CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- “Mente sana en cuerpo sano” es una frase que desde hace cientos de años fue acuñada por un filósofo romano. Se podría decir que una cosa es consecuencia de la otra. El bienestar físico suele ser resultado del mental y viceversa.
Sin embargo pareciera que al mexicano importan muy poco una y otra.
Nuestro país es líder mundial en obesidad y los males que provoca.
Hacer ejercicio no es una moda, es una necesidad.
“El lunes empiezo la dieta”, “voy a ir a correr esta semana”, “voy a dejar de tomar refresco”… estas son algunas de las ideas que revolotean en la mente de muchos (y muchas) que al mirar hacia abajo, no pueden evitar observar tremenda panza caguamera.
Por otro lado, los estándares de belleza bombardean a través de la TV y las redes sociales la imaginación colectiva.
La realidad es que quien de verdad quiere cambiar su vida y su salud no lo piensa dos veces y busca la manera de hacerlo.
En la ciudad existe una enorme oferta para que el lector empiece a ejercitar su cuerpo y deshacerse de esos kilos de más que el sedentarismo han proveído.
El Caminante decidió buscar la opinión de un experto en mejoramiento físico para conocer los motivos por los que muchas personas deciden hacer algo por su salud.
Samuel Galán se ha dedicado más de dos décadas a esto y conoce a profundidad del tema.
Curiosamente en su experiencia, la mayoría de las personas que deciden inscribirse en gimnasios de la ciudad son personas de mediana edad y hasta de la tercera.
Aunque es común que un joven o un adolescente se inspire en amigos que se dedican a levantar pesas o disciplinas como el crossfit, en fechas recientes son más los adultos mayores de treinta años quienes se deciden a activarse y en especial a señoras que lo hacen. Y también son las que más perseveran.
Actualmente, más que una ilusión de ponerse ‘fuertote’ o lucir una cinturita atractiva, es una reconsideración respecto a la salud lo que motiva a los victorenses a hacer ejercicio.
El Caminante realizó un recorrido en algunos gimnasios y constató que hoy en día existe una enorme cantidad de establecimientos por toda la mancha urbana: los hay pequeños y modestos, amplios y modernizados y por supuesto los institucionales y que pertenecen a escuelas y universidades.
Pero la realidad es que ni los mejores aparatos ni las instalaciones más cómodas pueden sustituir a la férrea disciplina y una buena alimentación.
Samuel decidió adoptar este estilo de vida y su fisonomía lo confirma, pero no únicamente en lo personal, sino que desde hace siete años administra un gimnasio en el cual no sólo enseña lo que sabe sino que transmite lo que él es.
Dentro de un gimnasio de la ciudad es común ver a quienes desean moldear su cuerpo de la noche a la mañana. Pero será la constancia y el compromiso con la disciplina los que traerán el progreso. En esto como en casi todo no existen las ‘varitas mágicas’.
Entre las pesas y los aparatos puede uno ver gente de todo tipo: jóvenes flacuchos esforzándose por incrementar la masa corporal, damas con sobrepeso declarándole la guerra a las calorías mediante el cardio ya sea en marcha o sobre las bicicletas estacionarias. También son notorios aquellos que se han aplicado y que exhiben un cuerpo moldeado y musculoso, así como aquellas a quienes les han fructificado las horas intensas para tonificar cada área de su espigado cuerpo.
Entrar a un gimnasio que de verdad cumple su misión es toda una experiencia, los aparatos, las mancuernas y los espejos son testigos de cómo en los rostros se refleja el esfuerzo y determinación por trabajar cada parte del cuerpo: pecho, espalda, bíceps, tríceps, piernas, glúetos etc.
También los hay, (hay que decirlo) quienes no pierden la oportunidad para dejar constancia de cada progreso con una buena ‘selfie’ después de cada serie de repeticiones. Sin embargo los resultados suelen obtenerse con un poco menos de glamour y un tanto más con sudor y uno que otro pujido.
Pero levantar fierro es sólo una pequeña fracción del proceso.
La mayor parte de esta tarea se encuentra en la alimentación.
Existen personas que no entienden por qué llevan tantos años haciendo ejercicio o bailando zumba o aerobics… y no ven un cambio evidente… pero es porque no ha dejado de consumir los alimentos que le hacen ir hacia atrás. ¡Y cómo no! si en Victoria existe una tradición perrona de garnachas, tamales, tacos y demás platillos cuyo jugo es básicamente aceite y manteca. Deliciosos, por supuesto, pero que cuando se entrena resulta en dar un paso al frente y dos hacia atrás. Y de manera similar hay quienes tienen la falsa idea de que dejar de comer ayudará a adelgazar, pero esto generará el resultado opuesto.
De igual forma existe el tema de los complementos alimenticios. Estos compuestos ayudan a construir la anatomía deseada pero no surtirán efecto si no se lleva una dieta balanceada pues realmente solo aportan el 5% del resultado. “Son buenos, pero no lo son todo, hay que aprender a comer bien” explica el coach.
Otro de los mitos, comenta Samuel, es ese que asegura que quienes se dedican a levantar pesas si lo empiezan a hacer muy jóvenes se van a quedar chaparros. Falso de toda falsedad; la naturaleza es muy sabia y es la genética la que decide si el sujeto crecerá o no.
Eso sí, la edad ideal para empezar a levantar pesas es alrededor de los quince años, comenta el entrenador.
Muchas personas han encontrado en esta disciplina le clave para mejorar su cuerpo e incluso participan en competencias no sólo mostrando los resultados obtenidos sino la fuerza que les provee estar en buena forma.
Samuel ha incursionado en certámenes de esfuerzo en los que ha logrado los primeros lugares. Pero aparte de esto puede ser una manera de subsistir. Dedicarse a administrar un gimnasio puede llegar a ser muy rentable, pero lo es más si quien lo hace, lo conoce, practica y le apasiona.
En su gimnasio Samuel Galán, quien llaman “El Conan”, se aplica con sus aprendices para que logren sus objetivos. Junto a él su esposa a quien con respeto y admiración conocen como “La Teniente” se encargan de instruir en las rutinas necesarias para ir mejorando la anatomía en el Templo Gym Shaddai.
Hay que decirlo: por muy buena que sea el acompañamiento de los entrenadores, es el esfuerzo propio y la constancia lo que conducirá a obtener los objetivos trazados.
La música con alta carga de energía y el sonido de los metales al marcar cada repetición son el ambiente ideal para motivarse y concretar esa serie que resulta tan dura de realizar. Aquí nadie se raja. Aquí todos son guerreros. No importa si hay bajo peso, sobrepeso o incluso obesidad, la misión es la misma: ir hacia adelante, con fuerza, con determinación con sed de triunfo.
El Caminante tiene que seguir su andar pero queda impresionado de la cantidad de personas que decidieron botar la bolsa de frituras, se levantaron del sofá y se activaron por su salud, su autoestima y su futuro. Demasiada pata de perro por esta semana.