19 abril, 2025

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Canelita: ¡sin miedo a la vida!

José no conoce la palabra ‘no’, a lo largo de los años ha aceptado valientemente muchos retos que con el tiempo han llenado su existencia de alegría, amor y el cariño de muchas familias victorenses y de todo el país

Siendo aun un niño, el pequeño José quedó huérfano de padre en los primeros años de la década de 1950. Casi todas las circunstancias a su alrededor estaban en contra excepto una: su madre, una mujer amorosa pero a la vez estricta que se encargó de inculcarle valores como la honestidad, la obediencia, el respeto, la disciplina en el trabajo, la puntualidad y sobre todo el arrojo.

Aunque es oriundo de Padilla, entre sus primeros recuerdos están algunas calles de la zona centro de Monterrey en un siglo pasado en el cual jugar en la vía pública era lo mas común.

Pero con tanto ‘malora’ que se juntaba a ‘esquinear’, a su mamá le preocupaba que José aprendiera ‘malas mañas’ así que su única opción fue ordenarle a su hijo que acudiera a un centro cultural a unas cuantas cuadras de su hogar en la colonia Talleres. José obediente a su madre asistió a este lugar y aprendió sus primeros trazos y pinceladas de color.

Con el tiempo la familia volvió a mudarse, esta vez a Sabinas Hidalgo, Nuevo León.

La situación económica apretó una vez más y José Guadalupe de la Rosa de apenas 13 años empezó a trabajar en la carretera, chapoleando y moviendo materiales, específicamente un desempalme en un cerro cercano. Ahí fue donde se ganó sus primeros pesos. Cada sábado hacía filas para recibir en un sobre su sueldo de 124 pesos, del cual extraía únicamente tres pesos para el pasaje y al regresar a casa entregaba integra su ‘raya’ a su querida madre. Ella orgullosa y contenta, sacaba un billete de diez pesos con lo cual se daba el lujo de ir al cine, comprar alguna golosina como lunetas y refrescos para disfrutarlos de manera muy placida y satisfactoria.

Unos cuantos años después, José conoció a la mujer indicada, muy a las formas tradicionales la cortejó y en 1966 contrajo nupcias.

A inicios de la década de los setentas nuevamente volvió a mudarse, esta vez a Nuevo Laredo.

Ya casado, José empezó a trabajar en diversos oficios como ladrillero, en la barredora municipal, y finalmente en el taller de tapicería de la Mueblería Guerrero en el mero centro de esa ciudad fronteriza.

Ahí también tomo sus primeras clases de actuación.

Cierto día, acompañó con un compadre que entrenaba lucha libre en la Arena Isabel y al llegar al lugar dos fornidos gladiadores rudos (la Momia 1 y 2) lo vieron y le dijeron al susodicho compadre “Oye cuate si enseñas bien a este muchacho puede salir buenos este cabrón” y José, aventado como lo educó por su madre aceptó el reto y llegó a destacar en el deporte un tanto teatral y escénico que es el ‘pancracio’ como “El Dos de Oros”. Entrenaba en un gimnasio que fue propiedad de Santos Ramos que como luchador se hacía llamar “El Guerrero Azteca” y que a la par fue Mister México 1974. Un dia, uno de los colegas luchadores conocido como el Kirban Kid le propuso trabajar con el en sus ratos libres. José dijo nuevamente ‘sí’ al ofrecimiento y empezó a trabajar como rotulista apoyado en sus conocimientos adquiridos en su niñez en la academia de arte. Asi fue como José inició profesionalmente la chamba del pincel, como pintor y paisajista. Con el tiempo se independizó.

José empezó a hacer chambas de rótulos aquí y alla lo llevó a realizar trabajos al interior de un circo permanentemente. Ahí hizo amistad con muchos artistas pero principalmente a aprenderse las rutinas de los payasos.

En una función, un payaso veterano batalló para recordar sus líneas y José moviendo los labios se las recordó. El dueño del circo, Don Chenchito Castillo lo notó y un buen día de 1972 le propuso incorporarse al acto como payasito y aunque en un principio José dudó, dijo “¡Le entro!” y ahí fue donde por primera vez se maquilló el rostro para arrancarle someras carcajadas al respetable público. De dia era rotulista y de noche payaso.

Después de esa carpita trabajó con otras empresas circenses muy reconocidos y se codeo con payasitos muy célebres como Don Juliancito (que trabajó en el tan famoso Circo de lo Hermanos Atayde), El veracruzano Humberto Padilla ‘Betonini’ muy famoso a nivel mundial, Renato Fuentes Gasca (el apellido lo dice todo) y el mismísimo Ricardo González Cepillín. José adoptó el nombre artístico que le acompaña hasta el dia de hoy: El Payaso ‘Canelita’

En 1980 regresó a Ciudad Victoria y combinó el oficio de rotulista con su profesión de payaso en el Circo África, el Beckman Bros. (el del Gorila Gigante ‘King Kong’) y el de los Hermanos Suarez (en el cual se iniciaron los famosos hermanos Campa.

En 1985 deja de trabajar en circos y se dedicó a dar shows en casi todas las escuelas de la capital con muy buena recepción en la niñez de aquel entonces lo cual le valió una invitación del ‘Profe’ Oscar Javier Fuentes Acevedo a trabajar en televisión local, José, fiel a su manera de ser, aceptó esta nueva oportunidad para trabajar en el programa ‘Alegría Infantil’ de canal 10.

Muchos adultos que fueron niños en los ochentas aún sonríen al escuchar el nombre de ‘Canelita’. Ahí trabajó alrededor de tres años y medio. Luego se empleó como administrador del Bar ‘La Bodega’ del mítico Hotel Sierra Gorda donde siguió ligado al ambiente artístico y bohemio y llegó interpretar música mexicana alternando con Collete (tía de la joven cantante que participó en ‘La Academia’), ‘Chelo’ González, Blasito Amaro y el grupo la Formula 4.

Una nueva invitación del Profesor Fuentes Acevedo al programa de aficionados investido en el traje de charro, y tras su participación le propusieron integrarse al elenco del canal 7 de Multimedios Estrellas de Oro. Aunque inicio bailando en una calurosa botarga de cocodrilo en el programa ‘Super Sábado’ como ambientador. Su buen desempeño frente a cuadro le abrió la oportunidad de conducir su propia emisión ‘El Club de Canelita’ que aparte de divertido tenía un corte didáctico que dejaba siempre alguna enseñanza. Mas de seis años el ‘El Club de Canelita’ divirtió y entretuvo a la niñez victorense los martes y jueves de 3 a 4 de la tarde. Ocasionalmente ‘Canelita’ usaba su talento de rotulista para crear sus propias escenografías. Un dia canal 7 se cerró y con el su programación y todo su elenco se dispersó alrededor de 2002.

A partir de ahí ‘Canelita’ esporádicamente vuelve a amenizar eventos privados pero a la par ‘José’ continua en su chamba de rotulista.

A sus 71 años el hombre de tez clara, sonrisa sincera y enormes ojos azules que jamás se atemorizó ante un nuevo reto se siente contento con su vida llena de emoción satisfacciones y mucho amor que le han generado sus profesión de payaso y su oficio de rotulista.

José es un ejemplo de que ser arrojado y valiente es una actitud ante la vida que irremediablemente le hará feliz y le generará el amor y la admiración de toda aquella persona que le conozca.

‘Canelita’ tiene una y mil anécdotas y el Caminante no quisiera despedirse del simpático personaje pero debe continuar con su andar por la capital cueruda. Demasiada pata de perro por esta semana

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