La llegada de un nuevo gobierno federal ha significado, entre muchas otras cosas, un cambio radical en la estrategia de comunicación del Presidente de la República, con el peculiar estilo personal de hacer política y ejercer el poder del tabasqueño.
Con todo y sus yerros evidentes, las conferencias matutinas de Andrés Manuel López Obrador son una muestra clara de lo que parece ser una intención de mantener informada a la opinión pública.
Pero ese ejercicio, esa praxis cotidiana que a veces se da por partida doble y en excesos que saturan la agenda nacional, contrastan con el mimetismo, el silencio total y una actitud mustia del superdelegado José Ramón Gómez Leal, quien se ha mantenido alejado de los grandes temas que son de su incumbencia y que mantienen en un estado permanente de incertidumbre a los tamaulipecos.
Mientras la entidad es mencionada con insistencia, cada mañana en Palacio Nacional, lo mismo por temas de seguridad que de economía, obtener información directa de las dependencias se ha convertido en una misión imposible.
Del “superdelegado” José Ramón Gómez Leal, se sabe que de vez en cuando realiza alguna actividad con más tintes de proselitismo que de gobierno, pero no mucho más.
Sobre las muchas dudas en torno al manejo presupuestal, la estrategia de seguridad, o hasta el abasto de gasolina, el famoso “JR” no tiene una sola respuesta. Su hermetismo llama a pensar que o no tiene idea de lo que está pasando en el gobierno que (se supone) representa, o de plano la transparencia no está entre las cualidades que le vio AMLO para nombrarlo delegado federal.
En resumidas cuentas, la estructura federal en Tamaulipas brilla por su ausencia; si durante su campaña López Obrador prometió descentralizar al gobierno, los hechos en el día a día dictan todo lo contrario, con delegaciones virtualmente paralizadas, y oficinas en las que ni siquiera la burocracia sabe qué hacer porque no ha recibido instrucciones y en los casos más patéticos, ni conoce ni se imagina quienes son sus nuevos jefes.
Mientras Tamaulipas atraviesa momentos coyunturales por temas como el combate al “huachicol”, los recortes presupuestales y hasta la crisis laboral en la frontera, el super delegado se encierra a piedra y lodo, sin ser capaz de fijar una sola posición clara.
Pero tampoco permite que ninguno de los titulares de las dependencias brinden información sobre su labor.
De hecho, en la mayoría de los casos, las delegaciones siguen con los mismos titulares que heredó la administración de Peña Nieto, pero en calidad de bulto, cobrando, pero sin operar un solo asunto porque no cuentan con la ratificación del nuevo gobierno.
Es decir, para enterarnos de los asuntos federales que ocurren en Tamaulipas, no hay de otra más que escuchar las conferencias del presidente. Porque en el estado quienes deberían poner la cara por su gobierno, claramente tienen otras prioridades, como pelear chambas para sus allegados, de preferencia donde fluya más presupuesto).
Así, las zancadillas entre los representantes de la cuarta transformación están a la orden del día. “JR”, Américo y “El Guasón” traen un pleito casado que le hace mucho daño a Morena. Su mira está puesta en la todavía muy lejana sucesión estatal.
Por cierto, el senador Américo Villarreal Anaya encabeza hoy el foro “Tamaulipas Unido por la Paz”, con la participación de expertos internacionales en el tema.
Lástima que estos eventos que debieran tener un gran alcance, deriven en eventos facciosos por el inocultable tufo electoral que los acompaña.