Es un hecho: Edgardo Melhem Salinas, actual diputado federal, no tiene entre sus planes políticos buscar la presidencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Tamaulipas.
A tres semanas de que concluya su actividad legislativa, el nativo de Río Bravo se descarta como aspirante a presidir el comité estatal del partido tricolor rumbo a la elección de 2019, cuando se renueve el Congreso del Estado.
Edgardo Melhem -quien, por cierto, hoy viaja a Washington, Estados Unidos- considera otros proyectos en el corto y mediano plazo: atender asuntos personales -los ranchos y aspectos familiares-.
Sin embargo, eso no quiere decir que se vaya a alejar de la política. Nada de eso. Va a andar activo… muy activo.
La actividad la emprenderá a lo largo y ancho del estado, en cercanía con la gente, en diálogo permanente.
Eso quiere decir que el dos veces diputado federal por el Tercer Distrito de Tamaulipas continuará haciendo política… mucha política.
En inicio, el nombre de Edgardo Melhem parecía perfilarse como el personaje indicado, con un perfil de experiencia, capacidad y conocimiento, para ser el nuevo presidente del Revolucionario Institucional en el estado.
Sin embargo, los escenarios han cambiado. Los pésimos resultados alcanzados por el priismo en las urnas tamaulipecas el pasado primero de julio modificaron la perspectiva de muchos.
Ahora, ocupar la dirigencia estatal del PRI, con el más bajo presupuesto de su historia y con múltiples multas económicas por pagar, significa una virtual tortura política, un acto masoquista, un intento de suicidio político. Sería encerrarse en un ataúd.
Lo que viene para el Revolucionario Institucional es, prácticamente, su sepultura en Tamaulipas: una elección de diputados locales en la que se espera una muy baja participación ciudadana, con dos partidos protagonistas, Acción Nacional, con el control y operación del gobierno estatal, y el Movimiento de Regeneración Nacional, con la estructura del nuevo gobierno federal. Será un choque de estructuras.
El escenario luce tétrico, verdadera película de terror para el PRI, organización que pinta para convertirse en un ‘mini-partido’, en integrante de ‘la chiquillada’ a nivel nacional y, por supuesto, en territorio tamaulipeco.
A YAHLEEL YA SE LE QUITARON LAS GANAS…
Así es: A la diputada federal Yahleel Abdala Carmona ya se le quitaron las ganas de ir por la presidencia del PRI de Tamaulipas.
Cuando parecía que era, junto con Edgardo Melhem, el perfil idóneo para tomar las riendas de la dirigencia priista en el estado, la legisladora de Nuevo Laredo lo pensó mejor y prácticamente tiene tomada la decisión de no comprar ningún problema partidista… por el momento.
La única forma en que Yahleel Abdala le entraría al ruedo de presidir el PRI estatal sería que se lo pidieran desde el Comité Ejecutivo Nacional (CEN), es decir, que doña Claudia Ruiz Massieu (comadre de la tampiqueña Paloma Guillén), la convenciera -le ordenara, pues- de que entrara a la ‘rifa del tigre’.
Si bien perdió la elección por la senaduría el pasado primero de julio al quedar en tercer lugar de la votación en Tamaulipas, Yahleel logró algo positivo con su campaña de 90 días: darse a conocer en toda la entidad con una propuesta seria y fresca.
Además, demostró que no sólo era una mujer atractiva, sino que tiene un discurso sólido, crítico y bien estructurado. Esa fue la percepción que generó.
Pero, por lo visto, la dama de Nuevo Laredo ya comprendió que no es el momento de lanzarse a una alberca partidista que ni agua tiene.
ENTONCES… ¿QUIÉN QUIERE SER PRESIDENTE DEL PRI?
Esa es la pregunta que se vuelve a plantear ante el virtual descarte de quienes se perfilaban como los principales aspirantes: ¿Quién quiere ser el presidente de lo que queda del PRI en Tamaulipas? ¿Quién le entra?
Oscar Almaraz y Chuchín de la Garza, alcaldes priistas salientes de Ciudad Victoria y Matamoros, podrían estar más interesados en ser candidatos a diputados locales el próximo año. Ambos fueron competitivos en la jornada electoral pasada y, si se mantienen activos en territorio, tendrían la oportunidad de hacer ruido en alguno de los distritos locales de sus municipios.
La pregunta sigue ahí: ¿Quién, con un perfil serio y responsable, entra al ruedo para ‘torear’ ese problema llamado PRI estatal?
Y PARA CERRAR…
Sergio Guajardo Maldonado todavía cree que puede quedarse en la presidencia del Revolucionario Institucional tamaulipeco. ¿Qué tal?