La lluvia que resbala por los muros que se esponjan con el lagrimeo del sillar y deslava lentamente los ladrillos que se prenden a los picos negros de los pájaros viene al atardecer con una feliz y rimbombante nube, y nubes que son como globos de azúcar que se mueven en la plaza.
La lluvia, que dormía fuera de casa vuelve de repente con su velo anónima en nuestros rostros y rellena con regocijo los lunares urbanos creando fantásticas fuentes donde las llantas y los llantos de los automovilistas resbala, resuena todos los días.
La lluvia en mi Victoria querida donde vi la primera luz, se ha convertido en el testigo de cargo en el Aniversario de Vida de mi pequeña gran ciudad.
Festejos oscuros a pesar de la lluvia, abandono de las autoridades municipales, abandono de la sociedad, abandono de sus hijos y su gloria.
Fiestas llenas de pobreza en una ciudad que lo ha dado todo a cientos y miles de personas a través de su noble existencia.
Abandono a su arquitectura, abandono a su belleza natural, abandono en su mobiliario urbano, abandono total de sus banquetas, cordones, y sobre todo; abandono a su pavimentación que ha infectado de baches y parches su hermosura. Es Victoria, la Tierra Querida, donde vi la primera luz olvidada por.
Los ricos que aquí se enriquecieron, por una comunidad que poco o nada hace para protestar por este abandono, por los políticos y la autoridad municipal que se ha colgado del bailongo popular para eludir sus obligaciones políticas…