27 abril, 2025

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José de Escandón: Ascenso y caída

Cuando José de Escandón empezó a lesionar los intereses del Estado español y de grupos novohispanos, provocó en 1757 un bloqueo comercial del puerto de Soto la Marina y su destitución como gobernador de la entidad en 1766

CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Durante la primera etapa de fundación y consolidación de las villas del Nuevo Santander, es decir, entre 1748 y 1752, existe la certeza de que los resultados obtenidos en la provincia respondieron en mucho a las expectativas que se habían formulado las autoridades reales y los inversionistas que tomaron parte en la empresa escandoniana.

Ni duda cabe que desde el inicio de la ocupación se presentaron serios roces entre las autoridades encargadas del gobierno militar y espiritual de dicho territorio. No obstante la pertinaz oposición de los franciscanos, en el lapso de los primeros nueve años, Escandón y los hombres prominentes lograron afianzar su posición como grupo dominante en detrimento de los intereses de la mayor parte de los pobladores, incluidos los mencionados misioneros. Sin embargo, el régimen de gobierno local, de tendencia marcadamente exclusivista, se puso en entredicho justamente cuando empezó a lesionar los intereses del Estado español y los de ciertos grupos novohispanos. Los conflictos que tal situación generara habrían de desembocar, en 1757, en el bloqueo comercial del puerto de Soto la Marina y, en 1766, en la destitución de Escandón como gobernador de la
entidad.

Fue precisamente hacia finales de 175 1 y principios de 1752, año este último en el que prácticamente se instituyó la segunda etapa del proceso colonizador en esa entidad, cuando se presentaron las primeras diferencias sustanciales entre los sectores de la administración real y empresarial tanto del noreste como del centro novohispano. Amén del despojo de tierras que sufrieran algunas de las familias más acaudaladas de la capital virreinal y sus alrededores y que esto fuera motivo de largos y numerosos litigios, el antagonismo entre los distintos grupos en parte fue provocado por el lanzamiento del proyecto económico interregional que pusiera en alerta a los almaceneros de la ciudad de México sobre el riesgo de perder el monopolio comercial que ejercían en esa región de la Nueva España, y en parte fue consecuencia de la escisión que se diera entre los funcionarios de la corte virreinal que apoyaban a Escandón haciendo caso omiso de las noticias adversas que circulaban en todos los ámbitos de la sociedad novohispana y los
funcionarios que mostraban escepticismo sobre la probidad del coronel y los felices resultados de la obra colonizadora a su cargo.

Es menester recordar que en los medios oficiales del virreinato se apoyó el proyecto presentado por José de Escandón porque, a más de encuadrar dentro de las aspiraciones reformistas de Altamira, principalmente, prometía integrar el territorio del Seno Mexicano a la Nueva España para salvaguardarlo de posibles incursiones extranjeras. De tal forma, los fines estratégicos y de defensa en modo alguno excluían las retribuciones económicas que el real gobierno esperaba obtener por la ocupación del Nuevo Santander en un periodo no mayor de diez años, según lo anunciado por el coronel Escandón.

Si bien es cierto que el gobernador no había cumplido en hacer redituable para la corona española la ocupación del territorio, es un hecho que durante el primer avance
colonizador el coronel Escandón satisfizo el fin inmediato del gobierno real al establecer las primeras quince poblaciones, con número aproximado de 690 familias, incluidas
las escuadras militares, en parajes estratégicos para la defensa del territorio, y que se empeñó en buscar los sitios adecuados para nuevas fundaciones. Del mismo modo que se ocupó en abrir los caminos que permitieran la comunicación entre las villas, hizo que fueran localizados los principales escondites que los indios rebeldes tenían en las sierras, a fin de emprender las campañas militares necesarias para someterlos. Asimismo, con el propósito de estimular la permanencia y el arraigo entre los nuevos pobladores, mientras se recogían las primeras cosechas de grano en la zona, adoptó -con recursos propios y ajenos-, como medida provisional, proveer de maíz, aperos de labranza y animales a los vecinos de las villas, y se ocupó en promover el cultivo del maíz de temporal y de riego con la intención de resolver el complicado problema del abasto en la provincia.

En cuanto a la fundación de las misiones, como se verá más adelante, el gobernador alegaba la existencia de trece; ocho de ellas, decía, contaban con indios congregados, y las
cinco restantes «no tienen ninguno de asiento, si bien se han ofrecido agregarse». Ahora bien, como la estrategia planteada desde un principio era la de «radicar bien las fundaciones de españoles» y que éstas, «sobre la defensiva», fueran dominando el territorio para atraer a los indios a la reducción, el objetivo principal había sido alcanzado, es decir, quedaban trazados los primeros cimientos de la naciente Colonia del Nuevo Santander.

