La crisis política en España por la
configuración de un nuevo gobierno
formal registra, desde América,
tres lecturas:
1.- La interpretación de los hechos
tiene referentes propios de las crisis
políticas de gobierno en Iberoamérica y el
hecho de que no hay muchos expertos en
monarquías parlamentaria que manejen
las categorías del poder. Los presidencialismos
iberoamericanos tienen mucho de
monárquicos y más ahora que los líderes
populistas se quieren perpetuar en el poder
con reelecciones sin límite y en otros
casos con relevos de poder tipo sucesiones
monárquicas.
2.- La decreciente existencia de una
prensa analítica, pues el oficio periodístico
se ha polarizado entre una prensa
de chisme y sumisión al poder y una
prensa militante que retuerce la realidad
para hacerla pasar por sus ojos de sus
agujas. Los medios han ido perdiendo la
distancia de los conflictos en el modelo
de Albert Camus del periodismo del
mediodía que aleje los análisis de la parcialización
de la casuística de las ideas
preconcebidas. Los medios califican, no
analizan.
3.- El resultado de la votación del
martes tiene otra lectura: El 47.7% de los
votos revela un gobierno minoritario, con
una mayoría opositora de 52.3%. Ciertamente
que la abstención fue una especie
de sí vergonzante, pero por los discursos
de Esquerra Republicana darán la pelea
por la separación de Cataluña y la creación
de una república independiente. Los primeros
análisis han disminuido el tiempo
político de la legislatura a menos de los 4
años para la que fue elegida.
En este contexto, aquí aventuro
algunas lecturas de los escenarios que se
abren al presidente Pedro Sánchez por sus
alianzas con comunistas, podemistas e
independentistas:
1.- La salida Kérensky o el socialismo
no radical que le abrió las puertas del
poder en Rusia a Lenin. Ni defendía al Zar
ni entendía a los comunistas. El gobierno
provisional de Kérensky facilitó la entrega
del poder a los bolcheviques.
2.- La salida Suárez, quizá la más,
audaz: un gobierno de transición democrática,
jalando a los comunistas a la
institucionalización y alejándolos de la
lucha revolucionaria, además de meterlos
en el espacio del reconocimiento a una
monarquía parlamentaria, constitucional y
democrática. Si hay pensamiento estratégico
en Sánchez, entonces estaría sacando
a los independentistas de la lucha callejera
y sometiéndolos a las reglas democráticas
de las mayorías. Al pactar con un gobierno
monárquico, podría haber una salida de
no ruptura del Estado monárquico de las
autonomías.
3.- La salida Dilma ha sido el gran
fracaso de la izquierda en Brasil: una
coalición de diez partidos con intereses
distintos que fragmentaron el ejercicio del
poder ante la imposibilidad de encontrar
un acuerdo común. Los gobiernos pluripartidistas
suelen diluir el poder. Lula da
Silva y Rousseff no pudieron cohesionar a
las fuerzas políticas y la derecha aprovechó
esa debilidad para asaltar el poder.
4.-. Y el modelo del 18 brumario de
Pedro Sánchez o la construcción de un
poder personal absoluto, basado en las
fuerzas proletarias desperdigadas y sobre
todo en una especie de lumpenproletariado
de dirigentes de facciones ideológicas
radicales. Los discursos de Sánchez y de
Pablo Iglesias no construyeron una propuesta
democrática, sino que polarizaron
a las fuerzas españolas en lo que Engels
reconoció en la propuesta de Marx en El
18 brumario de Luis Bonaparte: convertir
justamente la lucha de clases en el escalón
al poder. La forma despectiva en que Sánchez
e Iglesias caracterizaron a la derecha
introdujo el modelo de lucha de clases.
Podría haber otras salidas, pero creo
que por ahora estas cuatro ilustran los
estrechos márgenes de maniobra del
gobierno de Sánchez, porque los acuerdos
programáticos no parecen ser sostenibles,
las agendas de los aliados del PSOE son
otras y el costo político de las negociaciones
dejaron a un Sánchez con menor
margen de maniobra.
Quedan tres estampas de la alianza
PSOE-Podemos en tres fotografías:
La primera fue el abrazo del primer
paso al pacto que se dieron Sánchez
e Iglesias. El lenguaje corporal mostró
perfiles políticos: Sánchez recibe a Iglesias,
Iglesias atenaza a Sánchez y recarga su
cabeza en el cuerpo de Sánchez y los
ojos cerrados denotan sentimentalismo,
entrega, sumisión. Los abrazos políticos
entre aliados de diversas ideologías son
menos apasionados y siempre con los ojos
muy abiertos y con posturas que asemejan
puñaladas por la espalda. Iglesias se vio
subordinado y atenazado a Sánchez.
La segunda ha exhibido a un Sánchez
casi cargando a Iglesias, en una imagen
de subordinación corporal. Iglesias queda
como arropado por Sánchez y de nueva
cuenta los brazos de Iglesias se aferran al
cuerpo de Sánchez. Son abrazos de agradecimiento
de Iglesias a Sánchez.
Y la tercera fotografía ocurrió en la
firma del acuerdo. Iglesias saluda de mano
a Sánchez, un choque de manos como de
camaradería, con los nudillos hacia arriba,
como dos puños que van a competir en
un juego de vencidas de fuerzas. Sólo
que Sánchez usa la mano izquierda para
envolver las manos unidas en una especia
de cápsula, dejando la imagen de un puño
comunista encapsulado por una mano socialista,
el puño sin poder moverse, quizá
la imagen de un grupo Podemos inmovilizado
por los intereses de Sánchez.
El martes 7 comenzó una de las legislaturas
españolas más imprevisibles de la
historia de la transición.