CIUDAD DE MÉXICO.- Evidencia arqueológica sugiere que dios fue considerado mujer durante los primeros 200 mil años de la humanidad. Cientos de figurillas, halladas en las regiones actuales de Palestina, Israel y Turquía, que representan mujeres fértiles (embarazadas o con un niño en sus brazos) son prueba material de la adoración de la mujer como creadora suprema, aseguran algunos historiadores.
Como sabemos, el cambio es lo único constante en la Historia. A pesar de que para ciertas culturas occidentales sea casi imposible concebir a un dios supremo femenino, incluso en el presente hay religiones muy populares (como el hinduismo o el budismo) en el que las deidades femeninas son objeto de culto.
Sin embargo, la teoría surgida tras el hallazgo de las figurillas de que en sociedades arcaicas la deidad suprema era femenina no es aceptada con unanimidad por la comunidad científica.
Entre las interpretaciones alternativas para el significado de las figurillas, resalta el estudio de LeRoy McDermott, que sostiene que las “Venus paleolíticas” podrían ser testimonio de la autopercepción que las mujeres de la época tenían sobre su propio cuerpo. Por medio de simulaciones fotográficas de lo que las mujeres modernas ven de sí mismas, McDermontt comprobó que tanto las distorsiones en la proporción de sus cuerpos como las omisiones de algunas partes son fenómenos comunes en registros generados a partir de la autoexploración. Las alteraciones en las características de las esculturas son propias de efectos visuales más que de cargas simbólicas.
El estudio de McDermontt concluye algo importante en términos del desarrollo cultural de la mujer, que no depende de las ideas de divinidad que predominaran en el periodo. El investigador propone que:
“Como autorretratos de mujeres en distintos estadios de la vida, estas figurillas tempranas incorporan información obstétrica y ginecológica y probablamente significaron un avance en la autoconsciencia de las mujeres sobre las condiciones materiales de sus vidas reproductivas”.
Esto implicaría que las figurillas prueban el conocimiento de sus propios cuerpos que las mujeres desarrollaron hace cientos de miles de años. La comprensión de sus ciclos hormonales y reproductivos podría ser una consecuencia de la necesidad de auto-representarse en piedra o barro.
En contraste, la feminista Merlin Stone defiende en su libro When God Was a Woman que en algún momento existieron sociedades cuyo centro era la Mujer y se rendía culto a una deidad femenina, de ahí la multiplicidad de figurillas. Desde su perspectiva, el judaísmo, el cristianismo y el Islam (de la mano con el desarrollo de una moralidad) desplazaron esas creencias con la supremacía masculina y la invasión de territorios.
“Dentro de las mismísimas estructuras de las religiones masculinas contemporáneas yacen leyes y actitudes originalmente diseñadas para aniquilar las religiones femeninas, la autonomía sexual de las mujeres y la descendencia matrilineal”.
Con información de Noticieros Televisa