* El columnista es Premio Nacional de Periodismo 2016, autor de las novelas “Erase un Periodista” y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo” y del libro de cuentos, “Por acá dejó su alma”.
Por supuesto que a los adversarios de AMLO no agradan los avances logrados por el gobierno de la Transformación. Y menos a los políticos y empresarios enriquecidos en el sistema neoliberal.
Tampoco están de acuerdo aquellos que, desde los medios de comunicación u organizaciones cómplices, recibieron los beneficios derivados de la corrupción que por 36 años azotó a la república.
Critican porque están en su papel, pero no pueden contradecir la realidad. Saben que el apoyo mayoritario a Andrés Manuel no es gratuito, sino producto de las acciones ejecutadas venciendo los obstáculos interpuestos por la derecha fundamentalista, a la cual se agrega públicamente y sin escrúpulos, el clero político. (Representado en estos andurriales por el obispo Antonio González).
Como en los tiempos de Juárez y la Reforma. Al igual que sucedió en la Revolución triunfante del 1910, cuando indujo y patrocinó la oposición armada al gobierno, sin importar las victimas contadas por miles, en lo que fue “la guerra cristera”.
La historia del clero político en México ha sido de traición a las instituciones. No perdona que por ley, le fueran confiscados sus presuntos bienes, devolviéndolos a su legítimo propietario, que no es otro que el pueblo de México.
Bienes producto de la extorsión, el engaño y la rapiña, como si el reino de dios fuera de este mundo y no celestial, como divulgan para tranquilidad de quienes creen en la fantasía “de un paraíso”, en la obscuridad de la nada.
El asunto es que la ultraderecha favorecida por la corrupción, ataca a AMLO inventando motivos de fácil digestión para clientela elemental e ignorante que, pese al daño hecho a la nación, suspira por el retorno de los regímenes anteriores, donde, como recordaréis, no existió diferencia alguna en el saqueo del patrimonio nacional.
Por ello el calificativo PRIAN. Alianza de triste memoria que MORENA se encargó de sepultar en la jornada democrática-electoral del año anterior.
Ahora sabemos que la ultraderecha fundamentalista está ofendida por el recordatorio juarista que hiciera AMLO el domingo anterior, en sentido de que “la reacción está moralmente derrotada”.
Lo toma como una descalificación y un desprecio, como si la memoria social no hubiera registrado la vergonzosa actitud de los conservadores, a través de la historia de México.
Y ni modo que sea invento.
Los adversarios de la democracia y la justicia social, no entienden, (¡qué chingaos van a entender!), que atacando a AMLO lo fortalecen, y con ello inyectan mayor decisión para seguir transformando la república.
Desde luego existen problemas, algunos muy graves como la inseguridad, pero nadie puede negar la disposición de las autoridades federales para solucionarlos a la brevedad.
Quien diga que existe apatía o irresponsabilidad, miente, porque si alguien está ocupado y preocupado, es AMLO que acepta dificultades, pero propone soluciones y actúa en consecuencia.
Y en esto se aplica el poder del gobierno que no regatea esfuerzos. Tampoco recursos porque se trata de invertir en el objetivo de mejor calidad de vida para los nacionales.
La diferencia con los gobiernos neoliberales, es que ahora los recursos llegan en forma directa y se aplican de manera honesta. No extraña por otra parte, que la tardanza en algunos casos, motiven rabiosos ataques, justo por quienes antes practicaban la corrupción con singular alegría.
En pocas palabras, se les acabó el negociazo. Es lo que extrañan estos hijos de la corrupción. (Nota.- en lugar de “hijos de la corrupción”, quise escribir, “hijos de la tiznada”. Disculpe el arrepentimiento, ahí será en otra ocasión).
¿MENOS LEGISLADORES?…OJALÁ
Una buena noticia es la iniciativa de Martí Batres Guadarrama, respecto de la disminución del número de senadores, eliminando los llamados “plurinominales” que solo sirven para engordar la nómina.
De prosperar dicha iniciativa, habría un ahorro de cuando menos 130 millones de pesos anuales, según el legislador. Lo único lamentable es que operaría hasta el 2024.
Mientras tanto, hay que soportar a un senado con fama de ocioso, cuyos integrantes en los tiempos que corren, ocupan su tiempo en pleitos, ataques, “piquete de ojos” y actos de deslealtad, como si en su mayoría no formaran parte del proyecto morenista.
De manera que disminuiría la cantidad de senadores, permaneciendo los 64 electos en la forma conocida, y los llamados “primera minoría”, sea uno por cada estado, para sumar 96 y no los 126 que ahora padecemos…algo es algo.
La desgracia de los senadores “pluris”, se la debemos a Ernesto Zedillo (con Z plis, corrector), quien en 1996 envió la iniciativa respectiva, presuntamente para crear mayor representación popular. ¡Pamplinas!, solo se trató de una mascarada para halagar a la oposición.
Por otra parte, está pendiente cumplir la promesa de reducir la quinta parte del número de “dipu-tables” federales para quedar en 400…pues ojalá que prontito, a alguien del congreso se le ocurra proponerlo.
Ya estuvo bien de mantener tanto vago sin oficio ni beneficio.
SUCEDE QUE
Cualquier tarea cultural realizada con dineros públicos debe dejar huella en la sociedad. Ojalá y las autoridades del ramo en Tamaulipas, comprendan que los eventos de ornato solo justifican gastos y sueldos espectaculares, pero de ninguna manera cumplen objetivos de beneficio colectivo.
Y hasta la próxima.