19 abril, 2025

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Ébano: batalla que cambió la historia

La batalla registrada en esta estación, fue estratégica para los Carrancistas para evitar que las fuerzas Villistas comandadas por el compadre de Villa, Tomás Urbina, tomara Tampico, fueron 72 días de combates con centenares de muertos

CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Uno de los triunfos más connotados y de mayor eficacia militar, de los alcanzados por el ejército carrancista durante el año de 1915 fue la defensa del Ébano, punto de San Luis Potosí, sobre el kilómetro 669 de la línea ferrocarrilera que une directamente a Aguascalientes con Tampico, de cuyo puerto dista 56 kilómetros.

Las tropas de Pancho Villa ambicionaban la posesión de esa rica zona petrolera para contar con una base segura de operaciones contra Tampico y con una fuente inagotable de combustible que alimentaría sus locomotoras casi paralizadas sobre la vía troncal del Ferrocarril Central Mexicano, cuya extensión estaba dominada por el villismo.

El Ébano poseía abundantes yacimientos de petróleo que la «Huasteca Petroleum Co.» refinaba y explotaba a favor de bombas de gran poder, extensas cañerías y tanques de enorme capacidad que recogían el producto tan codiciado, no sólo por las empresas ferroviarias, sino también por los grandes centros manufactureros.

Sitio de tan remarcable importancia tenía que ser defendido a toda costa por las armas constitucionalistas, y hacerlo le tocó al Cuerpo de Ejército del Nordeste, que tan afanosamente acaudillara el divisionario Pablo González, a quien se debieron las instrucciones sobre las obras de fortificación y las relativas a las unidades tácticas destinadas a proteger el punto, protección soberbia en el periodo de setenta y dos días que duraron los combates.

A Pancho Villa le urgía tomar Tampico, por lo que le designó a su compadre Tomas Urbina la tarea de tomar dicha ciudad tamaulipeca. Las cosas no iban bien, pues desde diciembre de 1914 en que se dieron los primeros combates en Ébano, los carrancistas habían logrado resistir los embates de las tropas de los Cedillo y los Carrera Torres y posteriormente las del profesor y general veracruzano Manuel Chao. Visto lo anterior, Villa enviaba a uno de sus hombres de más confianza. Incluso cuando salió Urbina de la capital potosina, auguro que almorzaría en el puerto jaibo, cosa que nunca logró.

Antecedentes de la defensa
El Cuerpo de Ejército del Nordeste que había realizado difícil expedición desde Pachuca, atravesando las Huastecas con sin igual resistencia, llegó a Tampico el 22 de Diciembre de 1914. Sin tomar descanso, las fuerzas que mandaban los generales Manuel C. Lárraga, Francisco de P. Mariel, César López de Lara y Federico Montes, avanzaron sobre el Ébano para combatir las tropas enemigas de uno de los Aguirre Benavides y de los hermanos Cedillo, a quienes derrotaron.

Posteriormente los carrancistas tomaron la ofensiva y derrotaron a los villistas en las estaciones de Coco, Rodríguez, Guerrero, Pujal y Palmas, hasta llegar a Valles. Todo esto se registraba cuando aún los ejércitos convencionistas estaban unidos y el presidente de la

republica era don Eulalio Gutiérrez; pero al estar los carrancistas en Valles, se supo que el presidente había entrado en desacuerdo con Pancho Villa y se separaron, produciéndose el rápido movimiento del Jefe del Ejecutivo designado por la Convención con dirección al norte de la república. Esta situación seria clave para el triunfo carrancista en los meses posteriores.

Aun con lo anterior, la fuerte columna villista al mando de Manuel Chao reforzó a los primeros combatientes, logrando desalojarlos de Valles y las estaciones adyacentes, quedando solo la del Ébano, con la cual el camino a Tampico estaba libre.

Empiezan los cocolazos
Hay que hacer constar que el general César López de Lara hizo un movimiento habilísimo con sus fuerzas y que estuvo a punto de cortar la retaguardia enemiga, lo que no consumó debido a órdenes de Luis Caballero, obligando a dichas fuerzas a retirarse sin combatir.

Las trincheras constitucionalistas abarcaban una extensión de 7 kilómetros en forma de herradura y sobre terreno plano, tocando las márgenes de los ríos Pánuco y Tamesí.

La zona central de esta posición se vio interrumpida por la línea ferrocarrilera, su estación, el edificio de las oficinas generales de la compañía explotadora de petróleo, un reducido puente de hierro y el cerro de la Dicha, como punto defensivo y de exploración.

No se quiso inmovilizar a todos los defensores, sino dejar a una buena parte de ellos en condición fácil de saltar sus parapetos para atacar al enemigo cuando, a su vez, éste se presentara fuera de trincheras.

Los elementos de ambos bandos combatientes.
El número de villistas que pretendían apoderarse del Ébano a viva fuerza, era muy superior al carrancista, que sólo constaba de 3,600 ciudadanos armados, en compactos núcleos de valor y disciplina.

