamentables experiencias con los gobiernos anteriores.
Quienes creen que nos estamos “auto-flagelando” desprecian el poder regenerativo de una nación que no se rindió ni ante los criminales invasores que imaginaron someter su grandeza.
Es muy simple decir que viene la destrucción si no triunfa PRI o PAN. Quienes lo aseguran no conocen lo más elemental de la historia patria. Su ignorancia es tanta que la acomodan al burdo interés inmediato. Para ellos los amaneceres siempre serán los mismos y jamás distinguirán entre una tarde de invierno y otra de abril porque son apenas caricaturas de los primeros eslabones de la especie humana.
Esa es la diferencia con las generaciones que han dicho ¡basta! y se disponen a rescatar el derecho a decidir por sí mismas al margen de imposiciones y simulaciones que ofenden la democracia.
¿Por qué el miedo de unos cuántos a la justicia social?. Justo porque existen grandes posibilidades de que se inviertan los papeles. AMLO ha dicho que terminarán los privilegios y eso asusta a quienes han utilizado relaciones con el poder para lograr enormes fortunas que los distinguen a nivel internacional. Tenemos en México a los más ricos pero también a los más pobres. Los primeros suman acaso una docena mientras que los segundos alcanzan casi setenta millones. Y ni modo que sea invento, lo dice el propio gobierno.
EVIDENCIAS EN NÚMEROS
La encuesta de esta semana del grupo “REFORMA” acalla voces catastrofistas al ratificar la decisión definitiva de elegir a AMLO. No extraña “el dos a uno” sobre su más cercano adversario. Tampoco es raro que Anaya disminuya en preferencias hasta cuatro puntos debido entre otras cosas, a su oratoria escolar que dejó de impresionar a medida que fue cayendo el telón a su alrededor.
El panista ya no es el mismo que presumía triunfos inexistentes al mostrarse en la dimensión exacta durante el segundo debate. La provocación exagerada hacia el abanderado de MORENA y su manifiesta tolerancia para Meade no pasaron desapercibidas para el gran público. Y esto le está costando.
Según “REFORMA”, López Obrador acumula el 52 por ciento de las preferencias, Anaya 26, en tanto que Meade apenas 19.
Visto así pareciera que la elección presidencial ni siquiera será entre dos.
En la preferencia de diputados la tendencia es similar: MORENA muy por encima lo cual garantizará un régimen estable por obvios y sobrados motivos.
El hecho de mencionar la encuesta señalada deriva de su seriedad la cual como le digo, acalla voces más ocupadas en confundir que en orientar e informar.
SUCEDE QUE
Cuauhtémoc Cárdenas se da mucho a desear. Ya sabéis que desde siempre ha negado su respaldo a AMLO y ahora que lo ve cerca del triunfo con mayor razón. Algunos dicen que son envidias, celos o que se yo. Lo cierto es que el hijo del general se resiste con el pretexto de que apoyará a quien se comprometa a derogar la reforma energética. En este caso ni cómo negar que AMLO está más cerca de ello pero ni así, aunque viéndolo bien y despacio Cuauhtémoc significa cada vez menos como “líder moral” de la izquierda. Así que su apoyo ni falta hace.
Por otra parte, dícese que lo más notable de la reciente visita de Meade a la capital del estado fue la reaparición de “la batucada” en eventos del PRI porque “de lo otro”, nada, nadita de nada. ¡Ah, raza!.
Y hasta la próxima.