Aun cuando Escandón esperaba concluir en 1751 la primera fase de su proyecto colonizador, las contingencias ambientales que se fueron presentando, tales como sequías y lluvias
torrenciales, y otras insospechadas eventualidades, le hicieron imposible mantener el ritmo de desarrollo que tenía previsto. No obstante el impredecible atraso en sus planes, el gobernador estimaba que los resultados de su obra eran «mucho más» y «sin comparación» a los que originalmente se había comprometido a realizar, y aseguraba además, con gran dramatismo, que estaba dispuesto a completarla «con superabundancia», aunque fuera a costa de su propia sangre.3 En efecto, el coronel estaba decidido a vencer, en la medida de lo posible, cualquier obstáculo que interfiriera en su empeño por concretar la ocupación del territorio. Debía ante todo proteger, además de su prestigio, la inversión que tanto él como los poderosos militares y hacendados habían hecho en el Nuevo Santander, independientemente de las expectativas que hubiera abrigado la corona española en torno de la creación de esa provincia. Por ello, cuando el gobernador y sus subalternos inmediatos veían que las villas corrían peligro de ser abandonadas por la falta de bastimentas, acudían en el acto a auxiliar a sus pobladores con los productos y artículos indispensables para su sostenimiento.

Las noticias, muy abundantes por cierto, que existen en los documentos testimoniales de la época acerca de las remesas de fanegas de maíz, frezadas, cotones y hasta pequeñas recuas de reses, ovejas, cabras y caballos, repartidas por los capitanes de las villas entre los inmigrantes y algunos de los grupos indígenas reducidos, casi todo ello por órdenes de Escandón, han conducido a más de un estudioso sobre el tema a formular interpretaciones equívocas sobre el financiamiento aportado por este funcionario durante la erección de la provincia. La peregrina idea de atribuirle a este personaje la mayor parte de los gastos de las fundaciones se encuentra no pocas veces expresada por los historiadores apologistas de la persona de Escandón y de su obra. En contra de una presunción tan endeble como es la de explicar el éxito del proceso colonizador del Nuevo Santander a través de la vitalidad y la fortuna del coronel Escandón, basta recordar que este funcionario contó con el apoyo legal, político y aun económico de las autoridades virreinales, además del patrocinio de los inversionistas privados.

Resulta evidente que del presupuesto original, equivalente a 1 15 700 pesos, concedido al gobernador para la mudanza y sostenimiento de los nuevos pobladores durante el primer año de su establecimiento, salió buena parte de la ayuda que en los momentos crÍticos se le diera aun a las familias y a los capitanes que se habían comprometido a poblar las villas, a su costa y riesgo, a cambio de tierras y agua. Ejemplo de esto fue el financiamiento de 135 pesos en reales que, en calidad de préstamo, le fuera otorgado a los vecinos de Santillana para que sufragaran algunas deudas que tenían y para que compraran armas y caballos, además de 200 vacas, 100 toros y novillos, 450 cabras de vientre y la cantidad de maíz que requerían, mientras empezaban a producir lo necesario para su autoabastecimiento. Aun cuando el coronel era consciente de que difícilmente serían reintegrados los diversos préstamos que se les habían brindado a los habitantes de algunas de las villas neosantanderinas, también estaba convencido de que era la única manera de enraizar a los vecinos y poblar el territorio.

Si ahora, a la luz de las consideraciones anteriores, quedara alguna duda acerca del financiamiento que Escandón recibió del real gobierno durante su gestión como jefe militar del Nuevo Santander, se puede mencionar la solicitud de ayuda que el coronel, hacia finales de 1750, empezó a gestionar en la capitanía general para contrarrestar la escasez de maíz provocada por las calamidades ambientales que habían azotado a todo el noreste. Los dos años vividos, ya entre intensa sequía, ya entre lluvias torrenciales, causaron tantos estragos a los pobladores de la provincia que en ocasiones se vieron sin agua «hasta para beber» y llegaron a perder, además de ropa, tabaco y mercería, la poca cosecha de maíz que habían sembrado. Frente a estos desastres, los vecinos amenazaban con desertar de los poblados y acabar de golpe con una empresa que con tanto esfuerzo y riesgo finalmente había podido efectuarse, luego de más de dos siglos de inútiles intentos.


Los colonizadores en Tamaulipas


Llera fue la primer Villa fundada


Laredo Texas, otra de las villas originales


Los indios janambres, combatieron a los colonizadores


José de Escandón

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