Ya para nadie es un secreto que Andrés Manuel López Obrador empeñado por cancelar la reforma energética, empezó a desmantelar todo el complejo tinglado que llevó más de dos décadas armarlo, cabildearlo, legislarlo, hasta llegar a la más completa, importante y estratégica de todas las llamadas “reformas estructurales” del gobierno de Enrique Peña Nieto.
Algo que no menciona abiertamente López Obrador es que para conseguir la tan anhelada reforma energética fue motivada por el gran apetito de los inversionistas internacionales por entrar al mercado energético de México, algo que le dio ‘combustible’ para movilizar todo –y todo, es todo- lo que fuera necesario para consagrar en la Constitución el nuevo paradigma del sector.
La participación de la iniciativa privada en las acciones cabildeo no se dieron en lo obscurito, de hecho, se articuló un fuerte lobbismo de primer nivel mundial con muy interesantes
tropicalizaciones en todo el territorio.
Entonces ¿Por qué no cancela la reforma energética el presidente López Obrador? Andrés Manuel no se dará otro balazo en el pie, que para estas alturas de su naciente gobierno ya significaría un suicidio político, pues tras el error de la cancelación de la culminación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en Texcoco, los mercados internacionales fulminarían las finanzas públicas del país, sumergiendo a la nación en una incipiente crisis económica.
Desmantelar la reforma energética en partes es una forma de cumplir con el ardid político que usara en toda la campaña presidencial Andrés Manuel en que derribaría el “atraco que le hicieron a todos los mexicanos al entregar el petróleo a los extranjeros” y, por otra parte, deja abierta la puerta para que los inversionistas internacionales transmuten del sector petrolero hacia otras vertientes que contempla la misma reforma, como en las energías renovables o incluso –todavía- participar en la diversificación del mercado gasolinero.
Con el anuncio que hace una semana hiciera López Obrador desde Tabasco sobre la inversión de 75 mil millones de pesos adicionales para Petróleos Mexicanos (PEMEX) y este sábado desde Campeche con su Plan Nacional para la Producción de Hidrocarburos, queda en claro que reactiva el tiempo del paternalismo gubernamental a usanza de Lázaro Cárdenas –curiosamente no incluido en la dichosa Cuarta Transformación- o Luis Echeverría. En descargo hay que mencionar que la producción actual promedia en 800 mil barriles diarios, con un descenso de 8 por ciento anual, es decir, igual que hace 40 años.
Al desmantelar en partes la reforma energética se afectan estados como Tamaulipas o Coahuila, con la cancelación de las licitaciones 2 y 3 para extraer gas shale. En ese sentido, las entidades que empezaron a transfigurar sus Productos Internos Brutos (PIB) estatales hacia la atracción de recursos económicos por el sector energético, ahora tendrán que reinventar la promoción, así como sus políticas públicas, para sobrevivir en el cierre parcial del mercado de energía; así que deberán renovarse los tamaulipecos, pero también en Oaxaca, San Luis Potosí o Puebla, para no perder lo que empezaban a ganar. ¿Usted qué opina?
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