A partir del año de 1922 se escogió en México el 10 de Mayo para celebrar el Día de la Madre y desde esa fecha sin importar que día de la semana sea la familia se reúne en torno a la reina del hogar para homenajearla y rodearla de cariño preparando los tradicionales guisos que se acostumbran como son el mole, la carne asada, los tamales, los frijoles a la charra y la sopa de arroz con garbanzo y chícharo, sin faltar los refrescos dulces y amargos.
Según la historia, el origen de esta festividad viene desde la Grecia antigua cuando se celebraba en honor de Rhea, llamada la Madre de los Dioses, pero fue hasta en 1907 cuando Ana Jarvis, originaria de Filadelfia, Estados Unidos de Norteamérica, se reunió con un grupo de amistades y les propuso trabajar para establecer una fecha dedicada a esta celebración escogiéndose cada Diez de Mayo sin importar el día de la semana en que cayera.
A partir de ese año se viene celebrando el Día de la Madre.
Traigo a colación el tema porque generalmente las grandes mayorías no conocen el origen de la fecha.
En fin, hoy habrá buen ambiente en Llera y el panteón de mi pueblo se verá mucho muy visitado por aquellos hijos e hijas que visitarán la sepultura de quien los trajo al mundo, en tanto que frente al palacio municipal las autoridades se preparan a homenajearla con un buen festival artístico, donde por cierto habrá rifa de regalos y un buen platillo regional.
Por parte de esta tribuna vayan nuestras felicitaciones para todas las madres de México y Tamaulipas muy en especial las del municipio de Llera.
A propósito de la fecha bien recordamos cuando cursábamos la instrucción primaria en la escuela “Lauro Aguirre” y en aquellos años los maestros y maestras nos permitían salir para irle a dejar el regalo a nuestra progenitora, misma que por cierto agarraba la mejor gallina del corral para preparar el mole y a la hora de la comida todo mundo a la mesa cubierta con un hermoso mantel.
A la cabeza siempre se sentaba el jefe del tronco familiar y era la única ocasión en que se saboreaba una exquisita limonada fresca y sin hielo.
El regalo consistía en un rústico pastel cubierto con pasta blanca de dulce y con una leyenda escrita donde se leía “Felicidades Mamá”, que era fabricado y vendido a cinco pesos en la Panadería La Flor del señor Carlos Zapata y por la tarde todas las mamás eran invitadas a la escuela donde la dirección y el plantel docente les ofrecía un festival mientras saboreaban una exquisita merienda.
El día terminaba a las doce de la noche y para entonces todo mundo ya estaba dormido pues había que levantarse a las cinco de la mañana para llevar el nixtamal al molino de Chabano y barrer la calle del frente de la casa.
A las ocho de la mañana ya estábamos en clases en la única escuela del pueblo, bien uniformados pero con los pies sucios o llenos de lodo pues los zapatos casi ni se usaban, pues estos eran para ocasiones muy especiales, aparte de que tampoco nos gustaban como tampoco los pantalones y camisas almidonadas que se acostumbraban por esos días.
En fin, así más o menos transcurría el Diez de Mayo, Día de la Madre.
Hoy los tiempos son otros y mucho han cambiado las costumbres pero aun así en todos los hogares se festeja a La Madre y este día no será la excepción, por lo tanto vayan nuestros saludos para todas las madres de Llera y de Tamaulipas.
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE.