Inevitable no referirse a la designación de José Ramón Gómez Leal, el JR, como coordinador del gobierno de Andrés Manuel López Obrador en Tamaulipas anunciada ayer junto a la lista completa de los 32 que nombra en todo el país, porque lanza un mensaje de confrontación por los antecedentes del personaje.
Así es mis queridos boes, JR, panista la mayor parte de su vida, es hoy más que un opositor político de la administración estatal blanquiazul que encabeza Francisco Javier García Cabeza de Vaca, del que por cierto está emparentado políticamente; es su cuñado.
La historia de las desavenencias entre Gómez Leal y el equipo de la administración estatal son una historia muy contada en la frontera, muy publicada incluso en los análisis políticos, por lo que el sabor de boca que deja el anuncio de que se convertirá en el personero de López Obrador siembra dudas, genera suspicacias y desde luego malos augurios.
Porque basta con echarse un vistazo a sus declaraciones sobre el mando estatal, para entender que se antoja imposible hacer equipo, luego de que JR entró a la política siendo parte de ese equipo en el 2005 cuando ganan la alcaldía de Reynosa.
Luego en las cuentas electorales de JR solo derrotas, dos veces intentó ser diputado de mayoría y las dos las perdió, pero se convirtió en legislador local gracias a que en el 2010 en su ex partido el PAN, le dieron chance de ir también por la vía plurinominal y entonces alcanzó su sueño y llegó al Congreso en Victoria.
A su paso por el recinto legislativo no tiene, por así decirlo, una historia de éxitos, la información que se encuentra en la red indica que no propuso una sola iniciativa y que por el contrario si fue de los diputados que más faltas tuvo.
Ya habiendo probado el poder político, el JR dejó la diputación plurinolinal en 2013 para irse en busca de la alcaldía de Reynosa, por el PAN desde luego, había que enfrentarse en una contienda interna contra Jesús María Moreno, Chuma, al que en principio habría derrotado, pero luego los tribunales determinaron que fue con trampa y lo tumbaron de la candidatura.
Desde ahí creo, su enojo con el grupo que ahora gobierna Tamaulipas se potenció.
De hecho aún como panista José Ramón Gómez públicamente ofreció su apoyo al candidato del PRI en aquel entonces José Elías Leal, de negro historial en la alcaldía reynosense.
Bien enfrentado con los panistas que lo habían hecho diputado, en el 2016 le apostó a su ‘carisma’ y se lanzó de independiente otra vez para la alcaldía de Reynosa, la historia es de todos conocida, volvió a perder, ahora contra Maki Ortiz.
Y hace dos domingos la misma alcaldesa le recetó otra escandalosa derrota, cuando se presentó como candidato de MORENA por la misma presidencia municipal.
En la historia pública de JR además se inscribe el escándalo de su detención en McAllen por conducir ebrio y la supuesta cancelación de la visa americana que le impediría cruzar al lado americano.
Pero lo que debe importarnos a los tamaulipecos es la capacidad de los consensos entre el gobierno de López Obrador y el que en la entidad encabeza García Cabeza de Vaca, porque de hacer sinergia depende en mucho que a los ciudadanos nos vaya bien.
Y es ahí donde entonces los de a pie tenemos argumentos para sospechar de que las cosas podrían salir muy mal, porque si el representante del gobierno que viene no tiene la más mínima relación con la administración estatal, enlaces cómo habrán de trabajar juntos.
Desde luego que el Presidente electo tiene todo el derecho de escoger a su equipo, pero la regla política es que se escoge a quienes cubren mejor el perfil para el cargo y si el que le entregan a JR requiere de buena relación, lazos comunicantes, puentes de entendimiento con una autoridad estatal, ojo electa en las urnas por la mayoría de los tamaulipecos, entonces con justa razón vienen las dudas sobre lo que se pretende.
Ojalá nos equivoquemos y el enfrentamiento en que ha vivido el JR con el equipo en el gobierno estatal no vaya a ser la tónica del encargo que el Presidente electo le está confiriendo, porque repito, los afectados seremos los tamaulipecos que esperamos de ambos niveles de gobierno una coordinación que permita obras y programas que resuelvan los problemas que ahora tenemos.
Si Gómez Leal lleva el enfrentamiento personal a la cancha del puesto que ostentará, júrenlo que además perderá la oportunidad de demostrar que tiene las tablas suficientes para ser electo diputado local, federal o alcalde, puestos que en las urnas ha perdido.
El deseo, insisto, es que la relación del coordinador del gobierno federal con la administración estatal sea profesional, de compromiso con el pueblo que eligió mayoritariamente al presidente López Obrador y no una oportunidad de venganza, en la que las víctimas seríamos todos nosotros. Por cierto en el Edomex el caso de doña Delfina Gómez huele a lo mismo que en Tamaulipas.
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