1.- El Marqués de Vargas Llosa
–de vena republicana, según
confesión propia– dijo la
semana pasada que la presidencia
de López Obrador era populista y
significaba en regreso de la “dictadura
perfecta”. Esta tesis la ofreció
en agosto de 1990 en una mesa
redonda sobre el mundo después
de la caída del Muro de Berlín en
noviembre de 1989, organizada por
Octavio Paz y la revista Vuelta. La
dictadura perfecta era la que incluía
en su seno hasta sus más radicales
enemigos… y todos felices.
2.- El itinerario ideológico de Vargas
Llosa ha sido integral: del Partido
Comunista de Perú a la economía de
mercado absoluto sin Estado. Por el
involucramiento ideológico con todas
las estaciones intermedias, es posible
hablar un posicionamiento derivado
de manera directa de la ideología
comunista originaria. En 1955 Isaac
Deutscher escribió sobre esos viajes
ideológicos hacia atrás en su texto
“Herejes y renegados. La conciencia
de los excomunistas” y ahí indagó las
razones de los que reniegan de sus
ideas, primero para salvarse a sí mismo
(el hereje), luego para amparar al
mundo (el renegado) y con “emocionalismo
irracional” llegar al fascismo.
3.- Los argumentos en contra de
estatismos y su versión light de populismo
de Vargas Llosa reproducen
los que enarboló en 1962 y 1967 para
defender a la Revolución Cubana de
Fidel Castro, aun después de aquella
represión a intelectuales en 1961
cuando pronuncio su anatema: “con
la Revolución, todo; contra la revolución,
ningún derecho”, y luego los recicló
en 1984 para apoyar la Revolución
Sandinista. La ruptura de Vargas
Llosa con Castro fue en 1971 a raíz
del arresto y tortura al poeta Heberto
Padilla. Sin embargo, un vestigio de
radicalismo socialista permaneció en
él hasta 1974 en que comentó el libro
Persona non grata de Jorge Edwards
y refrendó su apoyo al socialismo,
aunque “ya sin la ilusión, la alegría y
el optimismo con que durante años la
palabra socialismo se asociaba a mi
gracias a Cuba”. La ruptura con cualquier
indicio de socialismo ocurrió
en 1987 por el populismo peruano de
Alan García.
4.- En 1987 Vargas Llosa fundó
el movimiento Libertad y compitió
por la presidencia de Perú contra el
populista Fujimori en 1990. En las
elecciones ocurrió un extraño giro: en
la primera vuelta Vargas Llosa acumuló
32.6% de los votos, con Fujimori
abajo con 29.1%; en la segunda vuelta,
Vargas Llosa apenas subió a 37.6% y
Fujimori saltó poco más del doble:
62.4%. Ante amenazas de Fujimori,
Vargas Llosa optó por la española como
segunda nacionalidad y arribó en
el 2011 al título nobiliario de Marqués
en 2011, pero señalando en entrevista
que tenia alma republicana.
5.- El primer deslinde de Vargas
Llosa con el socialismo fue en su condición
de escritor. En 1969 y 1970 entró
en una polémica con el colombiano
Oscar Collazos, entonces protegido
por el movimiento literario político
del gobierno cubano en la Casa de las
Américas en torno al contenido de la
literatura. Collazos cuestiono a Vargas
Llosa por una entrevista, a Julio Cortázar
por su novela 62 Modelo para
armar, una propuesta de literatura
experimental posterior a Rayuela, y
a Carlos Fuentes por Cambio de piel,
pues eran expresiones narrativas ajenas
a la realidad revolucionaria de los
pueblos tipo Hombres de a caballo de
David Viñas. Collazos propuso como
línea temática de la novela latinoamericana
nada menos los discursos
de Fidel Castro.
6.- A partir de su experiencia política
liberal, Vargas Llosa se convirtió
en un Quijote del liberalismo. El punto
culminante de la justificación de su
giro ideológico al conservadurismo
de mercado fue el libro El llamado de
la tribu de 2018. Pero desde mediados
de los ochenta se explayó en su critica
drástica que se localizo en los escenarios
del fundamentalismo democrático
que señalaba Juan Luis Cebrián
en 2004 de inflexibilidad para el
debate, llegando, inclusive, a señalar
–usando las palabras de Deutscher–
cualquier “suave tendencia al Estado
benefactor” como “bolchevismo
legislativo”. La duda que queda es si
esa crítica al socialismo en su versión
populista es real o sólo una rabia para
borrar su comunismo del pasado.
7.- El modelo de “dictadura perfecta”
se basa en la capacidad del Estado
para incluir en su seno incluso a sus
más radicales opositores, como ocurría
con el viejo PRI en los años 1940-
1990. No fue una caracterización
nueva; se pueden rastrear indicios:
el “Discurso sobre la Servidumbre
Voluntaria o Contra Uno” de Etienne
de La Boetie den 1548, la introducción
a Un Mundo Feliz de Huxley, el
Estado autoritario de Paz en Posdata
y, entre otros, la categoría de Estado
ideológico total y totalizador de José
Revueltas en 1976. En 1975 el debate
sobre México no giraba en torno
a una dictadura, sino a un régimen
autoritario de control de sistema de
partidos con oposiciones sin fuerza.
Se luchaba por el pluralismo, le dijo
Paz a Vargas Llosa en 1990. La del 68
estudiantil fue caracterizaba por Paz
como una lucha por la democracia, no
contra una dictadura.