Por supuesto hay infinidad de problemas que ocupan y preocupan al gobierno federal. AMLO centra dos como prioritarios. Tratase de la salud pública e inseguridad, al margen del objetivo central que es el combate a la corrupción.
Los demás, asegura, toman cauce en los propósitos de la Cuarta Transformación. Existen otros asuntos que parecieran menores y sobre los que, sin embargo, la opinión pública reclama información.
Uno de ellos tiene que ver con el presunto saqueo de que fue objeto la casa presidencial de “Los Pinos” por parte de la familia Peña-Rivera, que al parecer, se realizó al amparo de la obscuridad, mediante impresionante operativo acorde a la fuerza del poder.
Es un capítulo que el supremo gobierno debiera investigar e informar de resultados y actuar en consecuencia. En este sentido quizá no importe mucho el aspecto cuantitativo, pero si el cualitativo de alto significativo para la historia política de la república.
Aun cuando existen obras artísticas de incalculable valor, que nadie sabe (pero imagina), en manos de quienes quedaron. Recordad que en “Los Pinos” se acumularon y exhibieron riquezas de todo tipo y por lo tanto, forman parte del patrimonio nacional.
El asunto es que la última familia que habitó la residencia presidencial supuestamente se apropió de todo lo que quiso y pudo. Así lo señala la información respectiva.
Dicese que esto incluyó no solo el acervo histórico, sino artístico cuyos autores son los más distinguidos que ha registrado la plástica nacional. En “Los Pinos” solo quedó un retrato de Venustiano Carranza hecho por David Alfaro Siqueiros… el resto, simplemente desapareció.
Como también desapareció el mobiliario de todas las recámaras, colchones, cortinas, almohadas, utensilios de cocina y hasta un paquete de cubiertos utilizados por Carmelita Romero Rubio y Porfirio Díaz, guardados como reliquia.
Y no se diga de las antigüedades que desde la época de Lázaro Cárdenas adornaron los salones de la ostentosa residencia.
Y deje, que también cargaron con los equipos de cómputo, que se supone, son de uso oficial y por lo tanto han de guardar información privilegiada que solo debiera interesar al supremo gobierno. ¿Y las joyas? (que también debieron existir), ¿en qué fiestas se andarán paseando?.
¿Y qué tal los pianos de doña Carmen Romano de López Portillo?, ¿en qué obscuro escondite guardarán reposo?.
¡N’ombre resultaron bárbaros!. Con esta “pequeña” muestra se confirma que “no tenían llenadera”, como dice AMLO.
En torno de este penoso caso las autoridades no avanzan y prefieren el silencio. ¡Y cómo van a avanzar si en “Los Pinos” ni siquiera quedó rastro del catálogo de obras artísticas!.
QUE “LA GAVIOTA” REGRESE LA VESTIMENTA
Por otra parte, ya sabéis que la manutención de la familia presidencial incluía hasta antes del primero de diciembre anterior, la adquisición de la vestimenta para sus integrantes, (y de todos), sin detenerse en costo ni en cantidad.
No faltaron noticias relativas a Angélica Rivera y sus hijas, (Sofía, Fernanda y Regina, concebidas “en sociedad” con José Alberto “el güero” Castro), quienes con la gracia otorgada por el poder, cerraban para su atención privada, los centros comerciales más exclusivos de las grandes urbes, especialmente en los EU.
Imagine, ¡cuánto comprarían!…se trataba de lucirle al mundo la elegancia de un gobierno de aparente éxito globalizante, cuando ya sabemos que no era otra cosa que la simulación llevada al extremo de ofender sin escrúpulos, a la jodencia imperante.
Desde luego que todo lo adquirido iba con cargo a las finanzas nacionales, al igual que sucedía con las hijas e hijo de Peña Nieto, (Paulina, Nicole y Alejandro, productos de su matrimonio con Mónica Pretelini).
Excesos celebrados, aplaudidos y seguramente también cobrados, en las revistas “del corazón”.
Recordéis que los espacios de “Los Pinos” también fueron utilizados para publicidad artística.
Al columnista se le ocurre que el gobierno de la transformación, debiera exigir el regreso de la vestimenta, al igual que las joyas, seguramente compradas en el propósito de disimular le enorme pobreza que afecta a más de la mitad de la población.
La actitud y forma de existencia de esta familia, era similar a la de cualquier monarquía tradicional del viejo continente. Y ni modo que sea invento.
Usted dirá: “las joyas está bien, pero, ¿para qué jijos, serviría que los Peña- Rivera regresen el ropaje que se compraron a nuestras costillas?”.
Tiene razón, pero, ¿y qué tal que AMLO abre un bazar, igual que lo hace con aviones, vehículos de tierra e inmuebles?.No faltará quien adquiera, por ejemplo, los vestidos de “la gaviota”, aunque nomás sea pa’ sentirse artista, “primera dama”, o de perdis, presumir a las “amigochas”. Si es que les quedan (los vestidos), si no, psss no.
SUCEDE QUE
En ausencia de los diputados, en el congreso local se impartieron cursillos anticorrupción a los empleados. Nadie supo para qué, ni por qué, ni de parte de quién, pero todo mundo se divirtió.
Y hasta la próxima.