La columna villista, integrada al principio por no menos de 10,000 reaccionarios, al mando de Manuel Chao, pronto se convenció de su impotencia y pidió refuerzos, los que fueron al Ébano, mandados por Tomas Urbina, quien tuvo por colaboradores al mismo Chao, a los hermanos Bañuelos, a Noriega, Hernández, Licona, Arroyo, que comandaban un total de 15,000 combatientes, dotados de buenos rifles, ametralladoras y 16 cañones de 80y75mm.

El General Pablo de la Garza, quien fue el primero en tener el mando de los defensores, recibió otra comisión y depositó su cargo en manos del general Jacinto B. Treviño, quien multiplicó todo género de medidas protectoras, indicando a la Jefatura la necesidad de refuerzos a la mayor brevedad posible, toda vez que el enemigo se preparaba al asalto de las posiciones con muy poderosos elementos.

Al principio de la defensa las únicas tropas distribuidas en trincheras del Ébano, eran las que en seguida se expresan: Flanco derecho que llegaba hasta el río Tamesí: fuerzas de caballería, infantería y artillería que integraban el 39 Regimiento de la Brigada «Mariel,» los «Cazadores de la Sierra» y los «Bravos de Tamaulipas» mandados por el Coronel Apolonio Treviño y una batería de cañones. Flanco izquierdo: fuerzas de las tres armas pertenecientes· a las Brigadas de los Generales Treviño, Lárraga y Mariel se extendían hasta las cercanías del Pánuco.

El frente estaba cubierto por infantería compuesta de los Batallones de Zapadores, «Victoriano Zepeda» y el 82 al mando del Teniente Coronel Fernando Vizcayno, abarcando un campo desde la vía del ferrocarril hasta el cerro de la Dicha.

Los refuerzos que obtuvo el General Treviño, se componían de parte de la Brigada «Galindo,» dirigida por el Coronel Luis T. Navarro; 800 patriotas hijos del Estado de Tabasco, que llevó el General Pedro C. Colorado; la Brigada del General Gabriel González Cuellar, con el primer Batallón Rojo, integrado por obreros de la Casa del Obrero Mundial; parte de la Brigada del General Juan de la Luz Romero, los «Leales del Estado de México,» que reconocían como Jefe al Teniente Coronel Otilio Montaño, homónimo del general zapatista, pero sin tener alguna relación.

Un fracaso anunciado
Los combates ya en forma, comenzaron el 21 de marzo de 1915.
Es difícil calcular a punto fijo el número de bajas que resintió el villismo en los 72 días de ataques librados por él. Hubo día en que registraba 500 muertos, otro 460, otro 352 y otro 201, y se presume que no hubo un solo combate en que no levantara por lo menos veinte cadáveres. Un testigo manifestó que los hospitales de San Luis Potosí, estuvieron atestados de heridos, llegando a revelar los prisioneros villistas que el sanguinario compañero de Arango, el feroz Urbina, mandó matar a gran número de heridos de su misma gente, sin tener en consideración altos grados ni servicios, para evitarse la molestia de «acarrear» médicos y enfermeros.

Fin del sitio
Finalmente, el 31 de mayo de 1915, después de 72 días de combate, el general Jacinto B. Treviño ordenó el asalto final a las posiciones villistas, quienes en completo desorden evacuaron Ébano en sus trenes, dejando numerosas municiones, cañones y heridos. Un mes antes, Villa había ordenado que salieran numerosas tropas acantonadas en el sur de Tamaulipas para reforzar a su ejército que combatiría en el bajío mexicano, por lo que cuando se dio el ataque final, las tropas de Urbina estaban ya muy mermadas anímica y moralmente, pues ya era sabido que el centauro del norte había sido derrotado a principios de abril en la famosa batalla de Celaya.

Con el fracaso de Ébano, Villa vio frustrado su sueño de tomar Tampico

Tomás Urbina, socio de Villa en robar vacas

Cuando Pancho Villa se hechó al monte a delinquir, va a encontrar a un nuevo y muy singular personaje, se trata de Tomás Urbina, al que conoce en San Bernardo, Durango, y con el que se asocia para robar vacas de las grandes haciendas.

Urbina era un mestizo tarahumara, nativo de Congregación de las Nieves, Durango, que tenía ocho años más que Villa. Hijo de padre desconocido y de Refugio Urbina Reyes, de la que tomará los apellidos. Iletrado, de joven se ganaba la vida como peón de hacienda, luego como contratista en la manufactura de adobes por quincena o por mes.

Según sus biógrafos, a Urbina “lo cuidaba el santo niño de Atocha” y lo describen como hombre de “pantalón ajustado negro, blusa de vaquero y el sombrero grande”
En más de una ocasión le salvo la vida a Villa, incluso en una ocasión huyeron los dos en un mismo caballo. La derrota de Ébano y la imposibilidad de tomar Tampico, fracturaron la relación de ambos, motivo por el cual, meses después Villa lo mando matar.


Villistas en el campo de batalla


Tomás Urbina no pudo tomar Tampico


Bandera Villista del Estado Mayor de Manuel Chao


Capitán Carrancista del Sur del estado que luchó en El Ébano


Jacinto B. Treviño egresó del Colegio Militar

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