A 20 días de la elección y a 48 horas del tercer y último debate presidencial, la campaña ha alcanzado su punto más álgido y, todo indica, por el tono de los discursos, que las cosas irán de mal en peor.
El encono es evidente, sobre todo entre dos bandos que hoy lucen más distantes que nunca: los representantes del ‘Frente’, con Ricardo Anaya en primerísimo plano y, por otro lado, el PRI y el gobierno federal, que parecen determinados en destruir la candidatura del panista.
El lenguaje de ambos candidatos, ha subido de tono en los últimos días. Las acusaciones y los insultos van y vienen, a tal grado que más de uno se cuestiona, con qué cara se van dar la mano este martes, en Mérida, cuando se encuentren en el debate. ¿Qué gestos van a hacer?
Ayer mismo, los dos mostraron que el pleito es en serio, y que ya se olvidaron de López Obrador, quien los mira desde la barrera y hasta los invita a serenarse, con su famosa filosofía del amor y paz.
El candidato priísta que no es priísta, se dejó caer fuerte y tupió a su competidor con durísimos adjetivos.
“Es un vulgar ladrón, que desde el poder se robó dinero, que lo cacharon y debe de pagar las consecuencias”, le dijo, y pidió una vez más, que lo investigue la Procuraduría General de la República.
Más tarde, cuando el aludido llegó a Mérida, contestó con la misma virulencia: “Es muy ingenuo el candidato, porque no se ha enterado que el PRI y el gobierno, ya lo abandonaron”.
Y terminó diciéndole “mosquita muerta” y “cínico corrupto”.
Es decir, queda claro que Meade y Anaya, llevaron la disputa por los votos, a un terreno personal. Están enojados, pisando un terreno que puede tornarse fangoso, no sólo para un proceso electoral que merece mayor altura de los competidores, sino para sus propios intereses.
Mientras ellos protagonizan la pelea del siglo, López Obrador mantiene su ventaja en las encuestas y los mira con desdén, sacándole jugo al sentido del humor, que estrenó en esta campaña.
Y lo que es peor: este nivel de encono avanza en paralelo con una crisis de violencia, nunca antes vista en una contienda electoral.
De acuerdo a la consultora Etellekt, desde septiembre de 2017, han sido asesinados 112 candidatos y políticos en diferentes entidades de la República. El más reciente fue Fernando Purón, candidato del PRI a la alcaldía de Piedras Negras, Coahuila.
En un contexto que debe resultar escalofriante para la autoridad electoral: un sicario solitario lo acribilló a unos pasos de la Universidad Autónoma de Coahuila, donde acababa de participar en un debate.
Hasta la fecha, ninguno de estos homicidios ha ocurrido en Tamaulipas, pero el INE ya encendió las alertas para evitar que llegue el primer caso.
Así está el clima de las campañas. En ese contexto, cuatro personajes que buscan la Presidencia de México, enfrentarán sus ideas de cara a millones de ciudadanos que esperan de ellos, mucho más de lo que han demostrado hasta el momento.
Si acaso no lo han notado, el 2 de julio se darán cuenta.